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Arar la tierra, sacar minas y recuperar la vida

Con esperanza, los habitantes de Vistahermosa, en el Meta, recobran el control de sus campos y caminos.

  • En la vereda Agualimpia, de Vistahermosa (Meta), la Campaña Colombiana Contra Minas adelanta labores de desminado humanitario. Íngrid Salcedo está a la izquierda.
    En la vereda Agualimpia, de Vistahermosa (Meta), la Campaña Colombiana Contra Minas adelanta labores de desminado humanitario. Íngrid Salcedo está a la izquierda.
  • El cabo segundo David Valeta, del Ejército Nacional, cambió sus armas por un detector de metales y una pala para buscar minas antipersonal en Meta.
    El cabo segundo David Valeta, del Ejército Nacional, cambió sus armas por un detector de metales y una pala para buscar minas antipersonal en Meta.
  • Jhon Beltrán fue víctima de una mina antipersonal cuando tenía 5 años, en la explosión murieron su padre y otras dos personas.
    Jhon Beltrán fue víctima de una mina antipersonal cuando tenía 5 años, en la explosión murieron su padre y otras dos personas.
Desminado en Vistahermosa, Meta, sacar minas y recuperar la vida
29 de noviembre de 2017
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Cada día, a las cinco de la mañana, Íngrid Brigitte Salcedo mira al cielo y habla con Dios, le pide que cuide a sus gemelos de nueve años y que la proteja a ella. Le ruega encontrar una mina y así salvar una vida. Ese es su trabajo. Forma parte del equipo de desminado de Vistahermosa, municipio que tiene el nada grato rótulo de ser el que más víctimas ha tenido por estos artefactos. 363 entre civiles y militares.

“Siempre me imagino la emoción que debe dar encontrarse una mina antipersonal”, dice la mujer que desde abril ha dedicado sus días a escarbar la tierra en busca de artefactos explosivos en la vereda Agua Linda, un pequeño caserío donde la guerra dejó la peligrosa huella del conflicto que hoy pretenden borrar, no solo de su mente, también de sus tierras.

Cuando el detector de metales suena, el corazón salta, la adrenalina la embarga, con precaución mira la zona que está despejando: un metro de ancho por 25 centímetros de largo, en los que previamente ha cortado toda la maleza. Puede observar el terreno limpio. Delimita un perímetro de 20 por 20 centímetros e inicia la excavación con una pequeña pala.

El intenso sol y el calor propio de los Llanos Orientales, que ronda los 37 grados centígrados, no es impedimento para usar toda la protección necesaria, así sude litros, finalmente de eso depender su vida.

Lleva puesto su uniforme: jean, camiseta que la identifica como desminadora de la Campaña Colombiana Contra Minas. Por debajo porta un buzo que le cubre los brazos del sol, encima un traje en forma de delantal, anaranjado, que pesa cuatro libras y que la protegería en caso de una explosión. Botas pantaneras, rodilleras y un casco con visera, que pesa kilo y medio, y que va suficientemente apretado en el mentón para que no se desplace. Está amarrada, su movilidad es limitada, casi como de astronauta de finales de los 60, pero eso la hace sentir segura.

Durante la excavación, que hace con el mayor cuidado, surgen preguntas alrededor de lo que puede significar lo que encuentre. “Si hallo una mina quiere decir que salvo, por lo menos, una vida”, dice.

Usualmente sus hallazgos son puntillas o alambres y, en la noche, cuando ha cumplido su jornada laboral, lavado su ropa y cenado, habla por teléfono con sus hijos, que están bajo el cuidado de la abuela. Ellos se ríen, como si se tratara de un juego, se burlan porque su mamá todavía no ha encontrado una mina.

Íngrid recuerda que uno de sus nueve compañeros sí atinó una, de inmediato dio aviso al Batallón de Desminado N° 4 para que la desactivaran, ya que los civiles no pueden hacerlo.

El hallazgo se produjo en la finca de Fanny Ramos, quien ha trabajado, caminado y arado este potrero, pero no pensaba que podía haber explosivos enterrados. Este es el terreno que usan todo el tiempo ella y sus hijos. Los vecinos en el estudio no técnico contaron sus sospechas y la propiedad fue priorizada: 1.426 metros cuadrados señalados como zona peligrosa, de ellos la Campaña Colombiana Contra Minas ha logrado despejar 1.409. Quedan 17 metros cuadrados para que la tranquilidad vuelva a la familia Ramos.

Aliviada por la labor que vienen ejecutando en su propiedad, Fanny dice: “Imagínese uno caminando por su finca muy tranquilo y encontrarse con una mina, eso debe ser una cosa terrible y dolorosa. Espero que con este trabajo pueda estar segura de que nunca va a pasarnos”.

***

Íngrid supo de varios de sus vecinos que cayeron en campos minados, eso era frecuente en el pueblo, el que más víctimas de minas antipersonal ha puesto en Colombia. Con un saldo que resulta más trágico, 43 son menores de edad, niños que no hacían algo diferente que recorrer y jugar en esas praderas.

En Vistahermosa 363 personas han sufrido alguna afectación por estos explosivos, uno de ellos fue Jhon Beltrán, cuando apenas tenía 5 años.

Aunque era muy pequeño recuerda, minuto a minuto, aquel día y lo recita como de memoria. Todo termina en una carretera cuando suena el celular de su padre y la señal activa una mina antipersonal. De los cinco ocupantes del vehículo tres mueren: su padre y dos amigos; un vecino queda vivo pero con graves secuelas mentales y él, quien desesperado gritaba porque había perdido momentaneamente la vista y su cuerpo ardía como si se cocinara.

Han pasado casi 10 años desde entonces y su vida nunca volvió a la normalidad. El motivo, asegura, “nadie me devolvió a mi padre”, lamenta más esa ausencia que haber perdido la vista por un ojo y tener el otro con visión reducida, que los cuatro meses que pasó hospitalizado y que todas las penurias que la familia tuvo que pasar después de la explosión. Es una ausencia que le pesa cada día, todos los días. Una huella de la guerra.

Jhon sueña con ser arquitecto y ese deseo preocupa a su madre, Gloria Vargas, quien con gran esfuerzo ha podido llevarlo hasta décimo grado, sus otros hijos no pudieron continuar los estudios después de la muerte del papá, no había con qué y tampoco ánimo para hacerlo.

“Que pecao de mi muchacho, él tiene muchos sueños pero yo no se los voy a poder cumplir”, lamenta doña Gloria.

El tratamiento médico para Jhon ha consumido los pocos recursos que “el viejo” dejó, han sido múltiples cirugías y hoy ni siquiera tiene con qué pagarle unas gafas que le recetó el optómetra para darle un poco más de capacidad visual. Cuestan 550.000 pesos.

No obstante, Jhon se reconoce como una persona afortunada, finalmente es un sobreviviente. En este municipio muchos niños, algunos conocidos, lo último que escucharon fue la detonación de estas minas que están prohibidas por el Tratado de Ottawa desde 1996, pero que en Colombia se continúan sembrando, si así se le puede llamar a la instalación de un artefacto creado para generar dolor, muerte y tristeza.

Con el desminado las cosas están cambiando. Leonardo Cuesta, presidente de la Junta de Acción Comunal de La Albania, recuerda cómo tuvo que recoger a dos “angelitos” moribundos después de que estallara una mina mientras jugaban en un camino.

“Nos ha tocado ver cosas aterradoras, pero ahora el futuro es de esperanza”, asegura el líder comunero quien siente que a Vistahermosa, ese muncipio casi desconocido, llegarán tiempos tan bellos como su nombre. Para él la paz si está apareciendo por fin en la región, mejor que la paz, lo que ella significa. Están desminando y eso le da tranquilidad para ejecutar las labores del campo, está llegando el Estado, que por décadas parecía desconocer a los pobladores que vivían en medio del fragor de la guerra. Un Estado que, sentían, les había dado la espalda.

***

Vistahermosa tiene una extensión total de 4.084 kilómetros cuadrados, aunque el riesgo principal por minas se presenta en los 3.061 que son rurales. Allí habitan, por lo menos, 16.500 personas que se dedican al cultivo de plátano, yuca, palma africana, cacao y coca, sí coca, porque la guerra los llevó a eso, no había cómo sacar los productos, ni quién los comprara.

Los que tienen más recursos se dedican a la ganadería. Ambas actividades se vieron seriamente afectadas por el flagelo de las minas: la tierra ya no era un lugar seguro.

Por eso los líderes comunales celebran que pueda usarse el suelo, el mismo del que sus ancestros vivían. Ahora se les ve caminar con confianza, arriar las mulas y las vacas por caminos por los que antes no se atrevían a transitar. Lo que en las ciudades llaman posconflicto en Vistahermosa se traduce en tranquilidad.

“Hasta hace poco teníamos mucho miedo, las Farc y los paramilitares pusieron minas por todas partes, en los cruces de caminos, debajo de los árboles frutales, cerca de las escuelas y los centros médicos. Ahora, ver que esos espacios vuelven a ser nuestros, que podemos caminar tranquilos, que los niños pueden jugar sin que nosotros muramos de miedo viéndolos por ahí, es esperanzador”, relata Cuesta.

En Albania la labor de desminado la adelanta el Batallón Bides #4 desde el 1 de enero de este año. Hasta ahora han encontrado tres minas antipersonal, dos artefactos explosivos improvisados y cuatro municiones sin explotar. En tres sectores lograron liberar 55.622 metros cuadrados, calcula el cabo segundo David Valeta.

Él fue convocado por el Ejército para fundar el Batallón de Desminado en el Meta, estaba llamado a dejar las armas que lo habían acompañado mientras patrullaba las selvas de La Macarena para dedicarse a una labor humanitaria “devolver las tierras limpias para que los campesinos las aprovechen”.

Nacido en Montelíbano, Córdoba, Valeta se levanta todos los días a liderar un grupo de ocho militares que, de forma similar a los jornales campesinos, escarban la tierra para darle una nueva vida. Lejos de su familia siente que está construyendo las bases para un nuevo país.

A ese sentir se une Íngrid, quien junto con su esposo, que también trabaja en la Campaña Colombiana contra Minas. Dejan de ver crecer a sus hijos por 22 días seguidos (tras los cuales descansan nueve) mientras desarrollan la labor para que ningún otro niño como Jhon caiga en una mina.

“Quiero que mis hijos y mis nietos, si es que llegan alguna vez, disfruten de las tierras que a nosotros nos han sido negadas”, concluye la desminadora, una sentencia que le da razón a eso que le llaman posconflicto.

4
personas han sido víctimas de explosión mientras hacían labores de desminado en Colombia, según Daicma.
206
civiles, entre ellos 43 niños, han sido víctimas de minas antipersonal en Vistahermosa, según Daicma.
Infográfico

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