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HISTÓRICO
SEIS MESES: ¿UN PUNTO?
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    SEIS MESES: ¿UN PUNTO? |
Por DIEGO MORA | Publicado

Una y mil veces lo he repetido, y lo seguiré haciendo, no estoy en contra de la Paz. Sería un crimen estarlo.

No conozco a una sola persona (buena) que se niegue a vivir en un país más tranquilo, todos lo queremos, lo anhelamos y trabajamos para lograrlo.

Con lo que no estoy de acuerdo es con un proceso (como el actual adelantado en La Habana) lleno de irregularidades, mentiras y secretos, que no sabemos para dónde va ni realmente qué busca, aparte de limpiar el nombre de las Farc.

Pasaron seis meses para que se anunciara el primer "acuerdo" sobre el primer punto: la tierra, con un compromiso de las partes de crear mejores condiciones para los campesinos colombianos. (No comparto que un gobierno democrático se comprometa de manera conjunta a hacer algo con un grupo ilegal).

Después de la declaración, quedaron más dudas que certezas, sobre todo al escuchar a Iván Márquez decir que es muy posible que se retomen algunos temas más adelante. ¿Anuncio mediático?

Después de tanto tiempo y la incertidumbre por el estancamiento de los "diálogos", había que mostrar algún avance, sea lo que sea.

Aquellos que tragan entero pensarán que lo anunciado es un gran paso y que estamos a punto de transformar el agro colombiano; no obstante, si nos vamos a la minucia encontramos un acuerdo de voluntades, nada preciso e ideas que están planteadas desde hace muchos años en los planes de gobierno de los últimos cinco presidentes.

¿Cuáles son los temas acordados por el gobierno y las Farc? Creación de un fondo de tierras para los campesinos desposeídos, formalización de la propiedad rural, protección de la frontera agrícola y las zonas de reserva campesina, programas agrarios con enfoque territorial, infraestructura, adecuación de tierras, educación, vivienda y lucha contra la pobreza, además políticas alimentarias y nutricionales.

Lo anterior es una obligación del Estado, este debe asegurar que los campesinos y agricultores vivan en las mejores condiciones posibles. La obligación de las Farc, aparte de entregar sus armas, comprometerse a pedir perdón y decir la verdad, es reparar a sus víctimas y devolver las tierras despojadas; en ese momento empezaría el renacer del campo colombiano.

Pero las Farc no muestran voluntad. Sus declaraciones están cargadas de burla para Colombia. Pretender que creamos que son víctimas y no victimarios y que han comprado legalmente las tierras que tienen en su poder, es una afrenta para un país que sueña con la tranquilidad.

Por último: Ojo, el lenguaje de las Farc es peligroso. De tanto repetir sus mentiras, no falta el incauto que crea que son verdad.

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