Desde que tenía tres años ha estado metido en la piscina Olímpica, la que prácticamente se volvió su casa.
Los clavados son su obsesión, esa que a los 16 años lo convirtió en uno de los mejores prospectos de esta disciplina acuática.
El temor que sentía desde la primera vez que se subió a la plataforma de diez metros convive con Juan Guillermo Ríos, pero ya lo sabe manejar. Además de los saltos, goza cacharriando con los computadores, uno de sus pasatiempos.
A la natación llegó por iniciativa de sus padres, que luego de enseñarle durante dos años los encantos del agua, aceptaron encantados la convocatoria que realizó el Cifar (Centro de Iniciación y Formación para el Alto Rendimiento) en la que recibió la instrucción de la entrenadora cubana Celia Torrado, para ir después a los clavados debido a su fenotipo -conformación física- que se adaptaba a este complejo deporte.
Juan Guillermo, además de ser un consagrado atleta a tan temprana edad, es vegetariano y práctica la religión Brahama Kumaris, la que se opone al sacrificio de los animales, en la que se debe guardar absoluto respeto por la gente, manejar la pureza y practicar el sexo únicamente por amor, además de inculcar la absoluta fidelidad con la pareja.
Para Ríos Lopera, los clavados son una profesión, esa que le ha valido un espacio de importancia como nuevo referente de la camada joven. En el momento cuenta con el apoyo de la Liga de Natación de Antioquia, de Indeportes Antioquia y de la firma Puppet, que le costeó la primera salida internacional.
En once años de estar en los clavados, sus experiencias se comienzan a reflejar en la hoja de vida deportiva con dos medallas panamericanas en trampolín de tres metros, y la casilla 11 en la final del Mundial de mayores, al lado de Víctor Hugo Ortega, en la plataforma de diez metros disputada hace pocos días en Shangai, China.
El habitante del barrio Robledo ha ascendido, paso a paso, por la escalera del éxito, esa en la que se ha valido de espejos como Juan Guillermo Urán -"nos apoya mucho"-, opina, pero trata de tomar lo mejor de varios saltadores para hacer una amalgama de virtudes en la formación.
Los estudios universitarios figuran en los planes venideros tras haber validado el décimo grado, ya que el año pasado afrontó la doble jornada de entrenamientos con miras a los certámenes internacionales, que le copaban el día. La Ingeniería de Sistemas es una de sus metas.
Quienes están a su lado, en el codo a codo de los entrenamientos, reconocen los progresos que recogió durante estos años de trabajo en los trampolines y las plataformas.
"Con Juan hacemos una excelente pareja de competencia. Qué bueno sería que una universidad le diera la oportunidad de apoyarlo, porque, por ejemplo en la Universiada podríamos conseguir algo destacado", resalta su colega y amigo Víctor Hugo Ortega, quien adelanta Derecho en Eafit.
Mientras tanto Juan Guillermo hace el curso en la piscina Olímpica, esa que se volvió su casa desde niño.
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