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No pasa una hora en los hogares de la capital antioqueña sin que uno de sus miembros sea maltratado en forma verbal, física, sicológica, sexual o incluso hasta la muerte. El fenómeno se multiplica cuando las víctimas son mujeres y niños.
Aunque en este reportaje damos cuenta solo de la situación de Medellín, el pasado fin de semana EL COLOMBIANO fue testigo del drama de una niña, de unos cuatro años, por su aspecto general, con un grave grado de desnutrición, que en el parque de Envigado, se le arrodillaba a su madre, una mujer de unos 30 años, pidiéndole perdón. “Mami, perdóname, nunca más lo volveré a hacer, no me vayas a pegar en casa...”, le repetía una y otra vez la criatura a una impasible mujer o madre, que la miraba con odio, mientras le advertía que se tuviera “fino”.
¿Qué hizo esa criatura?, nada, absolutamente nada, qué puede hacer una niña a esa edad para someterla a tal tortura, la misma que destrozó a quienes presenciaron el hecho. La única “falta” posible de esa bebé fue haber nacido en una sociedad que, de manera sistemática, maltrata a los niños, o ser la hija de una mujer que seguramente nació, vivió y morirá maltratada.
El último estudio (27 de septiembre) del Sistema de Información para Seguridad y la Convivencia, Sisc, de la Secretaría de Seguridad de Medellín espanta. Sostiene que el fenómeno de la violencia intrafamiliar se incrementó en la ciudad en el 17, 1 % con relación a igual período de 2014. Se pasó de 3.531 casos a 4.136 este año.
De ellos, 3.501 fueron denunciados por mujeres (hay un aumento del 18,5 % con relación 2014), y 634 de hombres (con un incremento del 10,1 % frente a 2014).
El rango de edad más afectado es el de los 18 a 26 años, con 835 episodios, mientras que en 2014 fueron 713, con un incremento del 17,1 %.
Por tipo de violencias la agresión psicológica con 1.697 casos ocupa el primer lugar, frente 1.246 en 2014, para un aumento del 36, 2 %, le sigue la agresión física. Este año hay un reporte de 1.434 casos, frente a 1.374 de 2014. Luego está el maltrato con 697 casos. En 2014 fueron 635.
La comuna de El Poblado tiene un alto incremento este año en denuncias. Pasó de 48 en 2014 a 83, en 2015, con un aumento del 72,7 %.
En su trabajo social y policial para tratar de reducir este fenómeno la Alcaldía tiene importantes programas con las comisarías de familia y las inspecciones de Policía.
Al respecto, el vicealcalde de Gobernabilidad y Seguridad de Medellín, Luis Fernando Suárez, reconoce que si bien las estadísticas son altas, las mismas no reflejan el problema real, toda vez que hay muchos casos que no se denuncian. “Cuando uno mira el mapa de Medellín se da cuenta que el problema está creciendo en comunas como la uno, la dos, tres cinco, la seis, la ocho y la 14”.
“Hicimos un trabajo con la Universidad Eafit para diseñar la Política Pública de Seguridad y Convivencia y, hay que decirlo, se encontró que en muchas de estas comunas los que resuelven estos problemas son los jefes de los combos delincuenciales”, comentó.
Los comisarios de familia son los intermediarios para tratar de resolver el conflicto, pero la realidad es que muchos casos se escalan, no se resuelven y terminan con un feminicidios, expresó Suárez.
Si hay agresiones constantes, lesiones personales que generan incapacidad, tentativa de homicidio y homicidio, se convierten en delitos que deben conocer la Fiscalía y los jueces, pero las herramientas de los comisarios solo se quedan en tratar de conciliar y resolver el conflicto para que no escale.
Felipe Lopera, investigador de Eafit, dijo que un estudio realizado durante el último año por el centro de Análisis Político de la Universidad y la ONG internacional Open Society Foundations, ha identificado que en las comunas más populares tiende a incrementarse este tipo de violencia. También hallaron que el control lo ejercen los combos delincuenciales, “a pedido de la comunidad”.
“La explicación que le damos desde esa investigación, es que el tipo de “justicia” que estos delincuentes ofrecen es mucho más rápido y eficaz, porque viven en el mismo barrio y es más fácil contactarlos y, sumado a ello, lo que hacen es un proceso abreviado para enfrentar estos conflictos”.
Pero también han detectado que paralelamente a esta alternativa ilegal también acuden a la denuncia ante las autoridades. Frente a la crisis, los investigadores concluyeron que la reacción de los cuadrantes de la Policía debe ser más rápida, contar con mecanismos más eficaces de denuncia, para que la misma no solo se quede en la línea 1,2,3, e impulsar con personal capacitado y recursos las secretarías que tienen que ver con el tema como la de Gobierno, la de las Mujeres y la de Inclusión Social.
El panorama se ensombrece por la pobre confianza que tienen los ciudadanos frente a las autoridades. El informe de percepción ciudadana de Medellín Cómo Vamos, presentado el pasado viernes, es elocuente: el 62 % de los entrevistados reconoció que no denuncia los delitos. De estas personas, el 21 % no lo hace porque desconfía en las autoridades y el 23 % por temor a represalias.
Rocío Pineda, exsecretaria de las mujeres de Antioquia, explicó que, como lo demuestran las estadísticas, la mujer es la principal víctima de la violencia intrafamiliar, porque aún persisten en la sociedad patrones culturales y de ciertos estereotipos que ven a las damas como un objeto que se puede coger y violentar sin ningún problema.
“Estos modelos están tan arraigados que tanto hombres como mujeres lo permiten”.
Alertó que lo que antes se miraba como algo natural que se aceptaba, acataba, silenciaba y asumía por parte de las mujeres, hoy, por fortuna, el fenómeno es un delito cuando la conducta es repetitiva, en presencia de los niños o hay agresiones o feminicidios.
Aunque el porcentaje no parece “significativo”, la violencia intrafamiliar también incluye a los hombres. Según datos de Medicina Legal, el 85 % de víctimas de violencia conyugal son mujeres y el resto hombres. “Creo que la mayor educación, la mayor denuncia van poniendo en la arena pública una serie de fenómenos silenciados y escondidos, porque también se ve la agresión de padres a hijos e hijos a padres, porque hay ausencia de valores de ética civil, que por muchos años estuvieron permeados por las conductas morales religiosas, predominantemente católicos”, comentó Pineda.
La coordinadora en Antioquia de la Ruta Pacífica de las Mujeres, Teresa Aristizábal, anotó que los índices de violencia intrafamiliar vienen aumentando considerablemente en los últimos años y se enmarca con otras violencias como la económica y la feminicida, por amenazas de muerte, lo que afecta a las mujeres, los niños, las niñas y adolescentes.
En cuanto a las acciones del Estado para enfrentar el fenómeno aseveró que se quedan cortas, en especial por la forma como se asume en las comisarías de familia, que con la Policía son las primeras entidades que enfrentan los casos.
“El año pasado una mujer en Guarne estuvo en una comisaría con su esposo. Él pidió perdón y dijo que no volvería a hacerlo, pero luego la asesinó o sea que de la violencia intrafamiliar, si no hay un control puede terminar en feminicidios”, comentó.
El fenómeno de la violencia en los hogares, a veces, toma rumbos tan complejos como el aumento del embarazo infantil y de adolescentes en Medellín.
“Las niñas ante el maltrato a que son sometidas en sus hogares prefieren desapegarse del núcleo familiar y se hacen embarazar con la esperanza de organizar su hogar”, concluyó la experta.
Uberney García, abogado de apoyo de Comisarías de Familia de Medellín, dijo que en estos momentos la violencia intrafamiliar no es conciliable y si la víctima es una mujer estos despachos envían el caso, por oficio, a la Fiscalía para que se investigue si hay violencia contra ella o no.
Explicó que las comisarías atienden solicitudes de protección de las víctimas de violencia intrafamiliar de acuerdo con las Leyes 294 de 2006, 575, de 2000, y su decreto reglamentario 652, y la Ley 1257 de 2008 y sus decretos reglamentarios.
Igualmente, las solicitudes de restablecimiento de los derechos inobservados, amenazas o vulnerados, de los niños, niñas y adolescentes conculcados por la violencia intrafamiliar, de acuerdo con la Ley 1098, de 2006.
Devolver la paz en los hogares resulta tan complejo o quizás más que devolverle la paz al país, toda vez que implica romper con conductas aprendidas socialmente.
En el caso de Medellín, el abogado García plantea contrarrestarla aplicando la normatividad vigente en favor de las víctimas y contra el maltrato doméstico de los niños.
Como medida preventiva, se creó la estrategia “Pisotón”, con la que las comisarías deben acompañar el desarrollo de las familias confinadas a su intervención, mediante una gestión dinámica que genere sinergia.
“Por lo anterior, estas deben apoyarse en estrategias de prevención y atención que permitan intervenir a temprana edad de manera integral y efectiva las conductas que ponen en riesgo o vulneran los derechos de los niños, niñas y adolescentes y sensibilizar a los padres de familia o cuidadores principales en temas relacionados con pautas de crianza, con el objeto de prevenir el maltrato infantil y la aparición de la violencia intrafamiliar o para mitigar los efectos cuando estos fenómenos ya han aparecido.
Mientras nos ponemos de acuerdo en pro de la convivencia y el reconocimiento de los derechos de todos y cada uno de los miembros de la familia y la sociedad, los ciudadanos seguirán respondiendo, como el fin de semana a Medellín Cómo Vamos: el 70 % castiga a los niños de manera frecuente, el 21 % de manera más o menos frecuente y el 9 % de manera nada frecuente.
Para rematar, el 38 % de las agresiones contra los niños es la sexual.