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En un verdadero problema se convirtió un cadáver en avanzado estado de descomposición que la policía de Sopetrán, en el Occidente antioqueño, encontró a orillas del río Cauca, en un sector conocido como Santa María.
Lo que tenían que hacer con el cuerpo era muy simple: tomarle una foto para enviarla a la Sijín, embalarlo, conseguirle un ataúd y mandarlo a Medicina Legal en Medellín, donde se encargarían de la necropsia y los exámenes para dar con su identidad.
Como en Sopetrán no hay morgue, los agentes llevaron el cadáver al hospital del pueblo, donde no lo quisieron recibir por razones de salubridad. Tampoco era buena idea dejarlo en la estación de policía, por el olor fétido que desprendía el cadáver, y mucho menos en la parte trasera de la camioneta que lo trasladó desde el río hasta la cabecera municipal.
Los policías de Sopetrán llamaron al alcalde, Yeison Paniagua, quien les sugirió que llevaran el cadáver al Bloque Palau, un recinto que funcionaba como institución educativa pero que actualmente, según las autoridades municipales, no presta ningún servicio a la comunidad.
Al no haber otra alternativa viable, los policías llevaron el cuerpo a la antigua escuela y lo metieron en uno de los baños. A los vecinos del sector, sin embargo, no les pareció buena idea.
“¿Por qué no lo llevaron al hospital o al cementerio?”, “aquí también nos contaminamos”, “saquen eso de aquí, por favor, se los pedimos”, “aquí nosotros tenemos derechos”, “yo vivo aquí al frente, mi niño tiene 12 días de nacido, no tenían por qué traerlo acá”, les dijeron los habitantes de la zona, que se agruparon afuera del Bloque Palau mientras se tapaban nariz y boca y trataban de contener la respiración.
Según la comunidad, la institución no está abandonada y es usada por los niños para estudiar y hacer otras actividades deportivas. De hecho, este año, la misma Alcaldía de Sopetrán invitó a varios eventos en el Bloque Palau, como jornadas de actividad física y de aeróbicos.
“No es un lugar para traer muertos”, dice uno de los vecinos que se atrevió a entrar hasta el baño donde metieron el cadáver.
Marinela Arango, alcaldesa encargada de Sopetrán, aseguró que “el espacio fue ocupado por un pequeño lapso de tiempo para cumplir con el protocolo. Posteriormente se procedió a la desinfección del lugar con los químicos necesarios -hipoclorito, detergente y ácido-, y con el personal encargado e idóneo para proceder dicha limpieza”.
De acuerdo con el comando de Policía de Antioquia, el cuerpo estuvo en la institución educativa durante una hora, mientras gestionaban el ataúd que finalmente prestaron en la funeraria del pueblo. Ese mismo martes, el cadáver fue trasladado a Medellín en una camioneta de la policía, porque la funeraria no tenía carros disponibles.