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Ordenan cierre de albergue en el que protegen 250 perros
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Aunque Ángela Reyes les da amor a los animales, la autoridad dice que debe acogerse a las normas. FOTO donaldo zuluaga
29 de septiembre de 2016
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La decisión del Juzgado Segundo de Caldas que ordena cerrar, en un mes, el albergue canino Los Ángeles, en la vereda La Miel, puede ser apelada por la contraparte, en este caso la señora Ángela María Reyes, fundadora y directora del centro de adopción, que en el momento alberga 251 animales.
La secretaria de Gobierno local, Daniela Ruiz Ospina, aclaró que la decisión no fue tomada por la Alcaldía como tal sino por parte de una inspección que siguió un procedimiento jurídico tras las denuncias instauradas por los vecinos del albergue, que se quejaron de las molestias que ocasiona el lugar en una zona, aunque veredal, rodeada de casas, fincas y hasta una escuela.
“La decisión fue tomada en derecho, es un proceso administrativo y la inspección la toma basada en que por asuntos del Plan de Ordenamiento Territorial, el lugar no es apto para la actividad que se realiza allí”, explicó la funcionaria y aclaró que contados desde el martes 27, cuando la señora Reyes fue notificada de la decisión, se tienen diez días para interponer el recurso de apelación ante la inspección.
Señaló que dadas las denuncias de la comunidad, a la autoridad no le queda otra opción que iniciar una investigación. En este caso, el inspector visita el albergue, recoge conceptos de las secretarías de Salud y de Planeación, escucha a la comunidad y a la dueña del lugar y con base en todas las pruebas, emite la resolución, en la que le recomienda a la afectada buscar otro lugar para su albergue.
“Es una decisión con argumentos, pero quiero aclarar que en la resolución no se habla de los animales ni que los estamos persiguiendo, lo hace el inspector dentro de sus facultades legales y solo basado en el tema de los usos del suelo y las afectaciones a la comunidad”, recalcó la secretaria Ruiz y admitió que tomar decisiones de este tipo siempre será complejo.
Una larga historia
El Centro de Adopción y Rescate Los Ángeles lleva 16 años de existencia y funciona hace siete años en la finca La Selva, de La Miel. La señora Reyes fue la pionera de los albergues caninos en Medellín y su altruismo en favor de los animales es reconocido por los animalistas y el propio concejal Álvaro Múnera, que ya intercedió ante el alcalde de Caldas, Carlos Eduardo Durán, buscando que el desalojo no se cumpla, pues serían 251 animales (240 perros, 10 gatos, un equino y un cabro) que irían a parar a las calles.
“El alcalde me escribió, quiere explicarme muy bien el proceso para que exploremos soluciones”, expresó Múnera.
El mandatario Durán aclara que él, personalmente, no tiene que ver en el caso, “es un procedimiento tomado por una autoridad por un problema entre privados, unas denuncias que hace la comunidad del sector, porque los perros se salen a la calle, hacen mucho ruido, los domingos es mayor el problema”.
La voz de los animales
Como vocera y defensora de los animales y del albergue, Ángela Reyes dice que no claudicará en su lucha, pues el amor hacia ellos es algo irrenunciable.
A su lado tiene a Principito, un criollo negro con ancestro pequinés que nació sin ojos y recién parido estuvo diez días abandonado, pero logró sobrevivir y tuvo la suerte de llegar a su albergue, donde lleva una vida de paz.
“Él es ciego, pero acá aprendió a no necesitar los ojos, tiene un olfato y un oído más desarrollados que los demás animales”, dice.
Señala que desde que el albergue está allí, solo en el último año han llegado las protestas. Ante el inspector, sostuvo que es objeto de hostigamientos constantes y quisiera hallar una solución que no la aviente a la calle.
“Acá trabajan ocho personas, que mantienen en perfecto estado a los animales, se esterilizan, se curan cuando llegan enfermos y se les da alimento, gastamos 180 kilos de concentrado diarios”, advirtió.
Dice estar dispuesta a irse a otro sitio, pero que sea un lugar en el que los animales estén en buenas condiciones, como en la finca La Selva, donde tienen espacios para correr y sitios especiales, como corrales para los más viejos, por sexos, por edades, por tamaños y razas y albergues para los lesionados, enfermos, mochos, sordos, cojos, ciegos y demás.
“Acá llegamos con 120 y ya tenemos 251, no estamos recibiendo más porque debemos prepararnos para diciembre, cuando se dispara el ingreso, porque la gente se va de paseo y los abandona o porque compran perros nuevos para los niños y botan los viejos”.
Incluso, el albergue es sitio de prácticas de estudiantes de veterinaria de varias universidades de Medellín. Dice que llegan colegios, escuelas e instituciones que reciben charlas de capacitación para el buen trato a los animales.
“Llegan veterinarios del Ces, La Salle, la Universidad de Antioquia, hay veterinarios que vienen dos veces por semana a revisar los animalitos y a curarlos y esterilizarlos, ellos están bien cuidados y atendidos”, recalca.
Y señala a Currulao, un criollo café al que arrollaron dos taxis en ese corregimiento de Turbo y moribundo lo llevaron a su albergue.
“El dueño lo iba a rematar con una piedra, pero se lo arrebataron, lo salvaron y me lo trajeron”, relata.
En el momento hay 30 por esterilizar, 38 mayores de 8 años que nadie quiere adoptar, 20 discapacitados, a los que la eutanasia solo se les aplica si el veterinario observa que no hay ninguna otra salida para evitar que sufran.
“El Estado no me puede castigar porque hago lo que él no hace, que es proteger los animales de calle o maltratados”, apunta Reyes, que en este caso ha sido respaldada por diversas fundaciones y personas protectoras de animales de Medellín y Antioquia.
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