<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
x
language COL arrow_drop_down

La muerte de Alejo no detiene ataques con ácido

  • El fallecido Alejandro Correa y su madre María Cecilia Castaño. FOTO CORTESÍA
    El fallecido Alejandro Correa y su madre María Cecilia Castaño. FOTO CORTESÍA
  • Aura Luz Vélez Benjumea, de 43 años de edad, aceptó los cargos de haber sido la determinadora del crimen contra Alejandro. FOTO Robinson Sáenz
    Aura Luz Vélez Benjumea, de 43 años de edad, aceptó los cargos de haber sido la determinadora del crimen contra Alejandro. FOTO Robinson Sáenz
  • Tomás Jesús Vélez Laverde, Aura Luz Vélez Benjumea, Éiber Restrepo, aceptan cargos por el homicidio de Alejandro Correa. FOTO Robinson Sáenz
    Tomás Jesús Vélez Laverde, Aura Luz Vélez Benjumea, Éiber Restrepo, aceptan cargos por el homicidio de Alejandro Correa. FOTO Robinson Sáenz
  • Aelajandro fue despedido por una gran cantidad de familiares, amigos, compañeros de trabajo y personas indignadas por esta clase de ataques el 11 de abril de 2014. FOTO Manuel Saldarriaga
    Aelajandro fue despedido por una gran cantidad de familiares, amigos, compañeros de trabajo y personas indignadas por esta clase de ataques el 11 de abril de 2014. FOTO Manuel Saldarriaga
  • En este lugar despoblado del sector de La Ferrería en La Estrella ocurrió el brutal ataque contra Alejandro. FOTO Esteban Vanegas
    En este lugar despoblado del sector de La Ferrería en La Estrella ocurrió el brutal ataque contra Alejandro. FOTO Esteban Vanegas
  • Estas fueron las quemaduras que mostró a este diario Aura Luz Vélez un día después del ataque. FOTO Esteban Vanegas
    Estas fueron las quemaduras que mostró a este diario Aura Luz Vélez un día después del ataque. FOTO Esteban Vanegas
16 de abril de 2015
bookmark

Con una misa a la que acudieron sus compañeros, amigos y familiares, María Cecilia Castaño, despidió de nuevo el pasado 9 de abril a su hijo menor Alejandro Correa Castaño. Se cumple un año de su muerte por un ataque con ácido que recibió por parte de dos sujetos contratados, según la Fiscalía, por Aura Luz Vélez Benjumea, de 43 años de edad, con la que había tenido una relación dos años antes.

Un día antes de este fatal hecho, un martes 8 de abril de 2014, Alejandro llegaba su casa de su trabajo en TATA Consultancy Services, una empresa multiservicios donde era programador. Iba con uno de sus compañeros. Saludó a su madre, comió en la mesa y se alistó para salir a hacer ejercicio en un parque cercano a su casa, ubicada en el barrio San Francisco de Itagüí.

“Se fue a hacer ejercicio en ese parque a las 8:00 de la noche. Y mientras hacían ejercicio, esa mujer lo llamaba y le insistía. Él le dijo a su amigo, me tengo que ir a La Estrella a recoger una cosa. Y aunque su amigo se ofreció para acompañarlo, mi hijo le dijo que no se demoraba”, relató su madre María Cecilia, todavía con un taco en la garganta.

El día del horror

El relato oficial descrito punto por punto por la Fiscalía, indica que a las 9:30 de la noche entró una llamada a la central de comunicaciones 123, donde un vecino del sector de La Ferrería en La Estrella escuchaba a una persona “emitiendo voces de auxilio”. La patrulla de Policía llegó al lugar a conocer el hecho y encontró una escena como sacada de una película de terror.

Alejandro estaba desfigurado, su rostro y cuerpo quemados. Su cara, ojos, labios, nariz y clavícula habían sufrido de unas quemaduras fatales.

En ese momento, según Medicina Legal, tenía una ceguera del 100%. Sólo habían pasado 10 minutos del ataque y el ácido ya había entrado hasta sus ojos y los había afectado totalmente.

Alejandro estaba junto con Aura Luz Vélez, en una casa ubicada en la calle 73sur con carrera 63 del barrio La Ferrería, en el sector del colegio Luis Amigó, a pocos metros del lugar de los hechos donde se habían refugiado a pedir ayuda.

Allí Alejandro, con el dolor más fuerte de su vida, entró hasta la cocina y quebró el grifo del lavaplatos, cuando intentaba echarse agua en su rostro, que le ardía mientras el químico recorría y penetraba su piel.

Las dos víctimas, según la Policía, afirmaban haber sido atacadas “con una sustancia desconocida, supuestamente por robarlos”, dice el informe. Alejandro con su cuerpo y cara quemados. Aura solo con unas salpicaduras en sus piernas.

Aura Luz dijo a este diario ese día que cuando caminaban salieron a atracarlos. “Nos dijo que nos tiráramos al suelo y a él (Alejandro) le dio por pararse y nos tiraron eso. Decían que les entregáramos todo... Vi una persona y la sombra de alguien, uno a esa hora no ve bien”. Negó también la relación sentimental con Alejandro.

Lo que nunca supo Alejandro, era que se trataba de un agente químico conocido como ácido fluorhídrico. En palabras menos técnicas, el mismo ácido usado por el personaje de televisión Walter White (Walter Blanco), en la serie Breaking Bad (conocida en este país como Metástasis), para desaparecer a sus cadáveres.

Esta clase de sustancias, que la Defensoría pidió en su momento controlar y que el ministro del Interior de la época, Aurelio Iragorri respondió, un día antes del ataque contra Alejandro, que era tan ridículo como controlar la venta de “cuchillos de cocina”, hoy todavía se consiguen fácilmente en el mercado. Por ejemplo, cinco kilos de esta sustancia tienen un valor de 69.200 pesos; corresponden a un galón y medio de ácido y se compran con solo presentar la cédula o Rut de una empresa.

El ácido fluorhídrico es una sustancia irritante, corrosiva y tóxica, se afirma en textos médicos. Se usa para la disolución de minerales y lavado de fundición. Así mismo, se recomienda en caso de una quemadura leve lavar con abundante agua de kit de laboratorio, no agua corriente, y tratar con un gel de gluconato de calcio o el más extremo de los casos leche.

A Alejandro lo atacaron con 500 centímetros cúbicos, es decir medio litro. La descarga fue tanta que tuvo que ser remitido de inmediato por una ambulancia de bomberos hasta la clínica San Rafael de Itagüí y luego, en código rojo, al Hospital San Vicente, para la unidad de quemados.

“Contesté y me dijo una voz de mujer: ¡Páseme a Jeison! el hermano de Alejandro. Era esa mujer. Le dijo que llevara la billetera hasta la clínica que a Alejandro lo habían atacado con ácido. Nos fuimos para el San Rafael, allá todos me miraban con cara de terror. Me dijeron que lo tenían que remitir a San Vicente, porque estaba muy grave. Nadie me había dicho que estaba quemado. Me montaron en la parte delantera de la ambulancia y luego lo sacaron para que yo no lo viera. Yo pensaba: ¡Cómo estará que no me lo dejan ver! Me asomé por la ventana y lo vi totalmente quieto, ya estaba en coma. Estaba intubado y yo le pedía a Dios. El doctor me dijo: señora su hijo está muy mal. Hay tres opciones: se puede morir, infectar y, si se salva, queda ciego. Me puse a llorar y a orar, para que fuera la voluntad de Dios. Le comenzaron a dar infartos y al tercero se murió a las 2:00 de la mañana”, relató su madre que luego se quedó en silencio con sus ojos perdidos y entre lágrimas.

El crimen

En un principio todo quedó como un ataque producto de un atraco, el celular de Alejandro nunca apareció. Sin embargo, la Fiscalía emitió una orden de captura el 16 de abril contra Aura Luz Vélez, mujer con la que había tenido Correa una relación en el pasado, manejando la hipótesis de que la mujer estaría detrás del atroz crimen porque, supuestamente, el joven de 21 años la había rechazado. Según la Fiscalía por “no acceder a pretensiones amorosas, en razón a la amplia diferencia de edad”.

Me di cuenta de su relación en julio de 2013. Yo no estaba de acuerdo. Pero ella se aprovechó de la inocencia de Alejandro. Y aunque él la dejó ella siguió obsesionada, porque él ya tenía una nueva novia que era profesora con la que llevaba 4 meses”, aseguró la mamá de Alejandro.

En la investigación, la Fiscalía establece que Aura Luz Vélez es la determinadora del letal ataque, y que contrató a Eiber Johan Restrepo Sánchez y Tomas de Jesús Vélez Laverde, para concretar el crimen.

Según el relato de la Fiscalía, Tomás Vélez fue la persona que compró el ácido fluorhídrico el 4 de abril de 2014, en una cantidad de 500 centímetros cúbicos en una empresa de productos químicos del sector, todo grabado en un video que dio la vuelta por los noticieros nacionales. Mientras que Éiber Johan fue el encargado de arrojar el químico sobre Alejandro.

“El 8 de abril los tres (Aura Luz, Eiber Johan y Tomas de Jesús) abordaron juntos un taxi que los lleva hasta el sector del colegio Luis Amigó. Donde fue citado por Aura Luz el joven Alejandro. Fue allí donde en desarrollo del plan criminal, se aprovechan de la noche y el sitio despoblado para ejecutar el brutal ataque, haciéndolo parecer como si fuera un atraco. Procedió Eiber Johan Restrepo, protegido por un pasamontañas y acompañado a pocos metros por Tomas de Jesús Vélez Laverde. Los dos obligaron al joven Alejandro a tirarse al piso y cuando este volteó su cara hacia arriba recibió la brutal descarga del contenido de 500 centímetros cúbicos de ácido fluorhídrico, agente químico cuyo contacto ocasiona una minusvalía por penetración en los huesos”, relata la Fiscalía.

El informe pericial de necropsia del 9 de abril del 2014 señala además que el cadáver de Alejandro presentaba quemaduras de tercer grado y la opinión del perito sobre su muerte: “falla respiratoria aguda secundario a neumonitis química por inhalación de agente a determinar. Su manera de muerte: violenta homicidio”, indica el informe.

El 22 de abril de 2014 el juzgado 40 penal municipal de Medellín envió a la cárcel por el delito de homicidio agravado, con circunstancias de mayor punibilidad (es decir, por hacer sufrir a la víctima, obrar en grupo y utilizar ácidos o venenos) a Aura Luz Vélez, Éiber Jhoan Restrepo y Tomas de Jesús Vélez, que luego de varias audiencias preacordaron con la Fiscalía aceptar su culpabilidad. Fueron condenados a 20 años de cárcel, una rebaja del 45% en los tres casos, luego además de que la justicia comprobara que no tenían antecedentes penales.

Los dos primeros en acordar con la Fiscalía fueron Aura Luz y Éiber Jhoan en un juzgado penal del circuito de Itagüí. Según la mamá de Alejandro, algo que no aceptaría hoy para estas personas que atacaron cruelmente a su hijo.

La Ley 1639 de 2013 contempla nuevas sanciones a los victimarios de ataques con ácido, aunque expertos indican que los 20 años y ocho meses de cárcel impuestos contra estas tres personas son una pena alta comparada con otros ataques de este tipo, que no alcanzan ni los 10 años de cárcel. Además, si se tiene en cuenta que la mayoría de victimarios son personas sin antecedentes judiciales por lo que se les aplica la ley de buena conducta. Hay que tener en cuenta que en este caso no hubo solo lesiones derivadas del ácido, sino que se cometió homicidio agravado.

Una persona que agreda a sus víctimas con estas sustancias deberá pagar una condena entre 6 y 10 años. Si el ataque con ácido es contra el rostro y cuello, la pena mínima quedará de 8 años y la máxima de 15”, dice la ley, donde también quedó contemplado que los servicios, tratamientos médicos y psicológicos, procedimientos e intervenciones necesarias para restituir la fisionomía y funcionalidad de las zonas afectadas, serán completamente gratuitos y a cargo del Estado.

En el caso de Alejandro, después de las lecturas de sentencia se tienen agendadas las audiencias de incidente de reparación. El 16 de marzo de 2015 el defensor de la madre de Alejandro desistió de reparación en el caso de Tomás, porque no tenía propiedades para reparar. Mientras las audiencias de reparación de Aura y Éiber, están por conciliar y programadas para finales de abril e inicios de mayo.

No es el único ataque

La madre de Alejandro denunció que antes de su muerte, el 5 de marzo de 2014, Alejandro sufrió otro ataque con ácido pero de batería. Esta vez no se denunció ni se pudo establecer el autor material de los hechos, todos pensaron que había sido por robarle.

“Hacía un mes, el 5 de marzo, le habían hecho otro atentado. Estaba cayendo un aguacero cuando el salió del trabajo y se estaba escampando en el Banco de Occidente. Llegó un muchacho y sin preguntarle nada le tiró el ácido de batería. Como estaba cerca a su lugar de trabajo se refugió rápido y allá se limpió la cara. Él pensó que le habían tirado gas pimienta y aunque tuvo la cara inflamada varios días, los ojos quemados y una incapacidad de tres días, nunca puso una denuncia porque pensó que había sido un intento de robo”, indicó Cecilia.

No paran los días en que ella y su hijo estén totalmente tranquilos. Pasan los días y el dolor sigue intacto por la muerte de este estudiante de 21 años de Ingeniería Informática del Politécnico Jaime Isaza Cadavid. “Alejandro era muy buen hijo. Excelente persona, estudioso y trabajador. Era la paz de la casa. Todavía vienen los compañeros de trabajo y hablan maravillas de Alejandro”, sostiene Cecilia.

El ataque con ácido a Antonio Duque fue uno de los dos últimos que antecedió en el Valle de Aburrá a la agresión que le costó la vida a Alejandro Correa.

Duque relató que, a las 4:00 p.m. del pasado 22 de diciembre de 2013 caminaba por la calle Los Huesos de Medellín cuando dos hombres en una moto lo despojaron del celular y 80.000. Después le lanzaron un químico a los ojos con una jeringa. Debió ser operado y luego tuvo que esperar un trasplante de córnea para no quedar ciego.

El 13 de enero, la otra víctima fue Mariela Martínez, a quien un hombre, capturado luego, le lanzó un químico en la cara en el parque obrero de la Villa del Aburrá, en Medellín.

Preocupación de las autoridades

De acuerdo con la Defensoría del Pueblo, el uso de agentes químicos ubica a Colombia como el país con mayor índice de ocurrencia (1,84 casos por millón para el año 2011) seguido por Pakistán y Bangladesh. El Instituto de Medicina Legal en un informe enviado a ElColombiano.com afirmó que en total 535 personas han sido quemadas con ácido desde el 2010 hasta el 2014.

De este grupo, 267 víctimas corresponden a mujeres, 268 a hombres. Para el año 2014 los ataques con ácido cobraron 42 víctimas, 21 hombres y 21 mujeres. Otra cifra reveladora es que cinco menores de edad fueron atacados en 2014 y ocho entre los 45 y 59 años. Entre el rango de edad de los 18 años y los 44 años se presentaron ataques a 27 personas.

Por último, el informe indica que en 2013 han sido atacadas con ácido ocho personas en Antioquia, entre ellas cuatro mujeres y cuatro hombres. Y en 2014 un total de siete, cinco mujeres y dos hombres. Además agrega que entre el primero de enero y el 31 de marzo de 2015 en Colombia ya se han presentado tres ataques a mujeres; dos en Cundinamarca y uno en Cesar.

En el mismo 2014, la Defensoría del Pueblo pidió que el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) y la Superintendencia de Industria y Comercio intervinieran para regular y controlar la comercialización de esta clase de sustancias y así contribuir a mitigar el fenómeno de ataques con ácido, idea que nace de la Acid Survivors Trust International (Asti), que afirma que regular la venta de ácidos por minoristas y volver más eficaces los controles a expendios puede ser una solución.

Para esto, el Gobierno Nacional implementó bajo la ley 1639 de 2013 el Sistema Globalmente Armonizado de Clasificación y Etiquetado de productos Químicos – SGA- de Naciones Unidas para la vigilancia y el seguimiento a la venta de sustancias corrosivas. Además, el Invima creó el registro de venta al menudeo de sustancias químicas o corrosivas.

Esta misma norma, incluye programas de reinserción laboral y la creación de una ruta de atención integral, en la cual se debe suministrar información y orientar a las víctimas acerca de los derechos con los que cuentan. Además, los prestadores de los servicios médicos tienen la obligación de llevar un registro y reportar a las autoridades competentes sobre las personas atendidas en estos casos y en cualquier momento la policía o las autoridades pueden solicitar estos registros.

Pero aunque se han logrado todos estos avances, casos como el de Alejandro Correa o el de Natalia Ponce de León brutalmente atacada con ácido en Bogotá, no dejan de ocurrir en Colombia lo que llama a tipificar mejor esta clase de delitos, aumentar las penas y mejorar el sistema de atención en salud.

“La falta de cobertura en los procedimientos de reconstrucción facial por el POS (al tener carácter de cirugía estética), que apenas la mitad de los procesos judiciales logra resolverse, la tipificación de la conducta que en ocasiones se plantea como lesiones personales dando lugar a excarcelaciones, y el comportamiento de discriminación laboral por las consecuencias mismas de los ataques, es necesario que el Estado se movilice y articule para proscribir esta práctica”, afirma la Defensoría.

Mientras tanto, los familiares de las víctimas sufren un total calvario desde no tener dinero para un abogado o un tratamiento, problemas emocionales en el grupo familiar que cae en depresión al ver a sus seres queridos deformados o, como en el caso de Cecilia, muertos.

“¿Si prefiero que mi hijo se haya muerto en vez de sufrir tanto en vida? Es una pregunta muy difícil para una madre. Para mí sería muy duro verlo desfigurado y ciego, pero uno como mamá sí los prefiere vivos”, concluyó Cecilia agotada de recordar.

Te puede interesar

El empleo que busca está a un clic

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD