El discurso conciliador de Rodrigo Londoño Echeverri, Timochenko, jefe del partido político Farc, contrasta con el de Iván Márquez, uno de los líderes más representativos del movimiento y es la muestra de una fisura que en esa colectividad inició desde los diálogos de La Habana y se ha acrecentado en la etapa de implementación del Acuerdo.
“Estamos viviendo una coyuntura muy compleja que tenemos todos que asumir con mucho cuidado, con análisis sereno, sin apasionamientos, con mucha objetividad, partiendo siempre del interés fundamental de cada uno de nosotros: el partido, por encima de cualquier sentimiento, de cualquier interés particular”, fueron las palabras del jefe de Farc ante el panorama que viven por la implementación del Acuerdo.
En contraste, desde el Espacio Territorial de Capacitación de Miravalle, Caquetá, Márquez reclamó por la libertad de “Jesús Santrich”, y en compañía de Hernán Darío Velásquez, identificado como “el Paisa”, afirmaron que de no ser liberado el exguerrillero y deshacerse ese “montaje” jurídico armado por la Fiscalía y la DEA “el proceso de paz está en peligro de precipitarse hacia el abismo del fracaso”.
No obstante, para Gregorio Hernández, jurista y expresidente de la Corte Constitucional, el mensaje de Márquez y Velásquez conducen al país por un camino que trae efectos no deseados. “La actitud y las palabras de Iván Márquez y ‘el Paisa’ están conduciendo a esos efectos no deseados por el país. Y, sin dudarlo, la presión que ejercen para que su excolega quede en libertad sin más trámites, es una forma de romper unilateralmente -de hecho- lo pactado”.
Fisuras desde Cuba
Las divisiones de la Farc no son un asunto nuevo. Desde las conversaciones de La Habana, la fragmentación se presentó incluso en el momento que se pensó quién representaría el grupo guerrillero en la mesa de negociación. Mientras muchos pensaron en Márquez por su trayectoria política, otros creyeron que la carta fija debería ser Pastor Alape. En el 2014 se decidió que sería Iván Márquez, lo que generó la primera grieta en el grupo guerrillero.
“Eso siempre estuvo complicado porque muchos de los guerrilleros votaban por Márquez, pero otros querían a Alape que era más cercano a los combatientes. Muchos reclaman que durante la guerra que vivimos, el primero se fue a Venezuela, y el segundo se quedó en los campamentos en Colombia”, explicó uno de los mandos medios desmovilizados en Antioquia. Vale recordar que la negociación inició sin cese el fuego y el que estaba en el país, estaba en el teatro de la guerra.
En ese momento se crearon dos bloques que permanecen 17 meses después de la firma del Acuerdo. Cuenta el excombatiente que en un lado se alinearon Iván Márquez, Jesús Santrich, Joaquín Goméz, “Romaña” y “el Paisa” y, en la otra orilla, quedaron Timochenko, Pastor Alape, Pablo Catatumbo y Carlos Antonio Lozada.
Esas divisiones se reflejaron en Colombia, por esa razón, a Cuba comenzaron a llevar en diferentes fechas a los jefes de Farc que supuestamente no se subirían al “bus de la paz”. (Ver cronología).
El segundo round llegó en 2016 y se extendió en 2017. Con la enfermedad de Timochenko, la preocupación se tomó las negociaciones y luego las reuniones después de la firma del Acuerdo.
Uno de los asesores que hizo parte de la negociación dijo a EL COLOMBIANO que empezaron a decidir quien sería su reemplazo. Otra vez sonó el nombre de Pastor Alape, pero su detractor más fuerte fue Márquez.
“Eso se confirmó el día que realizaron la Asamblea en Bogotá. En el congreso fundacional Márquez fue el líder más votado con 888 sufragios contra los cerca de 500 que tuvo Alape y quedó de segundo”, expresó el asesor quien pidió reserva.
Esas fisuras se reflejan en una Farc preocupada por la implementación, y con una derrota en las urnas en las pasadas elecciones al Congreso. EL COLOMBIANO envió una solicitud al partido político para hablar sobre el tema, pero no obtuvo respuesta.
“No hay unidad, y eso les va a pasar factura”, concluye el analista del conflicto armado Juan Carlos Ortega.