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Así operan las bandas criminales en la frontera con Venezuela

  • Las bandas criminales vienen desde años tomándose las fronteras de Venezuela, Ecuador, para sacar la cocaína por lancha o avioneta hacía Centroamérica.
    Las bandas criminales vienen desde años tomándose las fronteras de Venezuela, Ecuador, para sacar la cocaína por lancha o avioneta hacía Centroamérica.
31 de agosto de 2015
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Luis Ángel Caicedo y Nicolás Gamba están sentados sobre una colchoneta en el coliseo del colegio municipal de Cúcuta. Ambos, cuando fueron desplazados por el conflicto interno, viajaron hasta Táchira, Venezuela. Allí rendía más la plata, dijeron. “Podíamos dejar la puerta de la casa abierta mientras estábamos en el trabajo”.

La tranquilidad que describían fue perturbada el 22 de agosto de 2015. Ese sábado, dice Caicedo, “llegó la Guardia Venezolana a la casa. Nos preguntaron ¿colombianos o venezolanos? Mostramos la cédula y nos sacaron a la fuerza, nos metieron en un carro y nos llevaron a un parque. Al otro día ya estábamos deportados en el albergue”. Si usted viera lo que yo vi, si usted viera, dice Nicolás mientras busca a un agente de Migración Colombia que lo certifique como “deportado”. Recuerda que el sábado, cuando fue expulsado, “la Guardia Venezolana le puso una granada a un pelado que era sano. Se la puso, le tomó la foto y dijo que era paramilitar. Es que usted allá sin papeles venezolanos no es nadie y hacen lo que se les da la gana con uno”.

El viernes 21 de agosto, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ordenó el cierre indefinido de la frontera con Colombia y puso en marcha la “ Operación de Liberación del Pueblo (OPL)”, con la cual busca “erradicar el paramilitarismo” en las zonas fronterizas. Producto de este plan comenzaron a ser deportadas las familias que no tenían identidad venezolana. La Cruz Roja calcula que el número de deportados asciende a 4.500. El Gobierno colombiano dice que son cerca de 1.100. De estos, 500 son menores. En los siete albergues, según un documento de la Policía de Cúcuta, están siendo atendidas 575 personas. Los demás están en cambuches o en la calle.

El poder del contrabando

Cuando se toca el tema de las bandas criminales el antioqueño Milqueades Caicedo, que vivía en Táchira hasta su expulsión, acepta que la seguridad existe en parte porque ellas así lo han impuesto: “puedes dejar la puerta abierta porque sabes que si actúas mal te matan. Es como una mentalidad de que si uno hace algo malo, como robar o pelear, va a venir un tipo armado y te va a matar”.

Un habitante del barrio que por miedo prefiere mantener su nombre en reserva cuenta que “ahí arriba en la invasión hay grupos paramilitares que mantienen todo el contrabando. Hay gente que le paga 25.000 pesos a la Guardia Venezolana para cruzar el río Táchira por la noche y pasar alimentos y gasolina. Yo nunca he logrado entender porqué a unos kilómetros de ahí está un retén del Eln”.

El silencio de las autoridades colombianas sobre el tema se ha hecho más evidente esta semana. Cuando fue interrogado por EL COLOMBIANO, el secretario de Seguridad de Cúcuta, Tubal Cali Contreras, dijo que “este es un tema bastante complejo, que debe ser manejado a nivel de Cancillería y Presidencia”. El alcalde de la capital de Norte de Santander, Donamaris Ramírez, fue más preciso y dijo que “si Venezuela dice que hay bandas, están persiguiendo a los que no son. Las familias que están deportando no son paramilitares. Sí hay gente de las bandas criminales, del Clan Úsuga, y a varios les hemos dado de baja”.

Wilfredo Cañizares trabaja en Cúcuta. Es director de la Ong Fundación Progresar de Norte de Santander. Recibe, en promedio, 2.000 denuncias por violaciones de derechos humanos al año. “Mi Pequeña Barinas es un centro de operaciones de los Urabeños. Desde allí, en el último año han dirigido operaciones criminales, de prostitución infantil, contrabando y microtráfico. Lo hemos denunciado ante el gobierno colombiano y no nos pone atención”.

Reconoce, sin embargo, que las familias que habitan ahí son trabajadoras y no todas están relacionadas con las actividades de microtráfico. La Guardia Venezolana y las autoridades del país vecino no han estado exentas de cuestionamientos por su presunta participación en las actividades de narcotráfico en la frontera. “Ahora, no puedo demostrar eso, pero no es un secreto para nadie que por mucho tiempo la Guardia ha estado unida al contrabando en la frontera”, dice el alcalde de Cúcuta.

Bandas criminales

Una muestra de que las bandas criminales sí están en territorio venezolano fue la entrega de Wilquin Alexander Roa, alias “Cara de Niña”. El miércoles pasado se entregó al CTI de la Fiscalía. Roa, señalan las autoridades, delinquía en el estado de Táchira. Lo que no dice el Gobierno de Venezuela, dice Cañizares, es que “el centro de operaciones de alias “Cara de Niña” quedaba en una sala de juegos de Ureña, que era custodiado por la Guardia Venezolana”. La historia del contrabando y narcotráfico en la frontera, explica el director de la Fundación, ha estado marcada por disputas de grandes carteles. Primero estuvo el “cartel del Valle, que sacaba la droga hasta México.” Luego llegaron las Auc, que impulsaron la ruta desde Venezuela, pasando por islas Caribe hasta África occidental y luego Europa. Eso sucedió en 2004. En 2010, cuenta, “el cartel mexicano de los Zetas controló narcotráfico con carteles del Valle”.

En los últimos años, las bacrim han afectado a Cúcuta, Ocaña, Tibú y Villa del Rosario. Los episodios más violentos, dice Cañizares, se han presentado allí. Las investigaciones de la Fiscalía respaldan su testimonio. El cuatro de febrero de este año un juez de conocimiento condenó a dos integrantes de la banda Los Rastrojos: Juan Carlos Jaime y John Jairo Bayona Contreras, que delinquían en estos municipios.

En este problema fronterizo han surgido otras hipótesis. El diario El Nuevo Herald, por ejemplo, señala que la deportación por parte del presidente Juan Manuel Santos de Gersaín Viáfara Mina o ‘Eliseo’, y del “empresario” Óscar Hernando Giraldo Gómez, presuntos narcotraficantes que operaban con el venezolano ‘Cartel de los Soles’, provocó el cierre de frontera decretado por Maduro. Este episodio escondería una guerra entre carteles militares de Venezuela, Los Soles y el Cartel de La Guajira (Guardia Venezolana).

Fue esta misma Guardia la que marcó con una D de demoler las casas de colombianos que vivían en la frontera. Y la que marcó, también, con una R las casas que debían ser revisadas. Brayan Pérez, deportado de Mi Pequeña Barinas, cruzó el río el jueves pasado. En sus manos llevaba una Virgen de Guadalupe. “Era lo único que quedaba en la casa”, dijo. Para taparse del sol se colgó en la espalda una lata en la que resplandecía la letra D.

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