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HISTÓRICO
Todo gratis
Por JAVIER RODRÍGUEZ, Director Cámara FM | Publicado
Madonna solo fue un espejismo. Por un par de noches nuestra ciudad soñó con ser parte del circuito mundial de conciertos. Pasadas esas 48, de regreso a la cruda realidad. Una realidad que pone a temblar empresarios. Medellín se posicionó como plaza peligrosa en la mente de estos arriesgados y tercos inversores y programadores culturales; kamikazes que ponen en peligro patrimonios propios y ajenos. Lo que funciona y agota localidades en Bogotá, no es garantía de éxito en la capital de los montañeros. Músicos solistas, bandas de los más encontrados géneros. Figuras consagradas pasan con más pena que gloria por auditorios y teatros semivacíos. Nos volvimos mala plaza, y las razones son múltiples. Que somos amarrados, que cuidamos el peso, que preferimos gastarnos la plata en morcilla. Que estamos ahorrando para la siguiente despedida de Vicente Fernández. Que se ha venido simplificando la cultura musical. Que son prohibitivos los impuestos a los espectáculos. Que las docenas de trámites y exigencias para montar un show parecen diseñadas para desanimar hasta al más persistente, estoico y paciente. Pero también es cierto que perdimos el respeto por el arte sonoro. O no sabemos, o no comprendemos la dificultad que implica ejecutar un instrumento, componer una o 200 canciones. Ignoramos lo que significa el virtuosismo. Desconocemos trayectorias. Pasamos por alto premios, distinciones. Perdimos la capacidad de asombro, de sensibilizarnos frente a una de las más bellas expresiones del intelecto humano. La culpa es nuestra. Pero también debemos señalar a un medio repleto de conciertos gratis con fines nobles o a veces cuestionables (o entrada con 100 tapas de alguna cerveza); de invitaciones a los músicos a tocar gratis "para que los conozcan" (¡un bar local ofrecía cuatro bandas y una cerveza por 7 mil pesos…); de rifas de boletas que muchas veces son revendidas por ganadores profesionales de premios. Todo lo expuesto, y otras razones que deben rondar en la cabeza de quienes pierden plata como empresarios o en la cabeza de músicos locales, quienes buscan una dignificación de la profesión, también terminaron por crear una idea distorsionada (o ninguna idea) de lo que en realidad vale el talento.
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