Sin ningún antecedente de músicos en su familia, y mucho menos de compositores, el antioqueño Blas Emilio Atehortúa Amaya siguió el camino musical desde los ocho años de edad por el que sentía un fuerte interés.
Empezó a estudiar violín en el Instituto de Bellas Artes de Medellín y fue allí donde un profesor checo le enseñó a perfeccionar su composición.
A los 14 años ya hacía sus interpretaciones en la Orquesta Sinfónica, donde el director Joseph Matza le dijo: "usted toca bien el violín pero si sigue con él, será como muchos. En cambio si elige el camino de la composición será único".
Y vaya si acertó en su vaticinio. A partir de entonces Blas Emilio empezó a desplegar sus alas. Primero fue el Conservatorio de la Universidad Nacional en Bogotá (carreras de composición y dirección de orquesta); luego viajó becado a Buenos Aires, Argentina, para cursar estudios avanzados de composición y orquestación en el Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales del Instituto Torcuato Di lelia, con importantes compositores como Alberto Ginastera (director del centro), Aaron Copland y Luigi Dallapiccola entre otros.
También obtuvo becas en las Fundaciones Rockefeller, Ford y DiTella, en la OEA, la U. Nacional de Colombia y la John Simon Guggenheim Memorial Foundation, entre otros. Y sus obras han sido interpretadas por las más importantes sinfónicas de Estados Unidos y Europa, donde siempre sorprende con su toque latino.
Radicado actualmente en Bucaramanga, donde formó su hogar con la excoreógrafa Sonia Arias y sus cinco hijastros, el maestro reparte su tiempo entre la docencia en Colombia y el vecino país. Allí, además de ser director en varios conservatorios, preside la Fundación del Estado para el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela (Fosnnojiv).
El próximo 17 de febrero estrenará allí la obra Upsupra (Como antes) El Fénix, Opus 230, como una exaltación a su "vuelta a la vida", tras un delicado trasplante.
Hoy, al recibir EL COLOMBIANO Ejemplar Cultura, en el Teatro Metropolitano que fue inaugurado con una obra suya, el maestro destaca que es el segundo homenaje que recibe en Antioquia. El primero fue hace tres años, cuando lo nombraron Silletero Honorario en su natal Santa Elena.
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