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HISTÓRICO
Una de espías
  • Una de espías | ILUSTRACIÓN MORPHART
    Una de espías | ILUSTRACIÓN MORPHART
EL COLOMBIANO | Publicado

El espionaje internacional, esa modalidad siempre presente de la política interior y exterior de casi todos los Estados, volvió de súbito a la actualidad informativa, a pesar de que en todo el mundo se sabe que nunca ha desaparecido como forma de ejercicio del poder.

Edward Snowden, el excontratista informático que trabajaba al servicio de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y que tiene con los nervios de punta al gobierno y a los servicios de seguridad de Estados Unidos, no ha descubierto nada que los gobiernos del resto del mundo no previeran.

Lo que sí ha hecho es poner de presente lugares precisos, personas y gobernantes que han sido espiados y "monitoreados", así como reafirmar que no hay intimidad ni ejercicio efectivo de la privacidad bajo casi ninguna de las formas contemporáneas de comunicación humana.

La inquietud del gobierno norteamericano no parece centrarse en que el mundo sepa que espía en todas partes y a cualquier ciudadano del país que sea -porque no es, ni mucho menos, el único- como en el hecho de que se puedan filtrar datos concretos que desnuden verdades que prefieren conservar bajo el sigilo de la "seguridad nacional".

Snowden ha dicho que no sólo se espía a gobiernos, sino, a escala masiva y aleatoria, a ciudadanos de todo el planeta. Supuestamente para evitar planes terroristas.

Es previsible que Snowden además de haber sustraído documentación de la agencia a la cual servía, se sirva de ella como herramienta de presión y negociación para intentar una salida al laberinto en el cual decidió meterse. Acceda o no al asilo efectivo en algún país, el paquete de información en su poder es su seguro de vida.

La presión ejercida a todo nivel por Estados Unidos indica no solo que el potencial poder explosivo de la información en manos de Snowden pueda ser letal. Alzar notoriamente la voz también sirve para que, internamente, la escuchen todos aquellos que trabajan para sus agencias de inteligencia. Una disuasión para que nadie más intente filtrar información de alto valor.

Pero en esta película de espionaje a gran escala ya entró nuestro país en escena. Según O Globo, medio de comunicación brasileño de reconocida trayectoria, Colombia ha sido durante años no solo blanco del espionaje, sino objetivo de alta prioridad, tanto como México y Venezuela.

Estas informaciones que atañen a nuestro país nunca serán, obviamente, confirmadas de forma oficial, ni por el país espía ni por las autoridades del espiado. Lo cual no quita que sobre ellas se pueda investigar periodísticamente con responsabilidad y cautela.

A lo mejor nadie sabe el verdadero alcance del espionaje exterior -no solo estadounidense- en Colombia. El narcotráfico y la delincuencia internacional han llevado a múltiples mecanismos de cooperación policial, que fácilmente pueden traspasar los límites y convertirse en espionaje a gran escala en otros ámbitos. De esas cosas jamás hablan los gobiernos públicamente.

No es solo en las películas clásicas donde opera aquello de que "en caso de ser descubiertos, nuestro gobierno negará cualquier relación con esas actividades".

La única certeza, muy preocupante, es que nadie -aún sin ser terrorista o "elemento sospechoso"- puede sentirse libre de estar en la mira de remotos o cercanos equipos y agentes que saben casi todo de todos.

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