Con sus caras, manos y ropas ennegrecidas por las cenizas de los restos de sus viviendas y enseres de hogar, 16 familias del barrio La Salle trataban de rescatar la chatarra que les quedó, luego del incendio del pasado sábado que, al parecer, se originó porque un niño inquieto quemó una colchoneta.
John Jairo Misas, vendedor ambulante en el centro de Medellín, trataba de rescatar en una casa vecina que resistió el incendio, pero que también tienen que evacuar porque el calor averió la plancha, el motor de la nevera y el cobre de sus electrodomésticos que pudo sacar de los restos de la que fue su vivienda, en la que residía con sus dos hijos, su esposa y la madre.
“Quedamos a merced de la caridad pública, con la ropa que llevamos puesta”, dijo Misas, mientras raspaba con un cuchillo el hollín que tenía el recubrimiento del motor de la que fue su nevera.
En otro sitio de la calle 40 con 93, en la tarde de ayer, sentada en una acera, Luz Amparo Salazar, sin dejar de llorar, miraba los restos de la que fue su casa durante 47 años, en la que vivía con un hijo, su nuera y tres nietos. Las lágrimas le hacían frotar la cara para limpiarlas y su rostro se tornó negro.