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Los escritores no son letra muerta

Lápidas y mausoleos ayudan a preservar del olvido a los autores.

  • Mausoleo de Jorge Isaacs tiene una escultura de Marco Tobón Mejía. Está en el centro del San Pedro. FOTOS mANUEL SALDARRIAGA
    Mausoleo de Jorge Isaacs tiene una escultura de Marco Tobón Mejía. Está en el centro del San Pedro. FOTOS mANUEL SALDARRIAGA
  • María Cano nació y murió en Medellín entre 1887-1967. Fue autora de poemas y reflexiones.
    María Cano nació y murió en Medellín entre 1887-1967. Fue autora de poemas y reflexiones.
  • Juan José Botero nació y murió en Rionegro entre 1840 y 1926. Se conoce por la novela Lejos del nido.
    Juan José Botero nació y murió en Rionegro entre 1840 y 1926. Se conoce por la novela Lejos del nido.
  • Manuel Uribe Ángel nació en Envigado en 1822 y murió en Medellín en 1904. Escribió crónicas y leyendas.
    Manuel Uribe Ángel nació en Envigado en 1822 y murió en Medellín en 1904. Escribió crónicas y leyendas.
  • Efe Gómez, 1867-1938, es cuentista. Guayabo negro es su relato más celebrado.
    Efe Gómez, 1867-1938, es cuentista. Guayabo negro es su relato más celebrado.
  • El Indio Uribe, Juan de Dios Uribe, nació en Andes en 1859 y murió en Quito, en 1900. Sobre el yunque, etc.
    El Indio Uribe, Juan de Dios Uribe, nació en Andes en 1859 y murió en Quito, en 1900. Sobre el yunque, etc.
  • Ciro Mendía nació en Caldas, en 1892 y murió en La Ceja, en 1975. Escribió drama, poesía y ensayo.
    Ciro Mendía nació en Caldas, en 1892 y murió en La Ceja, en 1975. Escribió drama, poesía y ensayo .
16 de abril de 2016
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Las tumbas, los mausoleos, las lápidas y esa familia de elementos fúnebres, están donde están para recordarnos a los vivos, a gritos de letras gravadas en piedra, que hubo unos hombres y unas mujeres que merecen ser recordados.

Total, el recuerdo es la vida. ¿Acaso no lo dijo Manuel Mejía Vallejo y lo repite medio mundo? «Uno se muere cuando lo olvidan».

En abril, mes de letras mil, en el que las fiestas de la lengua española se deben a una muerte, la de Miguel de Cervantes Saavedra hace 400 años, cuya tumba, al parecer, encontraron los científicos en el Convento de las Trinitarias Descalzas, en Madrid, y, de confirmarse plenamente será en breve un sitio de peregrinación de lectores y hablantes del mundo entero, en este mes, decíamos, echamos una ojeada a tumbas de algunos escritores de nuestra región, por nacimiento o por afecto

El Museo Cementerio San Pedro alberga a varios de los escritores de esta tierra.

La más conocida y buscada por los visitantes, procedentes de muchos rincones del continente americano, es la de Jorge Isaacs, el escritor nacido en Santiago de Cali el 1 de abril de 1837 y fallecido en Ibagué, el 17 de abril de 1895, es decir, mañana cumplirá 121 años de muerto.

Cubierto —lo que acaso quede de él— por un mausoleo en el que Marco Tobón Mejía esculpió la Musa Inspiradora, al lado de un retrato del autor de María, y de las fechas más importantes de cualquier existencia, la del nacimiento y la de la muerte, dice:

Óleo de libres llevan los hijos de tus hijos. Morir puedes luchando; vivir esclavo no.

Son versos tomados de su obra La tierra de Córdova.

Y en la parte posterior del mausoleo, los visitantes se detienen a leer un texto tallado en la losa de mármol:

¿Yo de Antioquia el poeta grande y querido. ¡Yo!? ¡Y no tener siquiera ocho o diez años de vida, de vigor, de tarea futura, para ganarle al titán glorioso algunas hojas del laurel tentador que se muestra! Casi es una crueldad mostrarlo ante mis ojos, como una constelación refulgente en lo azul, sobre tan alto como las cimas en cuyos flancos dejé sangre de mis plantas”.

Manuel y Juan

Muy cerca de él, en el mismo patio central, están los escritores Manuel Uribe Ángel y Juan José Botero.

El primero, envigadeño que aportó a la literatura, la medicina, la geografía y la historia, vivió entre 1822 y 1904. Muy conocidos son sus libros Compendio de geografía general del Estado de Antioquia y La medicina en Antioquia. También participó con sus escritos literarios en revistas como La Miscelánea. Crónicas de viajes y relatos de leyendas.

Su tumba es parca. El croquis del mapa de Antioquia es el único adorno artificial. Lo demás, plantas con hojas verdes y cintiformes rodean el rectángulo de la morada gris del sabio.

En la parte frontal, otros nombres de personas cuyos restos tal vez acompañen la sombra del escritor: Manuel Johnson Restrepo, Sofía Peláez Isaza.

Un ramo de flores frescas decoran el lugar. La comunicadora del Cementerio, Natalia Vargas, se sorprende de que a veces, ante mausoleos de personajes ilustres, algunos visitantes dejan flores, aunque no sean parientes suyos .

El otro vecino, Juan José Botero, el autor de la novela Lejos del nido, fue un rionegrero nacido el 13 de enero de 1840 y muerto el 9 de febrero de 1926. Él se describía así:

El tipo mío es muy común: pelo americano, es decir, sin curvas; reducidas poblaciones de barba apenas alcanzan a caseríos; ojos pequeños; pestañas, así... así; nariz torcida, buena boca, dientes de porcelana, con algo de caucho, frente amplia y en la parte superior de la cara, orejón, dos manos y dos pies de regular tamaño y una cabeza enorme. [...] Siempre he vivido de bueno humor; he sido genio festivo o fiestero.

De Lejos del nido, los colombianos vieron en televisión una adaptación de Jaime Botero y protagonizada por María Cecilia Botero, como si el requisito para participar en tal proyecto fuera el de llevar el apellido del escritor, que también firmó el drama Las bodas de un francés, los sainetes Un duelo a taburete y Nocce te Ipsum y el cuento Historia de un Bagaje contada por él mismo.

Cano, Efe, Ciro y más

María Cano, la Flor del Trabajo, 1887-1967, también tiene su morada definitiva en el Cementerio de San Pedro. No tiene mausoleo, sino una bóveda entre muchas otras. Quien llegue a ese barrio de la quietud con la intención de buscarla, he aquí su dirección: Galería San Luis, 24-3004, tercer nivel a partir del suelo y vecina de Ana Fabricia Córdoba Cabrera, una inquilina llegada en 2011 y quien en vida se destacó por ser líder de la reclamación de tierras. Por cierto, quienes decoran la bóveda de Ana Fabricia ponen también adornos de flores artificiales alrededor del cuadrilátero marcado así: María Cano Márquez/ Memoria viva de nuestra literatura/ Abril 26 de 1967.

Autora de dramas, novelas y poesía, activista política y animadora de la tertulia Cyrano, integrada por intelectuales de su tiempo, nos recomienda en Vivir, una de sus reflexiones publicadas en la revista homónima de la tertulia:

Si la vida tiene asperezas, suavicémoslas con belleza y bondad, mas no hagamos de ella torre de marfil, hermética, inabordable.

Caminando por laberínticas callejuelas cercadas por moradas fúnebres, unas ocupadas por despojos de personajes célebres y otros de triste celebridad, por entre obras de arte religioso y fúnebre, como las famosas esculturas Las tres Marías y El ángel de la muerte, de Bernardo Vieco Ortiz; el Buen Pastor, de Constantino Carvajal; la conmovedora Mujer orante, de Ernest Salú, y la máscara de Ramón Vásquez, puesta recientemente sobre la losa de su bóveda, aparece, en la Galería San Pablo Norte, la de Efe Gómez, menos conocido como Francisco Gómez Escobar.

Nacido en Fredonia en 1867, este escritor pasó a la historia por sus cuentos. En especial, por Guayabo negro.

Bohemio e iconoclasta, se graduó de ingeniero en la Facultad de Minas. Otros de sus relatos son: Un Zaratustra maicero, La tragedia del minero, El paisano Álvarez Gaviria, Un héroe de la dura cerviz, Un crimen, En la selva, Eutanasia y El alcalde de Río limpio.

La losa de su bóveda tiene su firma gravada.

También la tiene la del caldense Ciro Mendía, acompañada de una caricatura suya. Este escritor, cuyo nombre era Carlos Mejía Arango, dejó casi treinta títulos de poesía, teatro y ensayos. Nocturnos, El libro sin nombre, Lámpara de piedra, Escuadrilla de poemas, Naipe nuevo y Farol sin calle son algunos de esos títulos.

Ese autor, en su poema Cambio de escena, dejó dicho:

Yo era el amigo de la buena gente,/ yo no dejaba entrar a la tristeza/ en mi sangre y reía con largueza/ y era ingenioso y casi inteligente.// Me divertía con sabrosas ganas/ y al aire echaba canas, tantas canas,/ que invadió la calvicie mi cabeza.// Pero un día la muerte —actriz notable—/ abrió otra vez mi puerta respetable/ y la velada convirtió en tragedia.

De Epifanio Mejía, el iluminado poeta de Yarumal, una placa de mármol situada en una pared, extraña su presencia... quiero decir, la de sus restos, que allí estuvieron desde su muerte, sucedida en 1913, hasta 2000, cuando fueron llevados a su tierra en el Norte de Antioquia.

Epifanio Mejía viejo querido/ he venido a traerte este corazón,/ que saqué de mi pecho dolorido/ cual olivo que sangra sin razón.

Es la primera estrofa del poema con el que se le rinde homenaje.

Aquí están esos mausoleos y lápidas con sus inscripciones intentando, como espantapájaros, alejar el olvido, ese del que hablaba Mejía Vallejo.

A propósito, ¿dónde están los restos del autor de Aire de tango? “¿Las cenizas? Una parte en la finca, Ziruma, en El Retiro, y, la otra, en la Casa de la Cultura de Jericó”, cuenta su hija, María José Mejía Echeverría. “Él no era un hombre religioso —continúa diciendo—. Tenía amigos curas, sí, pero no era religioso”.

1998
Fecha de muerte de Manuel Mejía Vallejo. Nació el 23 de abril de 1923.
1902
año en el que fueron traídos los restos de Jorge Isaacs de Ibagué a Medellín.
1997
Fecha de muerte del escritor envigadeño Jorge Franco Vélez, autor de Hildebrando.

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