Caminar en distancias cortas, ir en medios no motorizados en distancias medias y viajar en transporte público en las trayectos largos, son algunas de las recomendaciones que, en un decálogo, hacen ocho universidades de Medellín -públicas y privadas- que ayer realizaron la jornada Día sin carro y sin moto en sus instalaciones.
La jornada fue la expresión tangible de un grito, si se quiere desesperado, que lanza la academia por la calidad del aire de la ciudad, que ha sufrido un deterioro paulatino debido especialmente al crecimiento del parque automotor, teniendo en cuenta que las fuentes móviles aportan cerca del 80 % de la contaminación. En el Valle de Aburrá, hasta agosto, se contaban 1’347.067 vehículos matriculados.
“Somos un valle entre montañas y con condiciones desfavorables y cambiantes, y si llueve en el momento en que el aire no tiene su movimiento natural, esa lluvia, en vez de lavar la atmósfera, hace que los gases se queden acumulados por falta de movimiento y dispersión”, expresó Miriam Gómez Marín, docente del Politécnico Jaime Isaza Cadavid.
La decisión de realizar el Día sin carros ni motos se empezó a gestar en las de universidades de Antioquia y Nacional y se unieron Eafit, UPB, la de Medellín, la Escuela de Ingeniería de Antioquia (EIA), el CES y el Politécnico Jaime Isaza Cadavid. Pero los académicos son conscientes de que no por dicha jornada se va a mejorar la calidad del aire, pues saben que es un asunto de tanta gravedad y que involucra a tantas instancias, que una sola golondrina no haría verano.
“Lo importante acá es que se representen distintas ideas de cómo mejorar la calidad del aire y cómo se van integrando elementos de salud importantes de vigilar, para tener una línea de base que permita generar acciones y políticas públicas de control”, advirtió Juan Gabriel Piñeros, médico con doctorado en Salud Pública de la Facultad de Salud Pública de la U. de A.
El académico llamó la atención sobre la importancia de tomar medidas en torno a la calidad del aire de Medellín, pues admitió que aunque aún se ignoran los reales impactos de la contaminación de la atmósfera en la ciudad, hay estudios que infieren que la situación debe ser crítica.