El proyecto de la primera granja penitenciaria en Antioquia, con pocos antecedentes en el país, es visto con optimismo por expertos y autoridades, siempre y cuando no se incurra en la misma problemática que aqueja hoy al sistema: el hacinamiento.
La Gobernación departamental, junto a las alcaldías de Medellín y Yarumal, avanza en la implementación del modelo en ese último municipio y se espera que en el segundo semestre haya diseños de lo que sería una cárcel en la que sus internos trabajen en el cultivo de productos agrícolas.
Según el abogado penalista y docente de la Universidad de Antioquia e investigador del tema penitenciario Julio González, la idea de cárceles-granjas o colonias agrícolas, cómo era llamada, se formuló a finales del siglo 19 bajo la premisa de que las prisiones eran costosas de mantener y generaban problemáticas asociadas al ocio.
“En los códigos actuales no se habla de colonias agrícolas, pero se sigue manteniendo la idea de que el trabajo de los presos podría representar un ingreso para ellos y sus familiares, además de adquirir un oficio o un trabajo que, una vez estén libertad, les permita reinsertarse con mayor facilidad a la sociedad”, apuntó.
A Colombia la idea de cárceles-granja llegó en la década de los 30. González, anotó que los intentos iniciales fueron en los Llanos Orientales. “Nunca funcionó bien, no se le dio buena organización, se llevó a la gente a hacer tareas inútiles, además eso se mezcló con el conflicto”, añadió.
Una prisión más humana
Actualmente en el país, solo la Colonia Agrícola de Acacías cumple esa función de cárcel en la que los internos realizan labores agrícolas, y es considerado el mejor centro penal del territorio nacional.
En esa línea, se plantea, sería la de Yarumal, que estaría ubicada en el antiguo seminario Cristo Sacerdote, propiedad de la diócesis de Sonsón.
El ministro de Justicia, Enrique Gil, reveló que se encuentran en una fase de negociación con los dueños del predio y confió en que ese penal agrícola de Yarumal sea un sistema modelo carcelario
“Es un proyecto que nos permite implementar una política criminal humanística, en cumplimiento de los fines de la pena y buscando la apropiación de estándares internacionales en lo que respecta a las personas privadas de la libertad”, subrayó.
Con respecto a la implementación del modelo, el profesor González explicó que a los internos se les paga mensualmente por el trabajo realizado en las granjas, pero el dinero va a un fondo y les será entregado cuando recobren la libertad. En algunos casos, agregó, una parte de la remuneración se les puede dar a sus familias.
Para Jorge Carmona, asesor de Derechos Humanos de la población carcelaria, la iniciativa es una apuesta fundamental en la humanización de los centros penitenciarios, pero si se le da un manejo adecuado, diferente al que han venido teniendo cárceles como Bellavista y El Pedregal.
“Antioquia necesita espacios como este y de manera urgente. La gente está cansada del interior de los centros carcelarios, de estar hacinados, en bodegas humanas, de vivir junto a otros en un espacio de 30 centímetros. Así la gente no se puede resocializar”, concluyó.