Una jeringa puede ser un arma mortal, más en manos de un criminal que busca amedrentar a sus víctimas con ella.
Esta vez ocurrió el martes en el centro de Medellín y dentro de un centro comercial ubicado apenas a una cuadra de la Plaza Botero, en la carrera 49, entre calles 52 y 53.
El almacén, dedicado a la venta de celulares y accesorios, estaba vacío, lo que fue aprovechado por el supuesto delincuente que ingresó como cualquier cliente a preguntar varias referencias, sin descuidar la entrada, según el testimonio de quien sería la víctima.
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“Yo lo atendí, se le veía raro. Me preguntó por 2 referencias que no tenía. Me hizo salir de la vitrina para mostrarle lo que sí tenía, unos accesorios. Le saqué varios estuches y noté que traía una revista en las manos”, advierte la dependiente, una joven de 21 años que labora allí hace varios meses.
Lo cierto es que, dice, ella no imaginó que iba a ser víctima de un inusual asalto y, aunque el hombre no le generaba ninguna confianza, se veía retraído y no pasaron más de 5 minutos antes de saber las verdaderas intenciones.
“Yo sí me asusté muchísimo. Él me dijo de un momento a otro que era paciente con VIH-sida y que tenía una jeringa infectada. Me dijo: ‘Vamos a hacer lo siguiente: me entrega la plata de la caja y su celular, no grita y no dice nada y no la chuzo’. Yo miré hacia afuera y no había nadie”, cuenta ella todavía perturbada.
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La jeringa quedó en evidencia poco después. Tenía aproximadamente un centímetro de un líquido rojo y viscoso, evidentemente parecía sangre, pero esto, como se desarrollaron los hechos, no se pudo constatar.
La mujer, bastante asustada, se ubicó detrás de las vitrinas y se dio cuenta de que el delincuente no se había percatado de una puerta, la bodega, donde ella pensó en huir y no ser alcanzada en la reacción. No obstante, en un centro comercial con vigilancia privada era poco probable que un ladrón de estas características tuviese éxito.
“Cuando fui a abrir la caja vi que pasaba un vigilante. Lo único que acaté fue gritar: ‘¡Vigilante!’, y por fortuna él ahí mismo reaccionó. Después llegaron los otros vigilantes y lo agarraron”, explica la joven dependiente.
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Además de evitar el hurto de poco más de 100.000 pesos, resultó ilesa de la aguja con la que la amenazaban.
El suceso quedó registrado en la lente de un transeúnte que con su celular grabó la retención del sujeto, que en comienzo intentó taparse el rostro, pero luego no tuvo más que mostrar la cara. En el mismo video se revela el arma, la jeringa, y se escuchan los acostumbrados insultos.
El agresor está libre
Rápidamente la grabación se hizo viral en redes sociales, con un componente extra que generó la polémica. A pesar de que el hombre fue entregado a la Policía, incluso con la jeringa intacta, quedó libre poco después.
Según advierte la asaltada, no identificada por razones de seguridad, en la Fiscalía no le recibieron la denuncia, a pesar de tener toda la intención de hacer la diligencia.
“Me dijeron que para qué iba a denunciar, que no me robaron ni me lesionaron. Yo me sentí muy mal, todavía estoy asustada. Uno queda como impotente”.
Ella hizo la fila, fue hasta la Fiscalía, al menos con la esperanza de tener justicia, intentó hacer lo que es deber del ciudadano, pero no pudo.
El hombre no se logró identificar plenamente y sobre la sustancia de la jeringa, que puede ser potencialmente mortal, tampoco se pudo establecer cuál era su verdadero origen.
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