Del anuncio entusiasta, hecho el pasado miércoles por la Mesa Minera de Remedios y Segovia, sobre el inicio de diálogos para buscar un acuerdo entre gobierno y manifestantes en el Nordeste, se pasó a la persistencia en la protesta y las incitaciones de violencia.
El movimiento ajusta ya 16 días, en los que ha habido cierre total del comercio y transporte, así como una veintena de heridos y un joven muerto.
Según dirigentes y trabajadores de unas 140 minas informales, las restricciones que tienen para vender el oro (un gramo diario), la criminalización de su oficio y los inequitativos contratos de operación son la sustancia que agita una movilización que tiene en crisis a las dos poblaciones.
Ayer, en un nuevo capítulo dentro de la grave situación que afronta la región, por la escases de comida y víveres y las consecuentes afectaciones de salud, se sumó el acercamiento del Esmad de la Policía al caso urbano de Segovia y el atrincheramiento de la población, con la amenaza de que, si esa fuerza pasa por el lugar de concentración, habría un nuevo choque violento como el del lunes pasado.
“Nosotros somos pacíficos, nuestra protesta también. Pero si el Esmad nos viene a provocar, no nos queda de otra que responder. Y lo haremos, porque vamos a defendernos de los atropellos y preservar nuestra labor minera que es ancestral”, dijo Yarley Marín, uno de los líderes de la protesta.
Pero el comandante de la Policía en Antioquia, coronel Wilson Pardo, ha sido reiterativo en señalar que la protesta es violenta y está infiltrada por delincuentes.