Abril ha sido un mes convulsionado para la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc) y eso que aún falta una semana. Todo empezó el lunes 9, cuando la Fiscalía capturó a Zeuxis Pausias Hernández, conocido como “Jesús Santrich”, acusado por Estados Unidos de mantener sus negocios ilegales y organizar el envío de 10 toneladas de cocaína a Norteamérica.
En este proceso la justicia americana fue la que investigó el caso y la colombiana simplemente cumplió. Hasta el momento, Santrich permanece en la cárcel y el que sería el testigo clave, Marlon Marín, está en Estados Unidos, a donde viajó desde el pasado lunes.
Otro punto clave es que Marín es primo de Iván Márquez, aunque la Farc ha dejado claro que no hizo parte del proceso y no está en las listas del grupo, ni armado, ni político. No obstante, estuvo en Cuba en varias ocasiones, como lo reflejó en fotografías que subió a sus redes sociales.
Esto, aunque no representa una fractura dentro de la Farc, pues todos han salido a defender a Santrich, sí deja un mal precedente. Para el analista político Miguel Silva, el narcotráfico representa uno de los temas más delicados del acuerdo, pues las Farc, armadas, basaban su economía en esta actividad.
“Acompañar el proceso de desmovilización con el del abandono de sus actividades de narcotráfico es uno de los retos. Esto ha implicado la posibilidad de que algunos de sus miembros sigan armados e incluso, sin estarlo, sigan vinculados a las economías ilícitas”, expresa Silva.
Prueba de esto es el número de disidentes –alrededor de 1.400 en total, según Ideas para la Paz– un porcentaje de estos en cabeza de Walter Arizala, alias Guacho, siguen sembrando temor, sobre todo en el sur, donde encontró la debilidad del Estado para mantenerse al margen de la ley y donde, la semana pasada, asesinó a tres miembros del diario El Comercio de Ecuador y secuestró a otros dos civiles ecuatorianos.
Por capítulos
Otras tres escenas han marcado el guión de la novela de la Farc en abril. El jueves, Márquez se trasladó al Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (Etcr) de Miravalle, Caquetá, según él, para hablar con los excombatientes y revisar lo que piensan de lo que está pasando, mientras que Hernán Darío Velásquez, alias El Paisa, se fue de este sitio “hasta que liberen a Santrich”, según confirmó el propio Márquez.
En esta parte de la historia aparecen el protagonista y el antagonista de la novela.
El máximo jefe de la Farc, Rodrigo Londoño, alias Timochenko, les pidió a los excombatienes respetar la ley y esta frase es la que llama la atención: “quien no lo haga debe atenerse a las consecuencias y ahí difícilmente puede pedírsele solidaridad al partido”. El antagonista, es el disidente alias Guacho, quien sigue siendo el terror del sur del país y su poderío militar se refleja a través de ataques armados, narcotráfico, secuestros y asesinatos.
EL COLOMBIANO, con el análisis de los expertos Miguel Silva; Germán Sahid, docente de Ciencia Política, y Alejo Vargas, especialista en el proceso de paz, explica estos momentos clave, que han marcado la agenda de la Farc y lo que podría representar en el futuro de su participación en política.