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Es un obelisco, dice el artista Alejandro Castaño cuando comienza a hablar de la escultura que reciben los ganadores de El Colombiano Ejemplar; de ese objeto que se le entrega a todos aquellos que son distinguidos por su labor en la sociedad, por su capacidad de generar valores, de guiar, de ser ejemplo.
Poseer la estatuilla resulta un honor, y hacerla es para Alejandro también un reconocimiento a su carrera. Así lo advierte, mientras explica los detalles de la obra, que en este caso es un símbolo con connotaciones artísticas por lo que ha representado el autor en el mundo de la plástica colombiana.
Un obelisco con sus cuatro caras trapezoidales en las que aparecen grabadas palabras que se relacionan con el ser de El Colombiano Ejemplar. La honestidad, el compromiso, la responsabilidad, la autoestima, la ternura, la fidelidad, la proyección, la decisión, el optimismo, la alegría para iniciar proyectos, para convocar, para liderar propuestas de largo aliento en comunidades grandes y pequeñas. Palabras que son un detalle en el diseño y que recuerdan los obeliscos primeros, del antiguo Egipto, que en sus caras tenían jeroglíficos grabados.
En su forma, es una obra coherente con el estilo que Alejandro Castaño ha desarrollado a lo largo de su carrera artística. Este Maestro en Artes de la Universidad Nacional, seccional Medellín, donde ahora es profesor, es reconocido por sus piezas tridimensionales en las que el ser humano es fundamental, y por eso el obelisco tiene en su cima un grupo de personas que nos representan a todos de una manera genérica, dice el escultor, pues todos podríamos llegar a ser llamados así, Colombianos Ejemplares.
El obelisco simboliza un hito, es homenaje. Es fuerza y estabilidad. Está relacionado íntimamente con la creación, con lo que se es capaz de ser y llegar a ser. Es un punto de encuentro. Es una especie de rayo que ilumina el espíritu y la imaginación.
No en vano, en numerosas ciudades del mundo, los obeliscos construidos en calles y avenidas tienen una significación referencial.
Para Alejandro es, además, un símbolo de vida y memoria y, en este caso, se le da una mayor fuerza con los personajes que ocupan su parte superior y que están de pie en una verticalidad que sugiere la acción, el hacer para los otros.
Una estatuilla elaborada en resina con polvo de mármol negro. Los ganadores de El Colombiano Ejemplar, cuando la reciben, sienten emoción y orgullo. Tenerla es un honor, sin duda.