Las Farc serían responsables de muchos más secuestros de uniformados, que de los 1o que reconoce que mantienen cautivos y que serán liberados en un mes, según lo anunció esa guerrilla el pasado domingo. Fuentes militares indican que, por lo menos, un centenar de militares y policías desaparecieron y hasta hoy se desconoce su paradero.
Aunque figuran en los registros como desaparecidos, hay indicios de que muchos uniformados fueron secuestrados o asesinados en cautiverio por las Farc y el Eln, que nunca admitieron su responsabilidad por estos hechos. La Policía tiene registros de 58 agentes de los que no hay rastros.
Los uniformados, entre los cuales hay soldados y suboficiales, desaparecieron tras combates, retenes ilegales en carreteras o en misiones como infiltrados. Sus familias no tienen consuelo, ni siquiera han hecho un duelo y, por eso, ruegan que les devuelvan los restos de sus hijos.
¿Secuestrado más antiguo?
Aunque en 14 años y siete meses nunca llegó una prueba de supervivencia del cabo Héctor Velásquez Carrillo, en su casa, en Cúcuta, la familia le tiene una habitación con ropa, lociones y una cama nueva. Si fue plagiado por las Farc y está vivo, como aseguran sus parientes, es el secuestrado más antiguo en poder de la guerrilla.
La esperanza de los parientes es tan grande que, además de ese cuarto que permanece listo y reservado para él, todos los martes y viernes los padres y hermanos del militar se reúnen a rezar el rosario para implorar por su libertad.
Ni siquiera cuando duerme su hermana Edilia pierde esa ilusión. "La semana pasada soñé que me encontraba con mi hermano en una finca (...) Él me decía que pronto iba a regresar con sus seres queridos. Mis padres y hermanos también han soñado con verlo regresar libre".
Pero la esperanza de esta familia choca con una dura realidad. El cabo Velásquez, secuestrado por la guerrilla el 27 de julio de 1997 cerca al municipio de San Antonio de Atenas, en Caquetá, nunca apareció en las listas de "canjeables" de las Farc, que llegó a tener 76 nombres entre políticos y uniformados. La guerrilla nunca ha reconocido su plagio y tampoco se han conocido pruebas de vida.
En el mensaje indicaron que desisten del secuestro, lo que ilusiona a muchos pero otros ya no creen en las promesas de la guerrilla.
Los familiares denunciaron que el cabo de 23 años fue plagiado cuando de regreso de una licencia, se detuvo en una fonda en la vía que conduce de Florencia a San Antonio de Atenas (Caquetá). Un día después, el mayor Germán Darío Niño Moreno , comandante del Batallón Liborio Mejía, denunció que el cabo Héctor Velásquez fue plagiado por hombres del frente tercero de las Farc que se desplazaban en una camioneta Chevrolet azul.
"Otra hermana y yo fuimos un mes después al sitio y unos habitantes nos dijeron que unos 10 guerrilleros llegaron de noche y se lo llevaron a la fuerza", relató Edilia, quien señaló que el dolor de su familia es mayor porque están convencidos de que el militar está vivo. Por eso le reclama al Ejército y a la guerrilla para que lo reconozcan como secuestrado.
Como prueba sostuvo que el año pasado un desmovilizado de las Farc les aseguró que el cabo seguía vivo: "Nos dijo que estaba enfermo, que no lo abandonáramos. Y antes nos enviaron un mensaje de que no dan pruebas de vida porque el Gobierno no lo reclama como secuestrado".
Esta familia tiene miedo de que tras la liberación de los 10 uniformados anunciada por las Farc, el resto de secuestrados se queden en el olvido.
Otro drama es el de las familias de los sargentos del Ejército Yeins Alexander Cardonay Jesús Antonio Sol, secuestrados en 2007 cuando hacían "inteligencia" a la guerrilla en zona rural de Tuluá. El Comité Internacional de la Cruz Roja les informó a sus familias que fueron asesinados por las Farc ese mismo año. A la fecha la guerrilla no ha devuelto sus cadáveres.
"Quiero que mi hija tenga un lugar donde llorar a su padre", dijo Viviana Rocío Garay , viuda del sargento Sol, al recordar el trágico final del uniformado.
Perdidos en combate
Otros miembros de la Fuerza Pública se perdieron en medio de combates con las guerrillas, como si se los hubiera tragado la tierra.
Esa es la angustia y la incertidumbre que se apodera de Marta Ligia Henao, cada vez que recuerda que de su hijo L uis Eduardo Henao no se conocen señales de vida desde el 30 de mayo de 1998, cuando las tropas del Ejército se enfrentaron a guerrilleros de las Farc en la vereda Villa Clara, de Mutatá, en el Urabá antioqueño.
"Al otro día me llamó un capitán y me dijo que mi hijo no aparecía por ningún lado y que, o lo habían matado y desaparecido el cuerpo, o lo habían secuestrado. Ya vamos para 14 años de eso y aún no sé la verdad de qué le pasó o si está vivo o muerto", relató la adolorida madre.
El soldado Henao tenía 29 años y 10 en el Ejército cuando desapareció en el campo de batalla. Su familia, oriunda del municipio de Andes, Suroeste antioqueño, no solo perdió a uno de sus seres queridos sino también a la persona que sostenía a sus padres y cuatro hermanos.
"Sin mi hijo, que era mi principal apoyo, me tocó luchar sola para levantar a mis otros hijos pequeños con la venta de boletas para rifas", recordó Marta Ligia.
Su última esperanza es que varios guerrilleros desmovilizados de las Farc, postulados a la Ley de Justicia y Paz, confiesen ante la Fiscalía qué ocurrió con el soldado Luis Eduardo Henao.
Un problema legal
Las familias de estos uniformano no solo sufren por no saber que ocurrió con ellos, sino porque se enfrentan a una difícil situación legal y económica.
Para poder reclamar prestaciones laborales, pensiones o vender viviendas o bienes, sus parientes han tenido que tramitar la muerte presunta por desaparición forzada, a veces contra su voluntad. "Es muy triste tener que darlo por muerto porque nadie responde por estos secuestrados que dieron su vida por su país, ni las guerrillas ni el Gobierno", reclamó el familiar de un militar desaparecido.
Según un vocero de la Fundación País Libre, "el problema radica en que el Ministerio de Defensa exige pruebas de supervivencia para reconocerlos como secuestrados, por lo que se vuelve un círculo vicioso en el que sufren las familias".
El drama de secuestrados de quienes se perdió el rastro y que hoy engrosan la lista de miles de desaparecidos también aflige a centenares de familias de civiles que fueron víctimas de secuestros con fines extorsivos por parte de las guerrillas.
La Fundación País Libre denunció la semana pasada que son 405 las personas secuestradas por las Farc, de los que hasta hoy nada se sabe. Entre militares, policías y civiles son centenares de vidas perdidas por culpa del secuestro a manos de las guerrillas.
Hasta hoy estos militares y policías invisibles parecen condenadas al olvido, mas no de sus familias que aún los esperan vivos y libres.
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