Desde hace ocho meses Yency Yirid no duerme imaginándose cómo será su casa nueva. Esta mujer chocoana, madre de dos hijos, conforma una de las 1.500 familias que desde ayer comenzaron a vivir en la ciudadela Mía, un conglomerado de edificios que se construyó en las afueras de Quibdó y que busca generar desarrollo en la región.
Yency cuenta que hasta ayer vivió en el barrio Cristo Rey de Quibdó, en unas condiciones que no eran dignas. “Yo me sentía feliz en ese barrio, pero nunca estuve feliz con mi casa. No quiero ser malagradecida porque sí tenía un techo, pero ese techo no tenía condiciones dignas. Por ejemplo, siempre he soñado con tener una habitación en la que me pueda cambiar de ropa con tranquilidad, sin que me vean de la calle, esa es la felicidad”.
Cuando se le pregunta cómo consiguió esta nueva casa, su rostro cambia por completo e inmediatamente comienza a gritar: “ayyyyyyyyyyyyyy esto es lo mejor, ayyy esto es lo más feliz que me ha pasado en la vida”. Y comienza a brincar y de repente abraza a todos los que estamos a su alrededor mientras sigue gritando: “ayyyy esto es lo mejor”.
La felicidad de Yency es contagiosa. Y su historia es una copia de la de Luz Gamboa y Sara Padilla, quienes también cuentan eufóricas el cómo llegaron acá, a estas nuevas casas. Coinciden en que aunque todavía tienen muchas necesidades, el futuro de sus hijos está asegurado al tener una casa que no se inunda, en la que no llueve por dentro y la que no tiene el suelo de barro.
“Ahora que vengo a la ciudadela, me siento en otro país, estoy muy emocionada. Sí, sí, esto es otro país, aquí no me va a faltar nada. Aquí todo es muy bonito, hay condiciones de vida que nunca hemos tenido. Vamos a poder tomar agua sin ningún miedo. Además, nos enseñaron a pintar nuestras propias casas y eso fue una experiencia inolvidable”, dijo la señora Luz, quien a sus 35 años expresó que esta será una felicidad eterna.