Es típico de las ciudades. Diversos aspectos de la vida que se mueven entre toneladas de concreto, que expande por necesidad las estructuras grises, afectan la salud de los árboles; seres vivos que cada vez más terminan desplazados por la muerte, ya que ante la violencia no pueden marcharse a otro lado.
Tomando alguna distancia de las consideraciones que puedan tener los expertos, que hablan de hongos e insectos como los principales males que afectan la vida vegetal, se podría decir también que es el ser humano el que termina por convertirse en su principal enemigo.
Son millones de pisadas que hacen cada vez más duro el suelo de las zonas verdes, que al mismo tiempo son cada vez más escasas de acuerdo con las necesidades constructivas. Hay clavos que los convierten en soportes vivos para una lámpara o un alambrado. Basuras y toda clase de sustancias que contaminan el suelo, sin contar con que las costumbres sumadas de 2,5 millones de personas llegan a afectar hasta el clima al que las especies se han adaptado por décadas y siglos.
Expertos de la Universidad Nacional, que se centraron desde 2010 en la salud de 15 especies de árboles en el Valle de Aburrá y luego ampliaron el espectro a 25 especies, concluyeron en 2013 que el 6,2 por ciento de los árboles tenían deterioro que comprometía sus vidas. El estudio fue contratado por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, autoridad ambiental, con el objetivo de emprender acciones para cuidar de los árboles y garantizar el desarrollo de los que se siembren.
Se evaluaron en principio las condiciones sanitarias de 11.710 individuos, entre los que se encontraron 720 con señales de afectación relevante. Se identificaron además 22 tipos de insectos y 23 clases de hongos, una bacteria y un nemátodo (gusano redondo) asociados con su deterioro.
Son más los enfermos
Según el ingeniero forestal Mauricio Jaramillo Vásquez, consultor independiente con amplia experiencia en trabajos con árboles urbanos, entre el 60 y el 65 por ciento de los árboles que hay en la ciudad manifiestan problemas fitosanitarios, aunque la mayoría no son graves ni se vuelven plagas o amenazas.
Antes de iniciar las obras del proyecto Parques del Río Medellín, en el sector de Conquistadores, la Alcaldía de Medellín ofreció —cuando tenía en marcha la tala requerida en el área de trabajo— un diagnóstico del 50 por ciento de árboles enfermos.
El experto explica que entre las razones que provocan el deterioro y a veces la muerte de los árboles, están ataques de enfermedades, de hongos e insectos. Incluso el clima los afecta.
“La atemporalidad que se está presentando en el sistema climático, en términos de temperatura y pluviosidad, hacen también que las especies se vean afectadas en el estado fitosanitario”, señala.
Anota que cuando hay temperaturas altas y faltan las lluvias, hay insectos que atacan y no todas las especies responden positivamente. En época lluviosa hay especies que son muy susceptibles a la humedad o al problema de drenaje en el suelo. También se perjudican con prácticas inadecuadas de riego o de poda.
Señala además que todas las zonas verdes en la ciudad están deterioradas por la compactación y la contaminación que se originan en el ser humano.
“El estado fitosanitario de los árboles en la ciudad no es el mejor, pero tampoco es el peor. En otras ciudades, en términos generales, la situación es similar”, señala el experto.
Jaramillo Vásquez encuentra en la diversidad una posibilidad para asegurar que los factores que deterioran los árboles no se conviertan en plaga.
“Medellín es una ciudad que puede tener fácilmente 500 especies. La frecuencia de todas ellas no es la misma, pero eso hace que las plagas o ataques de hongos no se propaguen uniformemente porque cada especie responde a unas condiciones propias. La diversidad hace que se mantenga cierto grado de control aunque su estado fitosanitario sea de regular a malo”, concluye.
El diagnóstico
Según un informe enviado a este diario por el director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, Eugenio Prieto Soto, en el ejercicio de autoridad ambiental la entidad registra en la última década deterioro progresivo y muerte de árboles y palmas en las zonas verdes urbanas del Valle de Aburrá. “Este fenómeno se ha intensificado en los últimos cinco años, no solo en el número de especies, sino también en la cantidad de individuos”, advierte en el texto.
A partir de pruebas de campo y de laboratorio, se han venido aplicando tratamientos con el fin de contener o revertir el deterioro y muerte en 15 especies. Se han aplicado fertilizantes, fungicidas e insecticidas sistémicos (con inyecciones en el tronco del árbol) y podas fitosanitarias, además de riegos para contrarrestar el efecto del estrés hídrico y la asimilación de fertilizantes. “Esto se continuó en unas fases siguientes del convenio con la Universidad Nacional, con el fin de evaluar con mayor profundidad los efectos de los tratamientos aplicados”, confirmó Prieto Soto.
Según el Informe del Estado de los Recursos Naturales y del Ambiente Municipio de Medellín 2014, de la Contraloría General, en 2013 la ciudad disponía de 1,82 metros cuadrados de zonas verdes por habitante, cuando la OMS recomienda 10 metros cuadrados por habitante.
Al final de la pasada Administración, la Secretaría de Infraestructura señaló que la inversión de 29.431 millones de pesos sirvió para el mantenimiento de 1.127 parques y zonas verdes (reportó que se construyeron 29 y se mejoraron 46). La entidad aseguró que a 2015, la ciudad superó los ocho millones de metros cuadrados de zonas verdes.