Se acaban los peces: tres veces menos biomasa hay hoy en aguas marinas colombianas que en los años 70. Una crisis oceánica que toca todo el planeta.
Hoy, por eso, las faenas de los pescadores tardan más en promedio, porque deben desplazarse a zonas más alejadas, habiendo pasado de cuatro horas a ocho o diez.
La información parte de estudios del profesor Camilo Bernardo García, del Departamento de Biología de la Universidad Nacional, sede Bogotá y tiene tanto asidero que según la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap), la producción pesquera total del país ha sido en promedio de 160.000 toneladas anuales durante los últimos 20 años, pero mientras a principios de los 90 las capturas industriales representaban 55 por ciento; las artesanales 25 por ciento; y las de la acuicultura, 20 por ciento, hoy representan, en promedio, 29 por ciento la industrial, 20 por ciento la artesanal y 51 por ciento la de acuicultura.
García dijo a El Colombiano que esa disminución en la biomasa por kilómetro cuadrado tiene varias causas. “Las inmediatas son sin duda la sobrepesca y la destrucción de los hábitats costeros (empujadas por el crecimiento de la población humana) que sirven de refugio a estadios juveniles (manglares, lagunas costeras). Las mediatas incluyen la contaminación y sobre todo, el cambio climático. La diversidad marina, y con ella su potencial pesquero, en los trópicos será (está siendo) impactada negativamente por el cambio climático”, aseguró.
Las evaluaciones de biomasa (peces en los fondos blandos), que comparan las series de los años 70 y los 2000, muestran un evidente declive, habiéndose reducido en al menos tres veces.
García explicó que las evaluaciones se han realizado en toda la costa Caribe. El fenómeno es general, aunque parecería que la situación estaría peor hacia Córdoba y Sucre.
El declive de la vida marina no es exclusivo del país. Hace pocos días, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) reveló en su informe Living Blue Planet que la población de vertebrados marinos en los océanos se redujo 49 por ciento de 1970 a 2012, y “las poblaciones de especies de peces comerciales locales han caído a la mitad, y algunas de las más importantes han experimentado una mayor reducción”.
En la revista Pan-American Journal of Aquatic Sciences, García presentó resultados de una investigación con pescadores del Caribe, concluyendo que ahora “este debe dedicarle casi el doble de horas a su actividad y tiene que ir mucho más profundo para ejercerla”.
Hoy los pescadores utilizan más botes a motor en sus faenas (49 por ciento) que el 9,6 por ciento de hace 15 años. El 35 por ciento utiliza bote de remos o vela. Una clara respuesta a la reducción.
Por eso, varias especies de peces de interés comercial son escasas ahora, habiendo tenido que volcar los ojos hacia otras.
Entre las que escasean figuran pargo, sierra, róbalo, cojinúa, jurel, saltona, mero, sábalo y langosta. Y han ganado interés peces conocidos como lora, raya, bagre, barbudo, coroncoro, tiburón toyo, carajuelo y la cachua.
El 69,7 por ciento se destina a comercio y consumo. Los pescadores no solo dicen que capturan menos volumen, sino que el tamaño es menor. Un dato del estudio lo confirma: para la mayoría las redes son más grandes hoy y los anzuelos son menores.
Juan Manuel Díaz, de la Fundación Marviva, reafirmó que sí “hay serios signos de sobreexplotación de varios recursos pesqueros” y es más grave en el Caribe que en el Pacífico. El fenómeno se extiende a ríos como el Magdalena, muy sobreexplotado (bagres, bocachico) .
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