Todos sabemos que la tributación ha sido una herramienta del Estado para hacer justicia, y así ayudar a corregir las desigualdades naturales y las que producen los sistemas culturales, políticos y económicos que configuran nuestro entorno.
Contribuir a la resolución de las inequidades es la tarea más importante que tiene un gobernante, la más humana, la más profunda. Dice Zigmunt Bauman en su hermoso texto "Daños Colaterales: desigualdades sociales en la era global" (México: F.C.E., 2011)" que de manera extraña todos sabemos que una estructura -un edificio, un puente- falla siempre por su punto más débil, pero no tenemos en nuestra conciencia que las sociedades colapsan por la fragilidad a la que están sometidos extensos grupos de la población, y advierte que "el compuesto explosivo que forman la desigualdad social en aumento y el creciente sufrimiento humano, tiene todas las calificaciones para ser el más desastroso entre los incontables problemas potenciales que la humanidad puede verse obligada a enfrentar, contener y resolver durante el siglo en curso".
Agrega que "los desastrosos resultados de la globalización no pueden resolverse eficazmente en un rincón del globo, por separado del resto del planeta. Sólo en la arena global es posible afrontarlo con perspectivas realistas de éxito perdurable".
El impuesto predial es una tributación local que tiene como misión hacer el recaudo aplicado con tarifas diferenciales y exoneraciones adecuadas, para luego invertirse en beneficio de la comunidad con énfasis, por supuesto, en los sectores con menos acceso a los derechos y los bienes que deben ser públicos. Este impuesto debe actualizarse, como lo concibe la Ley, no solo en razón del costo de vida, sino de la valoración de los bienes y las necesidades sociales.
El Alcalde de Medellín ha asumido el compromiso de actualizar la valoración de los predios y cobrar el impuesto que corresponde a cada quien por el usufructo de este bien, cumpliendo la ley y asumiendo el costo político que genera su cobro. Hay una reacción normal de los afectados por un cobro desmedido, pero la administración ha dicho que "está atenta a revisar, aclarar y resolver todas las inquietudes de los ciudadanos".
Lo que no resulta normal ni justo es que quienes más tienen se nieguen a contribuir a la construcción del bien común, que de todas maneras redundará en su beneficio; que los que lideran el reclamo sean los agentes económicos de esta sociedad que olvidan la corresponsabilidad que todos tenemos en la construcción de una ciudad más justa; y mucho menos justo es que tengan eco en la sociedad los insultos de quienes desde otra orilla política, tratan de debilitar la gobernabilidad e impedir la necesaria toma de conciencia sobre la urgencia de contribuir a reducir una brecha que es cada vez más amenazante para todos.
Medellín ha sido ejemplo de buena inversión y de focalización; de lucha contra la pobreza, de apuesta por la educación de la primera infancia y en espacios y programas de acceso público para la formación y recreación de los ciudadanos.
Ojalá Antioquia, hoy en manos de la legalidad, se atreva también a hacer justicia vía impuesto predial, que de alguna manera compensa esa desmedida acumulación de tierras, y garantice recursos para municipios sin recursos en medio de riquezas explotadas por unos pocos o indebidamente explotadas.
Revisemos a conciencia qué nos corresponde tributar, cuánto podemos y debemos compartir para contribuir al desarrollo equitativo de una ciudad en la que todos tenemos derecho a una vida plena.
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