Las élites parlamentarias, la calidad de la democracia y la profesionalización de la Ciencia Política. Estos son algunos de los puntos centrales sobre los que ha teorizado en los últimos años Manuel Alcántara Sáez, PhD en Ciencia Política de la U. Complutense, catedrático de la U. de Salamanca y columnista de El País de España.
En sus textos de política comparada retoma la evolución, importancia, crisis y retos de los partidos políticos, especialmente en América Latina. Su obra se acerca al legado de dos grandes politólogos del siglo XX: Giovanni Sartori (1924-2017) y Maurice Duverger (1917-2014).
Alcántara conoce de cerca la actualidad política de Colombia y aprovechando la invitación que le hizo la Facultad de Ciencia Política de la U. Pontificia Bolivariana, EL COLOMBIANO le consultó sobre el futuro de los partidos políticos colombianos y los efectos de su falta de disciplina en estas elecciones presidenciales.
¿Qué ocurre en una democracia sin partidos fuertes?
“Hay una estrecha relación entre los partidos políticos y la calidad de la democracia. Estamos viendo que la calidad de la democracia se está deteriorando y debilitando en todo el mundo. Lentamente hay más desafección, no solo en Colombia, sino en todas partes hacia los partidos. La gente desconfía de las instituciones y no solo por la corrupción, que ha habido siempre, sin ser cínico, sino porque ha habido cambios y se sigue hablando de poder legislativo, ejecutivo, de políticas públicas, y la gente está en otro rollo”.
¿Cuáles son esos cambios y por qué los partidos han perdido protagonismo?
“Se han producido cambios significativos en los últimos 15 años, articulados por las transformaciones en el mundo de las TIC. Pese a que en los 80’s nuevos partidos y los tradicionales respondieron a nuevos valores como la ecología, el feminismo, la autorrealización, las TIC nos han empoderado a todos con mecanismos que sustituyen muchas de las cosas que hacían los partidos, como la intermediación”.
¿Qué otros efectos han generado las TIC en la democracia de partidos?
“Ahora el político no necesita el partido para dirigirse a la gente, sino que tiene cuenta en Twitter, Facebook o Instagram. También se han agilizado los mecanismos de alejamiento de los partidos. Hoy la gente cambia más fácil de partido que antes, porque busca es un candidato. El partido tampoco sirve para reclutar gente y políticos. En México y Colombia vemos en estas elecciones que muchos prefirieron aspirar por firmas”.
¿Y los partidos qué pueden hacer al respecto?
“Hay una correlación muy fuerte entre la incapacidad de los partidos de toda la vida para ver estos cambios y tratar una sociedad cada vez más líquida, con identidades más cambiantes”.
Para la segunda vuelta no hubo cohesión en la mayoría de las colectividades...
“Hoy hay más maquinarias electorales que partidos. En Colombia ya los partidos no tiene una identidad, cohesión entre los miembros del partido y coherencia programática, donde la gente piense más o menos lo mismo, y disciplina, que son elementos tradicionales en la historia de los partidos políticos. Todo se reduce a la capacidad del presidente de armar coaliciones en el Congreso, que ha sido muy buena en los últimos 16 años, pero no ha sido por la lógica de los partidos. Los presidentes han tenido apoyo parlamentario, no partidista”.
Hay partidos más cohesionados porque siguen a un líder, como en el Centro Democrático. ¿Se podría mantener eso en el tiempo?
“La política comparada nos señala que es muy difícil que un partido que surge alrededor de una figura se mantenga en el tiempo, como ocurrió con el peronismo, que tenía capacidad de movilización sindical”.
¿Entonces, por qué dice que ha mejorado la democracia en el país?
“Como es un concepto denso, la academia diferencia dimensiones de la democracia. Es como un hexágono de seis lados, donde se ubica lo electoral, la liberal y el Estado de Derecho, la participación, la deliberación, y eso se puede medir. Un país puede estar muy bien en lo electoral, pero mal en lo participativo. Si tomamos los últimos 30 años, Colombia está lejos de la calidad de la democracia en Uruguay, pero está mejor que la de Venezuela y la de Ecuador”.
¿Qué tanto los populismos latinoamericanos han hecho que haya una fragmentación de los partidos o que empiecen a ser repudiados?
“El populismo es un concepto difícil de definir y, a veces, se emplea de manera alegre. Tiene tres elementos: un liderazgo muy fuerte, que arropa a la gente; construye una lógica del nosotros (el pueblo) frente a ellos (la élite); y crea un casticismo o nacionalismo y se anima con la antiglobalización. Esos elementos desinstitucionalizan, la política no tiene reglas, la Constitución y las leyes desaparecen porque priman los sentimientos y la voluntad del líder”.
¿Cómo identificar si un candidato es populista?
“Si un candidato plantea una solución a una demanda social, está en la lógica de la oferta y la demanda. Solo se puede señalar de populista a alguien que está en el poder, no a alguien que está aspirando. En ese caso sería un demagogo, que es quien promete cosas que no se pueden hacer, salvo que explique el cómo. El populista es el gobernante que es irresponsable, y en lo económico tiene que ver con lo fiscal, porque gastan más de lo que tienen y le dejan el problema a los que vienen. Financian la fiesta sin sostenibilidad”.
*PhD en Filosofía, director Maestría en Estudios Políticos de la U. Pontificia Bolivariana