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Aunque en Medellín hace más de dos años no se muere un niño por desnutrición, en seguridad alimentaria la vida no es color de rosa para miles de familias -el 53,6 % del total- que viven la angustia de no tener una jornada que les garantice al menos los tres “toques” del día: desayuno, almuerzo y comida.
El testimonio de Yenni* (una joven madre soltera con dos hijos y sin un padre que responda por ellos) evidencia la situación.
-Para darles alimento a ellos mi familia me colabora un poquito y yo me ayudo con la venta de chatarra o cobre, pero eso no alcanza-, dice Yenni, que reconoce que sus dos pequeños (uno de cuatro años y el menor de 9 meses) tienen problemas nutricionales ya que nunca han disfrutado una buena y sana alimentación.
El bebé, incluso, sufre las consecuencias de la deficiencia nutricional de la misma Yenni, quien muy pronto dejó de producir leche materna, el alimento vital para su bebé.
-Me toca comprar un tarro que vale $65 mil y me dura quince días, me toca hacerlo rendir mucho-, explica.
A veces, o mejor muy seguido, les pide a amigos que le ayuden, pero pocas veces funciona, pues ninguno la apoya sin exigirle algo a cambio.
“Como está mi situación haría lo que fuera por tratar de sobrellevar esta situación y alimentar bien a mi hijo. A veces no aparece esa persona que me ayude, mi mamá trabaja por días y es muy poquito lo que consigue y encima tenerme que ayudar... no le da-, dice Yenni con los ojos tristes, grandes pero amargos, de la mujer que sabe los sufrimientos de sus hijos. Y seguro luchará hasta más no poder para no dejarlos “morir” de hambre en una ciudad hundida en los lujos pero lejana a las angustias de su humilde casa en Robledo.
Esteban Gallego Restrepo, director técnico de la Unidad de Seguridad Alimentaria de la Secretaría de Inclusión Social y Familia de la Alcaldía, no niega que miles de familias de la ciudad vivan esta situación: el no tener cómo hacer un mercado que garantice una adecuada nutrición de todos los miembros del hogar.
-La desnutrición es un tema que afecta gravemente la competitividad. Uno diría (apoyado en los indicadores) que en Medellín y Antioquia no debería morirse ningún niño por desnutrición y de hecho hace más de dos años no se conocen casos-, comenta.
Pero aborda el tema de la Seguridad Alimentaria, un concepto más amplio que abarca asuntos como la disponibilidad, el abastecimiento, el aprovechamiento y el acceso a los alimentos. Colombia aún no padece desabastecimiento ni falta de disponibilidad, pero el acceso sí es limitado para muchas familias que intentan estirar al máximo un salario mínimo de $600 mil buscando que alcance al menos para comprar arroz, manteca, papa y panela, o rebuscándosela hasta en la mendicidad cuando no hay empleo.
Gallego explica que la inseguridad alimentaria se mide en la escala llamada Percepción de Inseguridad Alimentaria, que revela si una familia sufre niveles de desnutrición aguda, crónica o severa.
-Los indicadores para Medellín y Antioquia se han venido mejorando en los últimos cinco años y son ejemplo a nivel nacional-, asegura.
En efecto, desde 2010 hasta 2015, la Percepción de Inseguridad Alimentaria a nivel global en Medellín pasó de 58,6 % a 53,6 %, indicador de una reducción de 5 puntos que, a juicio de Gallego, es muy prometedora, pues quebrar un solo punto la curva es de por sí complejo. A nivel rural el caso es más grave que a nivel urbano: en el rural (los corregimientos) se pasó de 72,9 % en 2010 a 60,6 % en 2015; a nivel urbano se pasó de 55,6 % a 52,3 % en los cinco años.
Por zonas, los casos más graves se dan en la Comuna 2 (Santa Cruz), donde la inseguridad alimentaria azota al 77,9 % de las familias. En El Poblado el tema afecta al 8 %.
En la Comuna 6 (12 de Octubre) la inseguridad alimentaria la vive el 63,6 % de las familias. Y de allí es Leidy Álvarez, que con una hija de 4 meses y también sin un padre que responda, vive un drama cotidiano casi igual al de Yenni para sacarla adelante.
-Él no me da nada, solo me humilla, entonces no lo voy a demandar. Como pueda voy a salir adelante con mi niña. Mi mamá (que vive en un pueblo) me gira ayudas, pero no es suficiente-, cuenta Leidy con su mirada profundamente hundida en la tristeza mientras espera que su niña, afectada de neumonía, se recupere en el Hospital Infantil Concejo de Medellín.
A este hospital llegan las ayudas de la Fundación Éxito, que apoya a 20 instituciones que en Medellín trabajan contra la desnutrición.
Cuenta Diana Sepúlveda, nutricionista, que su Fundación hace énfasis en la alimentación de las maternas, desde la gestación hasta los dos primeros años de vida del niño, que son claves para que este adquiera los elementos nutricionales suficientes para un mejor desarrollo. Madres bien alimentadas alimentan bien a sus niños, es la consigna.
-La Fundación Éxito no atiende directamente a los niños en jardines sino que apoya con recursos a las instituciones debidamente acreditadas y con experiencia que trabajan por ellos-, detalla.
Aunque Medellín invierte por año más de $125.000 millones en atención a las familias más vulnerables, los recursos no alcanzan y es gracias a fundaciones y bancos de alimentos como se abarca más sectores. Leidy, por ejemplo, mientras permanece todo el día en el hospital pendiente de su niña en Cuidados Intensivos, recibe alimentos con recursos que aporta la Fundación, como lo hace en otros hospitales e instituciones.
En todo el país, en 2015, invirtió 18.000 millones. En Antioquia fueron más $4.000, la mayoría en Medellín. Esta fundación es solo un ejemplo de decenas de otras que trabajan en favor de la nutrición de personas de escasos recursos.
La meta de la Alcaldía es lograr que 1.600 familias monten huertas caseras, pensando que así los grupos y comunidades más vulnerables garanticen acceso a una alimentación adecuada. Con programas como los restaurantes escolares, Medellín Solidaria, los Jardines Infantiles Buen Comienzo y los comedores del Adulto Mayor, se busca mejorar la situación, que desde las cifras es dramática.
Que 53,6 % de las familias de Medellín se levanten cada mañana a mirar edificios suntuosos pero no sepan qué van a comer o cómo van a conseguir el alimento del día, llama a la reflexión. Una frase de Leidy nos lo dice todo:
-No me sale alimento. Un tarro de leche, de la más barata, me vale $26.000, debe durar 4 días pero lo hago estirar 7, es triste pero me toca así...-.
*(Nombre cambiado
por petición de la fuente).