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No acepto indultos, ni amnistías porque soy inocente: Plazas Vega

Desde su lugar de reclusión, el coronel (r) Alfonso Plazas Vega aseguró que detrás de su caso hay intereses políticos que no permiten su libertad.

  • Coronel (r) Alfonso Plazas Vega. FOTO diego pineda
    Coronel (r) Alfonso Plazas Vega. FOTO diego pineda
06 de noviembre de 2015
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El seis de noviembre de 1985 ocurrió un hecho que cambió para siempre la historia de la vida institucional del país. Ese día un comando armado de la guerrilla del M-19 se tomó a sangre y fuego y durante 28 horas el Palacio de Justicia, un edificio ubicado en el centro del poder político de Colombia, a escasos metros del Congreso de la República y de la Casa de Nariño.

Hoy, cuando se cumplen 30 años de aquel fatídico día, en el que 95 colombianos entre magistrados, funcionarios del edificio, miembros de la fuerza pública y guerrilleros perdieron la vid, tanto los militares encargados de la operación de recuperación del Palacio como los familiares de las personas que murieron coinciden en algo: exigen justicia.

El del coronel (r) Alfonso Plazas Vega es uno de esos casos. Plazas Vega quien para la época de los sucesos tuvo la misión de coordinar el ingreso de los vehículos blindados al Palacio, habló con EL COLOMBIANO en las instalaciones del Cantón del Norte en Bogotá, donde ya ajusta ocho años, tres meses y dos semanas de confinamiento por su presunta responsabilidad por el delito de desaparición forzada.

A 30 años de la toma del Palacios ¿qué pasa por su cabeza?

“Siente uno desazón porque ve que el país está cayendo en un abismo, porque en este momento hay unos intereses internacionales para cambiar el modelo político de Colombia. Me da mucha tristeza que los colombianos muerdan el anzuelo y que la gente no se dé cuenta del futuro que le depara si las cosas siguen como van. Yo siempre busco la parte positiva de todo, no soy amigo de sentirme en derrota, pero hay días en los que amanezco bajo de ánimo como hoy, pero tengo que levantarme y entender que el desanimo no es una opción”.

Devolvámonos un poco a los hechos. ¿Usted por qué llegó al mando de la operación?

“Yo nunca estuve al mando. Le han metido a la gente una serie de ideas que no son ciertas. El comandante de la operación era el general Jesús Armando Arias Cabrales y él nunca lo ha negado, yo era el comandante de la Escuela de Caballería y mi tarea era entrar con los vehículos blindados al Palacio porque no había otra forma de entrar, de lo contrario no se hubiera podido recuperar el edificio y se hubiera cumplido la proclama del M-19, firmada entre otras personas por Antonio Navarro Wolff y por Gustavo Petro que querían hacerle un juicio político al presidente y a tres de sus ministros, lo que tenía como fin dar un golpe de Estado, pero además dijeron que se oponían a la extradición porque era una violación a la soberanía colombiana, utilizando el mismo argumento de los narcotraficantes, o sea estaban defendiendo los mismos intereses”.

Coronel, ¿hubo desaparecidos en el Palacio?

Irma Franco, una guerrillera que ingresó al edificio antes del asalto como civil y con un revólver y todas las pruebas apuntan a que salió con vida, rescatada por las tropas y llevada a la Casa del Florero donde fue interrogada y luego no se volvió a saber de su paradero. El tribunal especial de instrucción, integrado por los magistrados investigadores Jaime Serrano Rueda y Carlos Upegui Zapata, dijo desde 1986 que no hay desaparecidos sino personas sin identificar, y aseguró que hay prueba suficiente en el sumario para establecer que esas personas que se dicen desaparecidas en realidad fallecieron en el cuarto piso del Palacio, a donde fueron conducidas como rehenes por el M-19. ¿Cómo es posible que los jueces conozcan esto hace tantos años y no lo tengan en cuenta a mi favor?”.

¿Qué piensa del reciente hallazgo por parte de la Fiscalía de tres cuerpos de personas que se consideraban desaparecidas?

“Esas tres personas, cuyos cuerpos fueron identificados, no son otras distintas a las que se decían desaparecidas: Cristina Guarín, Luz Mary Portela y Lucy Amparo Oviedo. Pero algo más. ¿Cuánto tiempo llevo yo diciendo que el cadáver de otra de las supuestas desaparecidas, Norma Constanza Herrera fue enterrado en el sepulcro del magistrado Pedro Elías Serrano y que las personas que le hicieron la necropsia, dijeron que ese cadáver no podía ser entregado como el del magistrado Serrano porque ese cuerpo tenía útero, y por obvias razones Serrano no podía tener útero?”.

¿Usted no ha solicitado la exhumación de ese cuerpo para que se verifique nuevamente su identidad?

“Hace más de 15 años la juez segunda penal especializada que lleva este caso ordenó la exhumación de Pedro Elías Serrano para verificar si es el de él o de la señora Norma Constanza Herrera, pero esa orden nunca se cumplió, ¿Por qué no se cumplió? Porque no les conviene que se sepa la verdad. Es más cuando el cadáver fue entregado, Medicina Legal dijo lo siguiente en el acta: “Entregamos cadáver femenino a nombre de Pedro Elías Serrano” y así lo enterraron”.

¿Y qué paso con Ana Rosa Castiblanco?

“Durante mucho tiempo ella figuró como desaparecida, y siempre nos han culpado de ello al Ejército Nacional y con nombre propio a Plazas Vega y al general Arias, pero mire en todo esto hay algo muy raro. A mí me abren el proceso en 2006, ¿por qué me abren el proceso ese año, justamente cuando terminé mi labor en la Dirección Nacional de Estupefacientes y le he quitado todos los bienes a los narcotraficantes del país? Por eso este proceso es una venganza de los narcos por mi labor en la DNE. Si hubiera tenido problemas tan graves como de los que me acusaron y me inventaron yo no hubiera podido llegar a esa entidad, a mi me investigaron todos los días de mi vida y no encontraron nada”.

Pero volvamos a lo de Ana Rosa...

“Hay unos apartes del acta de entrega de los restos óseos identificados por la División de Crimínalistica del Juzgado Segundo Penal del Circuito Especializado, en el que se dice que en el 2001 el cuerpo de Ana Rosa lo recibió su hijo, Raúl Oswaldo Lozano Castiblanco y su abogado el doctor Daniel Ernesto Albarracín. ¿Cómo es posible que cuando me inician el proceso aparecía el señor Oswaldo con la foto de su mamá preguntando por los restos de su mamá, cuando desde 2001 le habían entregado el cuerpo. ¿Qué hay detrás de eso? Su abogado, Daniel Ernesto Albarracín, pertenece al colectivo Alvear Restrepo, mire usted qué calidad de organización criminal es ese colectivo. Ellos sí son unos criminales. Pero la Fiscalía ya les contestó hace unos días y les dijo que ella nunca estuvo desaparecida y que habían muerto en el cuarto piso del Palacio en el primer día del asalto. Esto es una colección de mentiras, un fraude procesal tremendo”.

La orden de que los vehículos ingresaran al Palacio sí fue suya...

“No. Yo recibí esa orden. Un comandante de una unidad blindada no puede ver a dónde se le ocurre entrar con unos tanques, hay unos planes previamente establecidos. La orden la recibí del general Arias Cabrales y del presidente Belisario Betancur, y la misma Corte Interamericana de Derechos Humanos estableció que no había nada de malo en usar la fuerza pública para recuperar el edificio”.

Entonces ¿por qué la CIDH condenó al Estado?

“Nos condenaron porque la Policía decidió la protección del edificio, porque la inteligencia no se dio cuenta de lo que iba a pasar, y porque parece que por parte del B2 hubo irregularidades en el tratamiento de algunas de las personas rescatadas, pero también nos condenan porque la Fiscalía a los 29 años no sabía todavía lo que había pasado”.

¿Hasta qué momento estuvo usted en el operativo?

“El esfuerzo principal de la operación lo tuvo la Escuela de Caballería que yo comandaba entre las 11:30 de la mañana y hasta las 8:00 de la noche, cuando mi general Arias Cabrales me ordenó retirar los vehículos ya que había un incendio muy grande y ese es el peor enemigo de los blindados. De ahí en adelante la escuela de artillería de a pie asumió la operación”.

¿El presidente Belisario perdió el control de las fuerzas armadas durante la toma?

“Me temo que esas teorías vienen de los mismos que asaltaron el Palacio, pero no se le puede olvidar que detrás de los autores intelectuales y materiales del asalto hay conductores de la alta política que ordenaron la toma, y tienen la intención de mentirle al pueblo colombiano”.

¿El Ejército sabía lo que iba a ocurrir?

“En efecto había unas amenazas que yo no conocía porque estaba de vacaciones y volví a finales de octubre, pero a principios de ese mes a los medios de comunicación llegaron unas informaciones que decían que el M-19 se iba a tomar el Palacio con motivo de la visita del presidente de Francia, François Mitterrand, y como ese día no pasó nada entonces todo el mundo pensó que era una falsa alarma y se tomó la decisión de bajar las medidas de seguridad. El 4 de noviembre ocurrió algo con lo que no estoy de acuerdo: retiraron la policía del Palacio”.

¿No le parece muy rara esa decisión, coronel?

“No quiero entrar a especular”.

¿Cuando se percatan de lo sucedido hubo alguna decisión del Ejército en el sentido de entrar a arrasar con todo?

“Ese tipo de órdenes no se dan en el Ejército”.

¿Qué hay de cierto que en el Ejército hay un código de silencio?

“Esa es otra gran mentira. En el tema del Palacio yo he venido diciendo lo que ha sucedido en la medida en que he conocido los hechos. Hay cosas que no me gustan como la desaparición de la guerrillera Irma Franco, y quienes cometieron las irregularidades pretenderán mediante el silencio evitar que se conozca la realidad, pero salvo eso no creo que haya habido ningún pacto de silencio. Eso no existe”

Usted esa noche dijo que lo que hacía el Ejército era mantener la democracia, ¿se reafirma en esa frase?

“Pues claro. Es que la pregunta que me hacen es “¿qué está haciendo el Ejército?”, y me pareció hasta tonta, por eso con cierto aire de sorna de le respondo “manteniendo la democracia, maestro”, porque esa era y es la función del Ejército”.

¿Se arrepiente de sus actuaciones ese día?

“Yo actué en cumplimiento de lo establecido por el orden democrático y en caso de no haberlo hecho, me hubiera ido a consejo de guerra por cobardía”.

¿Hoy no cree que hubiera sido mejor no actuar?

“Pero por favor, ¿usted cree que yo hubiera preferido ser un cobarde? La pregunta sobra”.

¿Qué piensa de quienes afirman que usted es un héroe de la Patria?

“Les agradezco mucho su generosidad”.

¿Qué piensa de las afirmaciones de René Guarín en el sentido de que el Estado sería responsable del delito de desaparición forzada?

“No me explico cómo ese señor está libre. Él fue una persona que con unos videos empezó a señalar a unas personas que salían vivas del Palacio de Justicia como desparecidas y se vino a descubrir que eran personas que estaban vivas. Esta el caso de María Nelfy Díaz, la ascensorista que la alzaron al hombro y cuando sale del Palacio lo que se ve son las nalgas y ella misma se reconoce y cuenta cómo la rescataron. Muchos se preguntan por qué estaba sin tacones y por qué salió cargada por los miembros de la fuerza pública... Ella se quitó los tacones como hacen las damas ante una emergencia y como el piso por el incendio estaba hirviendo, no podía del dolor y por eso los soldados se la echaron al hombro y la sacaron. Cuando salió su propio hijo la señaló como su mamá, sin embargo René Guarín dice que es su hermana. Cuando voy a diligencias judiciales sacan letreros que dicen “sin olvido”, porque para la guerrilla las calumnias de los militares no deben tener olvido, pero cuando se trata de delitos espantosos cometidos por los guerrilleros sacan otros letreros que dicen “perdón y olvido”.

¿Y por qué afirma que él debería estar preso?

“El señor fue guerrillero, lo admitió, pero además fue capturado con una carabina que pertenecía a un agente de la Policía asesinado por el M-19 en un asalto a Nemocón, Cundinamarca en el que murieron 3 policías y un cabo del Ejército y se robaron la Caja Agraria, pero además él mismo contó en un artículo que escribió en 2005 en la revista de la Corte Suprema de Justicia que a su papá José Guarín, a Cristina Guarín y su hermano Sebastián Guarín, e incluso al mismo René los seguía el juzgado 14 de Bogotá por ser miembros del M-19, mucho antes los hechos del Palacio”.

Usted afirma que hay una gerra jurídico-política contra los miembros de la fuerza pública ¿Por que sostiene eso?

“Claro. Esa es una guerra que la encabezan las Farc y ellos que no se las den de colombianos, nacieron aquí tristemente, pero ¿a quién le reportan? ¿Usted vio lo que sucedió cuando “Timochenko” viajó a La Habana que también viajó el presidente Santos? Revise esas imágenes y verá que cuando “Timochenko” entra al reciento y se encuentra con el presidente de Cuba, Raúl Castro, se le cuadra y lo saluda militarmente, o sea que ese es su jefe, el jefe de las Farc, aquel a quien le rindió saludo militar”.

¿Aceptaría algún tipo de amnistía?

“Es que la justicia transicional es una justicia para criminales. Si un militar ha cometido un crimen, que los hay, esa persona debe acogerse a la justicia transicional porque ahí le van a perdonar sus crímenes. ¿A mí qué me van a perdonar? Aquí vino el senador Roy Barreras a hacerme ese ofrecimiento y yo le contesté airadamente que me estaba tratando de genocida, que se había equivocado conmigo y que no tenía nada más que hablar con él. No acepto ni amnistías ni indultos porque soy una persona inocente y lo único que acepto es mi absolución”.

¿Tiene esperanzas en la justicia colombiana?

“Siempre lo he dicho, siempre me he apegado a la justicia, no estoy de acuerdo con decisiones políticas que solo le sirven a los criminales, y yo no soy uno de ellos, solo una persona que cumplió con su deber”.

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