“Mi papá se llevó tremenda sorpresa el domingo cuando miró la primera página de EL COLOMBIANO y se vio bajándose del Tranvía, por allá en el año 1951. Pero si ese soy yo y el que está detrás es mi hermano”, comentó su hija Isabel Carolina Gómez, quien estaba con él cuando se reconoció en el periódico.
En la imagen se ve a un hombre alto, impecablemente vestido, tipo europeo y descendiendo del tranvía, en pleno centro de Medellín, cuando lo sorprendió un fotógrafo con un rafagazo de flash.
Ese joven era Jorge Ernesto Gómez Ramírez, 64 años atrás. Ayer, a sus 83 años, acompañó EL COLOMBIANO en un recorrido por el nuevo tranvía de Ayacucho. En su viaje reflejaba la alegría de montar en un moderno sistema, que llegó para transformar a Buenos Aires, sus barrios vecinos y amplias zonas del centro de Medellín.
“No recuerdo quién tomó esa foto, nunca la había visto e imagínese la sorpresa que me llevé el domingo pasado cuando salí con mi familia a almorzar, compré el periódico y me reconocí en la portada, con apenas 19 años, y vi detrás a mi hermano, de quien acababa de despedirme”, dice don Jorge Ernesto.
Con la fotografía en sus manos volvía a mirarse y mirar a su hermano, Manuel José, quien murió hace tres años. “No puedo creer que después de tanto tiempo esta foto me traiga tantos recuerdos. Él tenía 22 años, era mayor que yo tres años. Lo extraño mucho”, reflexiona el viejo con sus visiones del pasado, mientras observa la ciudad que se renueva, gracias al regreso del tranvía.
Su avanzada edad y una leve sordera, la compensa con una memoria casi infinita. Revivió aquel momento de 1951. Contó que ese día llegó a Medellín con su hermano, procedentes de Cali, con destino a El Santuario.
“Allí vivían nuestros padres y nosotros nacimos en ese municipio, pero con otros dos hermanos nos fuimos a montar una empresa de la confección en Cali”, comenta.
Como nos movíamos en ese mundo de la moda en la capital del Valle teníamos un sastre personal, Agustín Mera, quien nos hizo los cachacos sobre medida para viajar a Medellín.
“Una vez llegamos a la capital paisa, nos dirigimos en tranvía a visitar a un tío odontólogo, José Tobías Gómez. Al regresar al Centro tomamos de nuevo el tranvía y nos quedamos en Bolívar al pie del Parque de Berrío, frente al edificio Henry. Fue en ese instante en que nos sorprendió un fotógrafo y esa imagen fue la que publicó el periódico en su especial del domingo pasado sobre el tranvía de Medellín”.
Los recuerdos se atropellaron unos con otros, momentos maravillosos de un hombre trabajador y visionario empresario que tuvo dos matrimonios y nueve hijos, siete en el primero y dos en el segundo. Su vida transcurrió entre Cali, Armenia, Medellín e Itagüí. De su billetera sacó una vieja foto, color sepia. En la imagen llevaba puesto el mismo cachaco de la publicación.