- Desde este mes y hasta el 26 de diciembre es la época de tortugas.
- Otro atractivo turístico para gozar de Bahía Solano en el Pacífico.
- Hasta el año pasado habían liberado 34.000 neonatos.
Lilliana Vélez de Restrepo
Medellín
Al igual que las ballenas Yubarta, las tortugas Lepidochelys olivacea, más conocidas como golfinas, encuentran en la tibieza del Pacífico colombiano una enorme variedad de alimentos y extensas playas dónde anidar para dar continuidad a sus ciclos de reproducción.
Sin embargo, no es fácil. La tortuga golfina ha tenido que sobrevivir a muchos años de depredación por parte del hombre para quien su carne, piel y huevos constituyen fuente de alimento y sobre todo, de comercio.
Mientras que la golfina tiene un amplio rango de distribución, su tasa de natalidad está severamente diezmada. Por fortuna, entidades internacionales de conservación ambiental como la WWF, y personas con conciencia ecológica como César Isaza, gerente del hotel Ecolodge El Almejal, en Bahía Solano, garantizan su futuro.
Ubicado en El Valle, corregimiento de Bahía Solano, este hotel se caracteriza por su verdadera orientación ecológica. Allí, y luego de estudiar los parámetros internacionales, César construyó un tortugario artificial y diseñó un programa de conservación y liberación de tortugas marinas en la temporada de postura que se extiende de finales de septiembre hasta mediados de diciembre.
Precisamente el pasado 2 de octubre nacieron las primeras 200 tortugas de esta temporada de postura y eclosión, un bello proceso natural que bien vale la pena conocer y seguir de cerca durante una visita a la zona.
"Cuando las tortugas salen a las playas a buscar el mejor sitio para hacer sus nidos y desovar, muchos habitantes de la zona las acechan para ver dónde construyen y luego regresan más tarde para robar los huevos, considerados un alimento de gran valor nutricional. También los perros rastrean los nidos y se comen los huevos", explica César Isaza.
Esta cíclica vivencia que impide la reproducción de las golfinas lo llevó a "montar guardia". "Nos dimos a la tarea de enseñarle a la comunidad que no se puede acabar con todos los huevos, que de ellos depende la subsistencia de las tortugas. Es más, en algunos casos ofrecemos compra para que nos traigan los huevos hasta el tortugario en el hotel", anota César Isaza.
Gracias a su sentido conservacionista, hasta el año pasado se habían liberado 34.000 neonatos. La meta en esta temporada es liberar 5.000.
Naturaleza viva
Con el inmenso Pacífico al frente y un agreste bosque tropical húmedo en la parte posterior, El Almejal no sólo resulta un lugar paradisíaco para el reencuentro con la naturaleza y el descanso total, sino el sitio ideal para aprender y tomar conciencia de la protección del ambiente y el desarrollo sostenible.
Gracias a las confortables y amplias cabañas, los huéspedes pueden vivir una completa aventura que incluye avistamiento de ballenas, buceo, caminatas ecológicas, pesca, escalada de árboles y liberación de tortugas.
Estos programas se combinan a la perfección con la calidez de los habitantes de la zona, sus bellas costumbres, su folclor y su inigualable riqueza gastronómica.
Otra ventaja que hace de este lugar un destino inigualable es su ubicación geográfica. Desde El Valle se pueden hacer diversas salidas en lancha para disfrutar de las bellezas que en fauna y flora ofrece el Parque Nacional Natural de Utría; se puede visitar el municipio de Nuquí, ubicado al sur de una gran bahía donde abundan los delfines, los peces voladores, grandes islotes y donde las olas ya tienen reconocimiento internacional por su forma ideal para la práctica del surf. También se puede dar la vuelta para llegar a las playas de Bahía Solano, rodeadas de encantos tropicales y con unas aguas de azul profundo ideales para practicar buceo.
Un padrino
Además de ser testigo de la reproducción de una especie, el visitante a El Almejal puede convertirse en padrino y adoptar una tortuguita. De esta manera ayuda a su protección.
El primer año del programa de conservación de golfinas, César Isaza asumió los costos y corrió con la financiación del programa. Sin embargo, los altos costos de sostenimiento lo llevaron a desarrollar una estrategia para involucrar al turista.
Se trata de una tarjeta de adopción que acredita a quien la adquiere como Amigo de las Tortugas Marinas a cambio de una contribución económica de 5.000 pesos.
Es importante anotar que las tortugas que se liberan regresan a poner sus huevos en el mismo lugar donde nacieron.
"Hasta ahora la respuesta de adopción de los huéspedes ha sido muy satisfactoria y oscila entre el 70 y el 80 por ciento de la financiación del programa en El Valle.
Este plan padrino refuerza la labor que realizan en Colombia organismos internacionales como WWF. Esta entidad apoya la realización de una propuesta formativa dirigida a las poblaciones locales de la Costa Pacífica, donde algunas tortugas golfinas migran anualmente para anidar.
La propuesta, denominada Festival de las Especies Migratorias: Viajeras sin Maletas, ha involucrado a varias organizaciones nacionales, locales y a diferentes comunidades de la región, durante sus cinco años de realización.
El objetivo del Festival es construir y desarrollar actividades de carácter participativo, orientadas a la conservación de las especies migratorias (tortugas marinas, aves y ballenas jorobadas) en el Pacífico colombiano, a través de la implementación de una propuesta pedagógica etnoeducativa que contempla el fortalecimiento del ecoturismo y el afianzamiento de la identidad cultural.
Sea usted parte de la protección natural de estas y otras especies. Disfrute de la naturaleza y protéjala.
Por la supervivencia de las golfinas
Las tortugas marinas, milenarios y enigmáticos animales que han surcado los mares durante más de 100 millones de años, hoy se encuentran en vía de extinción. Gracias a iniciativas como las del Ecolodge El Almejal se logra que sigan formando parte del paisaje natural del planeta, contrario a las malas prácticas que suceden en otras latitudes, como en la costa de Gahirmatha, en el oriente de India, donde se halla el sitio de anidación más amenazado. Allí, la población decreció de 610 mil hembras reproductoras en 1991, a cero en 1997. Durante el mismo periodo, el número de muertes de golfinas en esta zona aumentó de 5.250 en 1993-94, a 14.000 en 1997-98. Ahora que las autoridades restablecieron la tranquilidad en la zona, los hoteleros y la comunidad en general lo invitan a que conozca el paraíso que es Bahía Solano y a que disfrute del espectáculo de liberar las tortuguitas recién nacidas.