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Pese a que las autoridades locales sostienen que en el Valle de Aburrá existen 10 Organizaciones Delincuenciales Integradas al Narcotráfico (Odín), que articulan cerca de 350 combos, apenas tres jefes de esas agrupaciones fueron reseñados en la lista de los delincuentes más buscados por la Policía Metropolitana.
Se trata de Juan Carlos Mesa Vallejo (alias “Tom”), líder de la “Odín los Chatas”; Abel Garcés Londoño (“Abelito”), de la “Odín La Sierra”; y Giovanni Cataño Cadavid (“Cataño”), de la “Odín Picacho”.
El listado excluyó a los otros siete, que también dominan el bajo mundo del área metropolitana y están implicados en múltiples delitos, según reseñas judiciales. Ellos son: “Elkin Triana” (“Odín los Triana”), “Camilo el Grande” (“Odín Robledo”), “Queso” (“Odín Caicedo”), “James” (“Odín San Pablo”), “Monopepe” (“Odín la Unión”), “Mateo” (“Odín Trianón”) y “Rayo” (“Odín la Terraza”).
¿Por qué no están en la lista? y ¿acaso su captura no es urgente? son las preguntas que quedan en el ambiente.
En una rueda de prensa fueron presentadas ayer dos listas de los más buscados: 25 supuestos integrantes de bandas de crimen organizado y 14 presuntos autores de homicidios.
El evento contó con la participación del comandante de la Policía Metropolitana, general Óscar Gómez; la directora (e) Seccional de Fiscalías, Adriana Villegas; y el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, quien invitó a la comunidad a contribuir en las capturas con información.
“Claro que hay una recompensa económica, pero la mejor recompensa es la tranquilidad”, dijo el mandatario.
El cartel ofrece entre $2’000.000 y $15’000.000 como estímulo a la denuncia, y las autoridades recordaron que por “Tom” hay un ofrecimiento de 2 millones de dólares del gobierno de EE. UU.
De los 25 integrantes de bandas, apenas 10 tienen incidencia efectiva en los hilos del crimen organizado y en las disputas que afectan a Medellín. Por ejemplo, alias “Chatán” y “Hugo Pájaro”, de los combos “los Chivos” y “los Pájaros”, respectivamente, son sospechosos de participar en el conflicto que sacude al corregimiento Altavista y al sector Zafra de Belén.
Diego Corrales, analista del conflicto y director de DC Estrategia, opina que la sucesiva aparición de estos listados (el año pasado hubo otros) refleja que la capturas de cabecillas, sin el desmantelamiento de sus estructuras, “simplemente fomenta la renovación de liderazgos criminales. Hay que atacar los enlaces financieros, políticos y militares para que haya un resultado efectivo”.
Sorprendió que no hubiera menciones de ningún cabecilla de “el Acopio”, “el Diamante” y “Bello Horizonte”, cuyos enfrentamientos tienen a la comuna de Robledo como la segunda con más homicidios en la actualidad (35 casos).
Llama la atención que no haya ningún jefe reseñado de “la Viña”, banda de Manrique que la Alcaldía y la Fiscalía han señalado como la principal responsable de fleteos y robos de motos.
En cambio, sí están incluidos unos jíbaros y ladrones de celulares de “la Milagrosa” y “los Cocuelos” que, pese a causar estragos, distan mucho de ser peces gordos de la mafia.
Una de las ausencias más significativas es la de “Pedro Pistolas”, el supuesto mandamás ilegal del Centro, quien estaría detrás de un complot para matar al Alcalde.
Gutiérrez ha pedido su captura desde 2016, incluso ha confrontado a otras autoridades solicitando ese resultado, pero tampoco figura entre los objetivos prioritarios.
Jorge Giraldo, decano de la Escuela de Humanidades de Eafit y quien ha investigado fenómenos de criminalidad, sugiere que hay que reevaluar la estrategia, “porque la política de seguridad debe enfocarse en garantizar derechos al ciudadano, no solo en atacar a las bandas” (ver recuadro).
De los blancos de las autoridades locales, tan solo “Tom” es considerado integrante de “la Oficina”, la organización criminal más peligrosa del Aburrá.
En organigramas que han publicado la DEA y el Departamento del Tesoro hay cabecillas que ni siquiera tienen orden de captura en Colombia, lo que demuestra la percepción diferente que tienen los extranjeros y los locales en la persecución de ese grupo.
Desde 2014, EE.UU. ha sancionado a supuestos enlaces políticos y financieros de esa facción, como Juan Pablo Upegui (exdirectivo de Envigado Fútbol Club), Reinaldo Ochoa (“Natilla”), y el agente de Tránsito de Envigado, Nelson Isaza (“Omega”), sin que la justicia colombiana haya abierto expedientes en su contra.
Para Corrales, “hay una deuda con la verdad sobre quiénes están detrás del poder criminal, de quiénes integran esa especie de junta directiva por encima de los cabecillas operativos, que son los que salen en las listas”.
Queda en el aire la sensación de que, capturando a los 25 de la lista, no habrá una afectación contundente en la cadena del crimen organizado.