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A orillas del Magdalena esperan que obras en el río sí los ayude

Pescadores y pilotos de barco hacen su lectura del proyecto billonario.

  • El tramo entre Barranca y Gamarra es el más complejo, por la sedimentación del río. FOTO COrtesía www.bajandoelmagdalena.com
    El tramo entre Barranca y Gamarra es el más complejo, por la sedimentación del río. FOTO COrtesía www.bajandoelmagdalena.com
07 de julio de 2015
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Hace dos décadas Pedro Jiménez Vargas es piloto de barco. Tiene 56 años. Siete hijos. Sonrisa fácil. Se presenta así: “Mi casa flotante es este barco, aquí lo tengo todo. Mi casa queda en la boca de Tamalameque a orillas del río de la Magdalena. Mi familia son mis siete hijos. No tengo esposa, tengo una novia hace 20 años”.

Su rutina a bordo del remolcador Humberto Muñoz, de la Naviera Fluvial Colombiana va, semana tras semana, de Barrancabermeja a Cartagena. Se conoce de memoria los atardeceres, los amaneceres, la soledad del río y su bravura silenciosa. Por ejemplo, en su bitácora de viaje sabe que en el sitio conocido como Bodegas, el río cambia, se vuelve difícil. Del proyecto que busca recuperar la navegabilidad del río y que inició oficialmente el pasado 11 de junio con obras de mantenimiento, dice que no ha visto movimiento, que todo sigue igual, que su rutina y la del río no han cambiado.

“Bajando, cuando el río está bueno, me demoro cuatro días y cuando el río está malo, hasta 10 días en llegar a Cartagena”. Bajando, se explica, es hacer el recorrido entre Barranca y Cartagena. “Encontramos el río malo cuando bajamos cargados. Cuando el río está malo es porque hay pasos que son estrechos y no podemos pasar. Lo que más nos perjudica es el ancho y no tenemos los canales suficientes para poder navegar con el convoy completo”.

Cuenta que la velocidad máxima de su remolcador es de 18 kilómetros por hora, que hace 35 años cuando empezó era marinero y en un pequeño barco transportaba ganado y arroz. Hoy, su enorme remolcador transporta planchones de hasta 1.300 toneladas de hidrocarburos. “En estos años claro, ha cambiado mucho el río. Y más para arriba. Le explico: el río se empieza a empeorar desde Bodegas, desde el kilómetro 594, arriba de Gamarra, Cesar, hasta Barranca, pero no todos los sitios son malos. Son sectores donde se pierde el cauce y ahí nos podemos quedar hasta 15 días esperando que el río se canalice él mismo. Antes navegar el río era mejor. Imagínese que los buques llegaban hasta La Dorada y salían a las 6 de la tarde y lograban amanecer en Barranca, hoy en día no se puede hacer eso”, dice.

El proyecto de navegabilidad toca también la vida de Jony Estrada, de la federación de pescadores de Puerto Wilches, y de otras 400 familias. Al igual que Pedro, hoy sus vidas no han cambiado, pero están con la incertidumbre que cualquier día, su día, su rutina, cambie. “Hasta ahora lo que ha hecho la empresa es socializar con nosotros el proyecto, para poder entender bien y no se vayan a cometer errores. Aunque sabemos que este tema de la navegabilidad del río es para mejorar, vamos a terminar afectados. Los sitios de pesca evidentemente se van a ver afectados. Además, estamos pidiendo que la conectividad con los otros municipios no se nos pierda. Aunque desde el consorcio nos han dicho que van a tener cuidado con eso”.

Jony, pescador desde siempre, cuenta que durante las reuniones que han tenido con el consorcio, la petición de las 400 familias es una sola: “Lo que hemos dicho es que se permita la navegabilidad de los barcos, que nos garanticen que no habrá ningún tipo de afectación a la parte fluvial, a los peces. En últimas, lo que esperamos de todo este proceso es que por lo menos nos escuchen”.

En Antioquia, en Puerto Berrío, la asociación de pescadores, compuesta por 27 familias, asegura que no los han tenido en cuenta. “Como comunidades nos deben socializar el proyecto. Nos hubiera gustado que nos preguntaran cómo nos parecía el proyecto, para que como comunidad pensáramos en alternativas frente al impacto que eso nos va a generar. ¿Usted sabe qué van a hacer con nosotros durante las obras? Nos preguntamos si nos van a cobrar peaje por pescar, cuál será el impacto. Somos 27 pescadores que estamos pendientes de que nos resuelvan el futuro”, dice uno de los líderes de la asociación.

Volver al río

El presidente del consorcio Navelena, Jorge Barragán, explica que en este momento ya han socializado el proyecto con el 99 por ciento de los municipios. “Se ha hecho con todas las asociaciones y federaciones de pescadores de donde se van a hacer las obras. Ellos han entendido el proyecto, aunque tenían una idea de un proyecto totalmente diferente”.

Advierte que las faenas diarias de pesca continuarán. “El canal navegable aproximadamente es el 3 por ciento del cuerpo de agua de todo el río. El 3 por ciento se va a utilizar para navegación, el resto queda para que sea usufructuado por los demás. Estamos trabajando en un canal de 150 metros de ancho en una zona en la que el río tiene entre uno y dos kilómetros de ancho. La afectación será menor”

Natalia Abello, ministra de Transporte, explica que entre los beneficios que traerá la obra para la región es que el país va a volver a mirar el río. “La apuesta es que con la navegabilidad del río se genere menor desigualdad, mayor conectividad, inversión regional. Estamos mirando al río nuevamente y con esto las poblaciones ribereñas van a tener la posibilidad de tener un desarrollo. Se establecerán nuevas industrias, nuevos círculos de comercio, se permitirá que llegue la inversión extranjera y la nacional”.

Abello revela además que en la actualidad su ministerio tiene 20 solicitudes de nuevos puertos o ampliaciones de concesiones. “Con las obras el tránsito de la mercancía de comercio exterior que ya hoy circula por el río se hará de una manera segura. Estamos esperando que en los tres primeros años crezca de 1,5 millones de toneladas a 5 millones de toneladas, eso nos va a generar empleo y por supuesto, vamos a volver al origen, a que el río sea uno de los principales modos de transporte en Colombia”.

Pedro, el piloto veterano, vuelve sobre su río de la Magdalena y el diagnóstico que hace de sus males es uno: “El río está muy abonado, eso quiere decir que se ha cerrado mucho. Se llenó de sedimentos, cada vez es menos profundo. Soy de los que cree que el proyecto es la salvación, pero, le repito, todavía no he visto movimiento, las dragas no han subido”.

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