El viernes, a las 6:30 a.m. Yeison Pérez, un facturador de 21 años se despertó apurado porque sabía que debía cumplir la cita que tiene desde hace cuatros años con la muerte en la cruz.
Su viacrucis inició a las 8:30 a.m. en la calle 104C, bajo la mirada de 1.500 personas, según Jorge Salazar, párroco de San Martín de Porres. Aunque la mayoría de los observadores eran de la Comuna 2, del nororiente de Medellín, también asistieron católicos del resto de la ciudad.
Junto a otros 39 actores, que de manera voluntaria participan, Yeison recorrió 11 estaciones en la mañana y completará las 14 el domingo.
Durante 5 horas dejó sus gafas, su camiseta y su pantaloneta, para usar barba, pelo largo y una túnica. Así se convirtió en Jesús de Nazaret.
ANTECENDENTES HISTÓRICOS
En diciembre de 1991, la religiosa María del Carmen Escobar, asignada a la parroquia San Martín de Porres de Villa del Socorro, reunió a algunos jóvenes del sector y recreó la obra El Mesías Libertador.
Tras el éxito de esta actuación, la siguiente Semana Santa se realizó el primer viacrucis con actores, según lo recuerda Édgar Zapata, director del grupo e integrante desde aquel inicio.
“Veo que los jóvenes necesitan hacer esto para que se den cuenta que hay un Jesús que sufrió por nosotros y que se unan a este mensaje de Dios”, afirmó al tiempo que por radio teléfono coordinó la llegada de un Dodge, modelo 1977, que llevó el sonido para las alabanzas y los rezos durante todo el recorrido de 1.2 kilómetros.
EL SUFRIMIENTO DE LAS DOS MADRES
Jesús salió al balcón de un segundo piso, atado de manos. Estaba frente a la multitud que vio cómo lo condenaron a muerte.
Un soldado a su lado lanzó el primer golpe a la cara, un puñetazo tan certero que la queja de sus dos madres se escuchó entre la multitud: Marta Giraldo, actriz que representa a María en la obra, y Francy Elena Zapata, madre biológica de Yeison. La primera empezó a llorar con ayuda de un Vicks VapoRub y limón en los párpados; la segunda aguantó los golpes cerrando los ojos para no llorar, como lo hizo el año anterior.
“No le den tan duro” decían algunos feligreses. Otros quitaron la mirada para no ver los golpes.
CARGA LA PESADA CRUZ
Dos trozos macizos de madera le entregan siempre para que los cargue durante el recorrido. 65 kilogramos pesan y arman la cruz que debe arrastrar por las inclinadas calles con la fuerza de los 63 kilos de peso y 1,70 de estatura de Yeison. Se ayuda con una bebida energizante que toma antes de empezar. Su único alimento en la mañana.
JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE
Francy Elena debía estar al margen y mantenerse alejada de su hijo, pero tras los fuertes golpes de látigo (que no son actuados) no aguantó y se acercó a él en la cuarta estación. Su hijo, con rostro de dolor y cansancio la miró sin decir nada. Simplemente fue consolada por otras mujeres que se compadecieron de su dolor.
“Mi mamá está un poquito más resignada pero el primer año le dio muy duro. Ella ya sabe que es teatro, pero sí le da mucha impresión”, contó Yeison al iniciar.
CLAVADO EN LA CRUZ
El reloj llegó a la 1:06 p.m. cuando Jesús fue levantado en la cruz en la carrera 47 con la calle 105A. Los feligreses, acumulados allí, escucharon al sacerdote Jorge Salazar terminar la ceremonia luego de leer las peticiones de los feligreses recogidas durante el recorrido: “Pedimos por la salud de la familia Yepes Aristizábal, por el eterno descanso de Bertulfo Alberto Montoya, por la recuperación de la familia Salazar...”, recibidas todas por el párroco y con un costo de 1.000 pesos cada una. Fueron más de 100 en cada estación.
Yeison fue bajado de la cruz. Recibió a solas una botella de agua por primera vez en el día. Había cumplido la cita de la muerte de Jesús y su viacrucis terminó con la curación de las heridas que le dejaron los latigazos y el peso de la madera en su espalda