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HISTÓRICO
TLC y desindustrialización
  • TLC y desindustrialización | ILUSTRACIÓN MORPHART
    TLC y desindustrialización | ILUSTRACIÓN MORPHART
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El problema de la desindustrialización en Colombia y su relación con la política comercial ha sido objeto de análisis de dos exministros de Hacienda, José Antonio Ocampo y Rudolf Hommes.

A pesar de la diferencia de visiones, ambos economistas se muestran preocupados con la crisis que afecta al sector manufacturero, al tiempo que reconocen que los TLC, bien estructurados, ofrecen oportunidades para el desarrollo del aparato productivo y del país.

Para ellos el problema de la industria no es coyuntural sino estructural y responde a la ausencia que, de tiempo atrás, se tiene de una política industrial.

Igualmente, se muestran de acuerdo con que la política comercial debería impulsar el crecimiento y la diversificación de la oferta exportable, lo que favorecería enormemente el desarrollo de los sectores productivos y en particular el de la industria. Más aún, en la relación entre exportaciones y crecimiento sectorial se ve la fórmula que puede sacar a la manufactura de la crisis en que se halla inmersa.

Esta discusión, que en buena hora se da, debería ayudar a dejar en claro que los TLC deben responder a unas políticas y estrategias comerciales sólidas y comprensibles que consigan la acumulación de resultados y beneficios, impulsen el aparato productivo nacional y beneficien a los consumidores.

Dicha política debería tener, entre otras cosas, un componente importante de promoción e impulso de la oferta exportable, el cual acompañe y potencie la apertura comercial que se consigue con los Tratados. Dicha promoción tiene que ir mucho más allá de las ferias comerciales. Un aspecto determinante de todo esto es la generación y el desarrollo de una cultura exportadora en los sectores económicos.

De igual manera, y como lo resaltan los exministros, una política comercial eficaz requiere ir de la mano de unas políticas sectoriales activas y de una agenda de competitividad que resuelva los problemas fundamentales que impiden que el país muestre resultados ciertos y contundentes en materia de productividad y desarrollo.

Como se ha señalado en estas páginas editoriales, disponer de instrumentos y de programas que atiendan a los diversos sectores no equivale a contar con políticas y estrategias coherentes y sólidas que se enfoquen hacia el logro de un objetivo común.

El país tiene que trascender de lo formal y lo nominativo a algo más fundamental que impulse los sectores económicos por una senda de transformación, modernización y crecimiento acelerado.

A todas estas, el sector privado no se manifiesta suficientemente, ni busca que los recursos y las políticas públicas se dirijan, con eficacia, hacia la remoción de los cuellos de botella que frenan el avance del país y que promuevan los factores que impulsan su desarrollo.

Una política sectorial moderna debe caracterizarse por contar con un alto componente de generación y aplicación de conocimiento. En el país hay un claro divorcio entre dicha política y la científica.

En este estado de cosas, ¿cómo hacer para que la industria se transforme y que los TLC sirvan para alcanzar una senda de crecimiento más acelerada, de tal forma que la oferta exportable no solo aumente y se diversifique sino que agregue valor y sea más sofisticada?

Bienvenido el debate sobre la desindustrialización, la crisis de crecimiento de los sectores productivos y el papel de los TLC en todo esto. Ojalá que ello dé lugar a un cambio de rumbo que asegure que la prosperidad llega de la mano del crecimiento económicon

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