Un líder es quien tiene tan claros sus propios objetivos que logra que otros lo sigan. Dos dimensiones fundamentales comprenden su estructura, se trata de dos espacios básicos, visible uno y no visible el otro, superficial el primero, trascendente y esencial el segundo.
El primero se compone de aspectos triviales como la buena presencia, la apariencia, la intrascendente forma. Las revistas de moda destacan a quienes ostentan esa faceta como los que mejor se saben vestir, con suntuoso alarde de marca y de solvencia económica.
El espacio no visible del liderazgo establece el intangible límite existente entre el líder a quien le temen y al que todos admiran. Consiste en la posesión de las competencias que establecen diferencia y que conducen, a largo plazo, como consecuencia de la planeación, de la visión, de la comunicación, del trabajo, del esmero, del sacrificio, de la persistencia, de la constancia y del paso del tiempo, al logro de resultados perdurables e impactantes.
Las características de esta dimensión son el compromiso, la habilidad para ver las cosas desde diferentes ángulos, la humildad para reconocer lo que se ignora, la sabiduría para aceptar los conceptos de los expertos, la habilidad para escuchar, la información rigurosa, el criterio, la felicidad de obrar correctamente, la conciencia de que los resultados se obtienen a través de personas, el enfoque en los objetivos, aceptando que así como existen problemas sin solución también existen soluciones creativas sin problema, la aceptación del cambio y la velocidad para actuar.
Luego de analizar el comportamiento del entrenador Leonel Álvarez, como líder, jamás como futbolista, porque mi disciplina y sentido del respeto no me permiten referirme al aspecto deportivo, por cuanto aunque amo el fútbol, soy ignorante de sus trámites y cánones de dirección, he concluido que de los puntos enunciados, el profesor Álvarez sólo falló y de forma aislada en las dos últimas.
Mas esa falla fue suficiente para que en forma burda, desacatada y vulgar los "dirigentes" de la Federación lo destituyeran. Fue suficiente la voz del presidente Santos, cuya ignorancia en asuntos futboleros la califico al nivel de la mía, pero con un poder que hace despedir seleccionadores deportivos con una frecuencia trimestral.
Así se decretó la práctica para que el líder de la selección fuera un extranjero. Sin importar las características fundamentales.
Aunque atropelle este concepto la vía sabia para elegir un líder, luego de pensarlo mucho, me acojo a ella y procedo a restarles importancia a las competencias enunciadas arriba y en tal virtud van mis propuestas.
Presento las siguientes candidaturas, todas cumplen con el requisito de ser extranjeras las personas sugeridas:
Reina nacional de la belleza, Florence Thomas, feminista, muy locuaz.
Ministro de la Defensa, Daniel Ortega, pistolero con experiencia en el monte.
Zar antidrogas, Paris Hilton, no se traba, conoce del tema.
Ministro de Educación, Silvio Berlusconi, su programa moral es virtuoso.
Presidente de Colombia, Hugo Chávez, es un excelente nuevo mejor amigo y también es de "sí, pero no" como el que tenemos.
¿Cómo les parece?
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