La sedimentación, el exceso de sal, la falta de agua dulce, la cantidad de jarillones que han bloqueado su equilibrio e incluso las megaobras que transforman las vías del país, tienen a la Ciénaga Grande de Santa Marta en una muerte lenta. La laguna litoral más grande de Colombia se quedó sin oxígeno. Y su agonía se hizo más fuerte con la muerte, hace dos meses, de 10 toneladas de peces. Sin embargo, desde hace años, este tipo de sucesos es recurrente.
La Ciénaga Grande tiene todos los pergaminos. En Colombia es área protegida bajo la categoría de Santuario de Flora y Fauna. Además, sus 730 kilómetros cuadrados hacen parte de la Reserva de Biosfera declarada por la Unesco y es también considerada como humedal Ramsar. ¿Qué pasó entonces? ¿Qué se ha hecho por su conservación? ¿Se puede perder la categoría Ramsar con todo este colapso? Las respuestas no son nada alentadoras.
Sandra Vilardy, doctora en ecología, profesora de la Universidad del Magdalena y una de las académicas que más ha investigado sobre la ciénaga, explicó que este es el complejo más grande de humedales del Caribe el cual está entrando en una fase de colapso ecológico “y tiene que ver fundamentalmente con el funcionamiento del sistema, que depende del agua dulce que entre. Lo que está pasando es que las vías de entrada de agua dulce están intervenidas, cerradas y no permiten que le fluya agua dulce al sistema”.
La académica Vilardy explicó que muchas veces se entiende mal a la ciénaga porque se piensa que el elemento fundamental es el intercambio con el mar y no es así. “Hay que recordar que la Ciénaga Grande hace parte del delta del río Magdalena, así que los principales aportes de agua dulce le entran por el Magdalena y por los ríos que bajan de la Sierra Nevada y sí, claro, hay un intercambio efectivo con el mar, pero no es el más importante. Lo más importante para el funcionamiento de la Ciénaga es que le entre agua dulce del río Magdalena y de los ríos que bajan de la Sierra. Todos están intervenidos”.
Y están intervenidos por múltiples razones: intereses económicos, sociales y hasta políticos. Por ejemplo, el agua dulce que baja de la Sierra Nevada es utilizada en distritos de riego y lo poco que logra llegar al humedal es insuficiente para mantener su funcionamiento.
“Muchos de los caños del río Magdalena están sedimentados, otros los usan en las fincas para su aprovechamiento, muchos han sido intervenidos para la construcción de la carretera que están haciendo paralela al río. Entonces, las afectaciones son de muchos tipos. Tenemos toda suerte de talanqueras que bloquean la entrada de agua dulce a la ciénaga”, explicó Vilardy.
Primera muerte: sin agua dulce. Sin oxígeno.
¿Qué carreteras pasan por la ciénaga? Son dos vías, dos grandes proyectos de infraestructura. Una, es la vía Ciénaga-Barranquilla que va bordeando el mar, la cual ya existe, pero hay un proyecto para ampliarla a doble calzada. Lo que se logró desde el Ministerio de Ambiente y desde la académica es construir una agenda paralela entre el proceso de los diseños de la doble calzada y los estudios requeridos para garantizar el intercambio hidrológico en el complejo de humedales.
“El gran problema para nosotros es la vía que se está haciendo paralela al río Magdalena que se conoce como la Vía de la Prosperidad. Una vía lamentablemente famosa porque es el proyecto con más riesgos que se construye con regalías, según el DNP, y que tiene una inversión cercana al medio billón de pesos. Pues bien, este proyecto es clave porque es paralelo al río y por ahí es como el río alimenta la ciénaga”, dijo Vilardy y agregó —vehementemente— que esa carretera es un “error de diseño porque una vía dique en una planicie de inundación va en contra de la naturaleza de ese territorio, esa zona es el área de desborde del río, entonces, al hacer un dique pues afectan los flujos de la ciénaga. Lamentablemente se ha pensado que el agua del río Magdalena solamente entra por los caños y se les ha olvidado que todos esos pantanos están conectados por el suelo”.
Segunda muerte: Dos proyectos de infraestructura, dos carreteras billonarias.
Con todo este panorama, ¿la Ciénaga Grande podría salir de la convención Ramsar? Aunque el Gobierno y la academia están optimistas, no se sabe. Y no se sabe porque precisamente hace un par de semanas miembros de la comisión visitaron la zona y este mes, harán sus recomendaciones. “No creo que vamos a perder la categoría Ramsar, creo que el gobierno colombiano en este momento no se puede dar ese lujo, perder un sitio Ramsar sería catastrófico. Lo más probable es que la misión nos pida que el país incluya al humedal en de la lista de Montreux que es la lista de humedales amenazados. Con esto lo que pasa es que se acepta que la ciénaga está en colapso y que el Gobierno colombiano tiene que invertir unos recursos adicionales y garantizar su gestión. Indudablemente, este sería un jalón de orejas necesarios”.
Frente a este tema, el ministro de Ambiente, Luis Gilberto Murillo, está a la espera, con la incertidumbre que trae una evaluación en un momento de crisis.
“Hasta que no vea esas recomendaciones de Ramsar no voy a dejar de estar preocupado porque no sé realmente cómo se van a venir. La realidad es que a la ciénaga se le acumulado problemas por muchos años. Esto sí requería de un liderazgo muy importante desde el Ministerio para acompañar a la región porque los problemas sobrepasaron la capacidad. Yo creo que nos demoramos un poco en actuar y por eso me preocupa que los expertos del convenio hagan recomendaciones muy duras, nos pueden hacer un llamado de atención muy fuerte”, dijo.
Tercera muerte: La posible salida del listado Ramsar.