Como una crisis humanitaria, desatada a raíz de los asesinatos que han venido ocurriendo en los últimos meses en Quibdó, calificó el obispo de esa ciudad, monseñor Juan Carlos Barreto, la situación de la capital chocoano, donde según las autoridades nacionales este año van cerca de 80 asesinatos.
Monseñor Barreto, en conversación con EL COLOMBIANO, subrayó que desde hace un par de semanas ha venido haciéndole un llamado al Gobierno Nacional y regional para resolver la situación, y que hasta ahora no ha tenido respuesta. Destacó que decidió hacer la denuncia pública porque en las calles de Quibdó hay miedo y los asesinatos se pueden incrementar si no se toman medidas de fondo.
¿Cuál es el diagnóstico que usted tiene frente a la violencia que está afectando a Quibdó? ¿Qué es lo que está pasando?
“El número de homicidios en Quibdó es muy alto respecto al promedio nacional. En una ciudad de 130.000 habitantes se están dando cerca de 100 homicidios cada año. Esto es mucho más visible hoy en día para la población, especialmente para la del centro de la ciudad, pero esto viene ocurriendo desde hace años. También se ha notado que hay un aumento del hurto callejero, la inseguridad es constante y también crecen las actividades extorsivas en los barrios en donde hay mucha población vulnerable. Todo esto ha generado una sensación de zozobra en la ciudad y por eso la gente piensa que en Quibdó no hay un control policivo frente a esta situación”.
¿Quiénes se están peleando por el territorio?
“Frente a esto le puedo decir que hay grupos delincuenciales que han atemorizado a la población y que luchan entre sí por el dominio territorial, por tener el control de la extorsión y del microtráfico”.
¿Esta situación hace cuánto está pasando?
“El número de homicidios comenzó a incrementarse desde 2012, cuando hubo 126 homicidios reconocidos por Medicina Legal. En 2013 hubo 108, en 2014 se presentaron 82 homicidios y en 2015 fueron 95 asesinatos. Este año, especialmente en los meses de septiembre y octubre fueron demasiados los homicidios. Esta situación, entonces, viene de años atrás, pero tiende a incrementarse cada día y a llegar a los barrios del centro de la ciudad en este momento”.
¿Qué han hecho las autoridades locales?
“Seguramente, también tienen una preocupación y se hacen ciertas acciones para mitigar la situación que se está viviendo. Sin embargo, las cifras son las que hablan también por sí solas y los mismos informes de los medios de comunicación locales de la situación que se está viviendo. Nuestro llamado es urgente. Nosotros le pedimos al Gobierno Nacional, al departamental y al municipal que diseñen estrategias para hacer una lucha frontal contra esta situación. Que no sea solamente desde la intervención de la Policía, sino sobre todo con inversión social. Como siempre escuchamos de parte de la institucionalidad que no hay recursos, hemos pedido también la ayuda a la comunidad internacional porque vemos que desde las autoridades colombianas es muy difícil que pueda llegar una respuesta inmediata. La Diócesis de Quibdó hizo una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por el alto índice de violencia en la ciudad de Quibdó, ellos están estudiando nuestro caso y por eso esperamos que la comunidad internacional pueda hacer ese diálogo con el Estado colombiano y con la institucionalidad departamental para que se haga un plan de intervención que sea verdaderamente contundente”.
Monseñor, para que la iglesia pida el apoyo internacional es porque la situación está muy grave, ¿se puede caminar tranquilamente por Quibdó en este momento?, ¿hay miedo?
“¡Hay mucho temor en Quibdó! Realmente se tiene la sensación de inseguridad a cada instante. La Diócesis tradicionalmente ha venido denunciando. Lo hicimos en 2014, acompañamos la resolución defensorial 064 que habla de todas estas irregularidades y teniendo en cuenta que la situación es cada vez más asfixiante, hacemos esta denuncia pública al llegar a un acuerdo con los agentes pastorales y con las personas que son víctimas de esta situación”.
¿Ustedes además de conformar una mesa, qué
proponen?
“Nosotros hemos hecho varias propuestas. Por ejemplo, la familia tiene un rol muy importante, hay que recuperarla. También pedimos implementar la jornada única en todas nuestras escuelas, para que esto nos ayude con esta coyuntura tan grave que se está viviendo. También les dijimos a las autoridades del compromiso nuestro por seguir trabajando con los jóvenes y los niños. Mire, nosotros hemos convocado a todos los involucrados en este tema, a una mesa interinstitucional y sectorial para que podamos unir esfuerzos hacia el mismo objetivo para que no haya una dispersión. Lo que está pasando es que se hacen cosas muy pequeñas en determinados puntos, pero no hay una solución estructural. Desafortunadamente, todavía no ha habido respuesta a esa propuesta que hemos hecho. Nosotros les enviamos esta invitación el 1° de noviembre, desde ese día estamos convocándolos y ojalá podamos lograr algo, pero no responden. No nos podemos quedar con las manos cruzadas porque los problemas se van a ir incrementando cada día más. El fondo de esto es que no hay una respuesta institucional a las necesidades de la población”.
¿Lo que está pasando en Quibdó se puede comparar con lo que pasó hace algunos meses en Buenaventura, frente, por ejemplo, al control territorial?
“Sí. Realmente hay barrios en los cuales la situación es muy preocupante. Se ha perdido el control de la institucionalidad y la población civil está amenazada”.
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