Uno de los primeros postulados que enunció Guillermo Gaviria al llegar a la Alpujarra ese 1 de enero de 2001, luego de ser elegido Gobernador de Antioquia, fue que emprendería por el departamento una carrera por la paz adelantando las marchas por la Noviolencia.
Esa tesis, ideada por Gaviria sobre el pensamiento pacifista de Mahatma Gandhi, e inspirada en el defensor de los derechos civiles en los Estados Unidos, Martin Luther King, fue acompañada por otro hombre que siempre le apostó al diálogo para resolver los conflictos: Gilberto Echeverri.
Ambos hombres decidieron sembrar esa semilla de articular el diálogo para resolver los conflictos e identificar otras salidas distintas a la violencia, y lo hicieron hasta el último de sus días, cuando Aicardo de Jesús Agudelo, alias “el Paisa”, comandante del frente 34 de las Farc, decidió asesinarlos para frustrar un intento de rescate militar (ver cronología).
Eugenio Prieto, actual director del Área Metropolitana que para ese entonces trabajaba en la Gobernación y después asumió como gobernador (e), recuerda que Gaviria siempre les enseñó que la Noviolencia incluye “presentar propuestas con argumentos y llevar esas propuestas a la acción, sumar esfuerzos y tejer redes para entregar a la ciudadanía, incluso la olvidada, capacidad de cohersión”.
Agrega Prieto que Gaviria y Echeverri dejaron sembrados en esa generación que los acompañó, que los conflictos se deben resolver desde la civilidad “y la paz es la construcción de equidad y de oportunidades de inclusión”.
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A rescatar ese postulado
Al sacerdote Carlos Yepes las Farc se lo llevaron con Guillermo Gaviria y Gilberto Echeverri, pero lo devolvieron horas después. Recuerda el padre que en esas horas de cautiverio, los dos hombres siempre hablaron de Noviolencia.
“En ese momento, y ahora, uno siente que era un hombre que buscaba como aportar a este país, no desde una salida de ‘te golpeo y me golpeas’, sino poner la otra mejilla, de saber que la Noviolencia, más allá que dejar que nos atropellen, es una resistencia espiritual, hacerle ver al otro la maldad de su acción”.
Sin embargo, para el presbítero Yepes, quien en el momento del secuestro y asesinato del Gobernador y el asesor de paz se desempeñaba como capellán de Antioquia, ese legado se ha ido diluyendo en el tiempo y es hora de rescatarlo. “La gente no ha entendido, piensa que la Noviolencia es una actitud de pasividad, cuando es lo contrario, es la resistencia a la injusticia, a la maldad, a la explotación, no recurriendo a las armas, pero sí haciendo una propuesta más allá de la violencia, y es la resistencia no armada”.
El territorio el día de hoy
Cuando Guillermo Gaviria y Gilberto Echeverri fueron secuestrados, marcharon desde Medellín, cruzando todo el Occidente antioqueño, para llegar a Caicedo, dónde el Frente 34 de las Farc amedrentaba a la comunidad, asesinaba campesinos, extorsionaba y robaba las cosechas de café cuando salían en camiones hacia la capital del departamento.
En pleno 2002 la presencia de las Farc era amenazada por los bloques Suroeste y Noroccidente de las autodefensas, quienes iniciaron la disputa del territorio, con lo que aumentaron los homicidios y los desplazamientos. El puente del Vaho, dónde se les vio por última vez a los funcionarios, era fortín guerrillero. Hoy, ese sitio es un lugar de memoria.
León Arroyave, concejal de Caicedo, quien con 12 años de edad debió recoger en ese puente el cuerpo de su hermano asesinado a mansalva por los guerrilleros, no sabe a ciencia cierta cuándo las Farc dejaron de existir en ese territorio. Después del secuestro y asesinato de Gaviria, Echeverri y los ocho militares empezaron a desaparecer “gracias a la acción de la Fuerza Pública, a la resistencia de la comunidad que nos empoderamos de la Noviolencia y al proceso de paz”, señala.
Pero la situación no es tan positiva, dice el alcalde Germán Darío Fernández. Asegura que en el 70% de su municipio tiene presencia del Clan del Golfo, hombres dedicados a la minería ilegal de oro, al microtráfico y la extorsión.
En Urrao, lugar donde masacraron a los secuestrados, se vive con más tranquilidad. Edilia González, secretaria de Gobierno de ese municipio, cuenta como con presencia institucional lograron reducir los homicidios en 50% en el último año: “cuando recibimos el municipio, el 1 de enero de 2016, había una compleja situación de orden público, operaba ‘La Oficina’ y cometían delitos de alto impacto, pero en agosto de ese mismo año realizamos un operativo con ayuda de la Gobernación, con Ejército y Policía y logramos desmantelar esa estructura, con 30 capturas”.
Para Álvaro Lora, presidente de Asocomunal, el cambio de Urrao ha sido de 180°. “Ya no hay retenes clandestinos y los líderes podemos salir sin problema por todo el territorio”; sin embargo, reconoce que hay un poco de temor, porque el Eln está sonando en algunas veredas.
En el puente El Vaho, hace 15 años, intentaron silenciar las ideas de dos hombres que le apostaron a la Noviolencia. Hoy ese legado perdura, aunque muchos no quieran imitarlo .