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¿Qué lecciones aprender de los cese al fuego bilaterales en el mundo?

  • Las Farc por su parte propusieron al Gobierno callar los fusiles de lado y lado en Navidad, pero debido a los constantes golpes de las Fuerzas Armadas, amenazaron levantar el cese unilateral y llevarnos nuevamente al vértigo de la guerra. FOTO ARCHIVO
    Las Farc por su parte propusieron al Gobierno callar los fusiles de lado y lado en Navidad, pero debido a los constantes golpes de las Fuerzas Armadas, amenazaron levantar el cese unilateral y llevarnos nuevamente al vértigo de la guerra. FOTO ARCHIVO
17 de noviembre de 2015
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Luego de anunciar que marzo de 2016 sería el mes límite para la firma de la paz y reconocer que dialogar en medio del fuego es peligroso, Juan Manuel Santos dio la orden de “iniciar lo más pronto posible la discusión de un cese el fuego bilateral” en la mesa de La Habana.

Las Farc por su parte propusieron al Gobierno callar los fusiles de lado y lado en Navidad, pero debido a los constantes golpes de las Fuerzas Armadas, amenazaron levantar el cese unilateral y llevarnos nuevamente al vértigo de la guerra.

Ese horror, desesperanza e impotencia que sentimos hace solo unos meses, cuando la tregua se rompió y se puso en la cuerda floja el proceso a punta de masacres de soldados, derrames de petróleo en ríos y mares, bombas contra estaciones de policía, derribamiento de torres de energía y desplazamientos.

Ante el riesgo de que se repitan estas escenas de muerte y destrucción, el Gobierno y las Farc se han embarcado en una discusión en La Habana para anunciar un cese bilateral en los próximos meses.

Líderes políticos de todas las vertientes han hecho propuestas, unos dicen que hay que pactar un cese antes de llegar a un acuerdo definitivo, otros proponen hacerlo una vez firmados los acuerdos para evitar un rearme. Pero cuál debe ser la decisión a tomar y qué lecciones se pueden aprender de otros procesos para no volverla a meter la pata en Colombia, como en el Caguán.

¿Cuándo negociar el cese bilateral?

El Jefe de Estado el pasado miércoles indicó que es intención del Gobierno decretar cuanto antes un cese al fuego bilateral, una vez se haya firmado el acuerdo sobre justicia, pues solo ahí se definirá cómo será el desarme y la reintegración de los miembros de las Farc a la sociedad, lo que se conoce como el DDR (Desmovilización, Desarme y Reintegración).

“Hasta que esos temas no estén todos acordados es imposible poder decretar un cese al fuego bilateral, pues dadas las circunstancias de nuestro país y la presencia de otros grupos armados en territorio no hay posibilidades de pensar en un cese el fuego bilateral sin tener todos los aspectos que esto conlleva”, aseguró el Jefe de Estado.

Aunque Santos no ve posibilidades y otra parte del país sigue en un ambiente de polarización, la verdad es que la historia deja al descubierto que no hay nada escrito. Un estudio de la Escuela de Cultura de Paz, de la Universidad Autónoma de Barcelona, y otro análisis de la Universidad de Notre Dame, afirman que los ceses bilaterales se han negociado en todas las condiciones: antes de iniciar el proceso, en el inicio de la negociación, meses antes del acuerdo y después de los acuerdos.

Por ejemplo, en Mozambique, Irlanda del Norte y Croacia solo se firmó un cese bilateral hasta que estuvo el acuerdo definitivo.

En Sierra Leona, Guatemala y El Salvador la negociación del cese se dio varios meses o días antes de firmarse el acuerdo final, como se tiene planeado en Colombia.

Javier Ciurlizza, director para América Latina de International Crisis Group, afirma que el cese el fuego es una herramienta que tiene dos sentidos: promover mejores condiciones para el proceso de paz y organizar el posconflicto, que es el cese definitivo.

“El cese el fuego no puede ser la finalidad del acuerdo al que se llegue en marzo, sino que tiene que ser un método para llegar al desarme, la desmovilización y la reinserción”, afirma el experto.

En otros lugares, el cese bilateral se ha hecho desde antes del arranque y desde el inicio de los diálogos, y se mantuvo durante toda la etapa de negociaciones.

El alto al fuego producido de forma simultánea con el inicio de negociaciones ha ocurrido en Nepal, Sri Lanka y Filipinas.

Ahí también se incluyen los acuerdos en Sudáfrica, bajo el régimen de segregación racial apartheid que negoció el cese tres meses después de haber iniciado el diálogo; o en Sudán del Sur donde el proceso se inició y cuatro años después se pactó el cese; o en el conflicto interracial en Bosnia Herzegovina donde el diálogo inició en 1995 y el cese se había pactado un mes antes.

Quién debe dar el primer paso

La Escuela de Cultura de Paz, dirigida por el experto en conflictos Vicenç Fisas, en un estudio publicado en 2006 y en el que se analizaron 27 negociaciones de alto al fuego, resalta que a la hora de dar el primer paso también hay un abanico de opciones. Desde estados que iniciaron ceses unilaterales hasta ceses al fuego impuestos por organismos internacionales.

Por ejemplo, en las negociaciones entre Israel y Líbano, el alto al fuego fue impuesto por el Consejo de Seguridad de la ONU. En Uganda, hubo alto al fuego unilateral por parte del Gobierno. De igual manera en Kurdistán, donde el grupo rebelde el PPK decretó cese unilateral sin ser atendido por el Gobierno.

Han existido también casos en los que se ha declarado un alto al fuego sin que ello supusiera abrir una negociación formal, como en el conflicto India-Assam; así como negociaciones sin alto al fuego como en Irlanda del Norte o Indonesia-Aceh.

Fisas argumenta en el estudio, que en un 60% de los casos las declaraciones de alto al fuego han sido violadas de forma reiterada. Y que la creación de mecanismos de verificación de los acuerdos de alto al fuego se ha producido únicamente en la mitad de los casos, normalmente, como resultado de un acuerdo de paz final, aunque reconoce que en algunos casos se han creado mecanismos en etapas intermedias de negociación.

“En la experiencia internacional no hay ningún caso donde no haya habido problemas. Todos han tenido, una vez decretado el cese el fuego, facciones de grupos que han continuado la guerra, o ha habido ataques mutuos, asesinatos de líderes. No hay ninguna razón para que Colombia sea la excepción. El cese va a ser muy difícil y en el caso colombiano más cuando los únicos actores no son Farc y Ejército como en El Salvador, sino también Eln, bacrim, carteles de droga. Hay mucha gente con armas en zonas donde supuestamente se produciría la concentración y el acantonamiento”, afirma Ciurlizza.

El estudio de Fisas, también resalta que en una cuarta parte de los casos ha existido presencia de Naciones Unidas, con competencias para la verificación del alto al fuego o el cese de hostilidades, y en tres casos han participado otro tipo de organismos (Unión Europea, Asociación de Naciones del Sudeste Asiático) o países (nórdicos europeos, o miembros de la Organización de la Comunidad Islámica). En tres casos (Darfur, India-Assam e Indonesia-Aceh) se han creado “corredores humanitarios” en treguas temporales para atender a la población afectada por el conflicto o por un desastre natural. (Lea: Santos pedirá a Naciones Unidas verificar cese bilateral con Farc)

Para Fisas, suelen haber sectores militares y políticos interesados en que se violen los cese al fuego a través de pequeñas o grandes provocaciones que dificultan que la otra parte no se sienta obligada a defenderse con las armas. “La verificación no tiene capacidad preventiva, solo tiene capacidad para esclarecer los hechos, así que lo importante es siempre que cada parte controle completamente a sus efectivos. El éxito o el fracaso, depende de la seriedad de las dos partes, su capacidad de controlar a sus tropas y del compromiso de no provocar a la otra parte”, asegura.

En la mayoría de procesos ha habido algún tipo de presencia internacional. Por ejemplo, en Nepal y Liberia, las Naciones Unidas se encargaron de la verificación; en Macedonia, la Unión Europea y la Otán; en Sudán, la Unión Africana; en Guatemala y El Salvador las Naciones Unidas con la OEA. Y en la mayoría de los casos es la misma misión internacional la que luego se encarga de verificar el desarme y la desmovilización.

Para Ciurlizza hay dos requisitos a considerar al momento de pensar en quién debe verificar el cese el fuego bilateral. Primero que tenga conocimiento y experiencia en el tema y segundo que tenga la confianza de las partes. “En lo primero, deben ser claramente las Naciones Unidas que han estado en más de 38 procesos de paz. Pero en el caso colombiano también puede que sea necesario agregar unos países o personas que den confianza al Estado colombiano y a las Farc, entre esas podría estar Unasur y otra serie de actores que mejoren la confianza y comunicación”, explica.

Para Fisas paralelamente a esto, debe haber en cada municipio, con presencia de la insurgencia, un Centro de Control Municipal con presencia de instituciones como la Cruz Roja, la Iglesia y otras organizaciones civiles y sociales que estén atentas a lo que suceda en cada municipio. “Ante cualquier eventualidad, avisarían a la primera Comisión Mixta de alcance nacional, que contaría con los medios de transporte aéreo y terrestre para investigar lo sucedido. Si cada parte controla a los suyos, los incidentes serán escasos. Si no hay control, el desastre está servido”, propone Fisas.

Aciertos y desaciertos del cese el fuego bilateral

En numerosos procesos de paz como el del Salvador, Guatemala, Nepal, los ceses unilaterales sirvieron para mejorar la confianza de las partes y facilitar el logro del acuerdo. Sin embargo, según los expertos hay que considerar el cese como parte de un todo integral no como algo aislado.

“Cuando esto ha sido simplemente una medida aislada en el proceso de paz que ha durado mucho tiempo, generalmente ha habido muchos problemas. Por ejemplo, en el sur del Sudán y en Liberia, los ceses al fuego fracasaron porque no ocurrió nada después, es decir, la guerra continuó por otros medios”, sostiene Ciurlizza.

En el caso por ejemplo de Indonesia, un problema grave fue cuando las partes, el Ejército de Indonesia y la guerrilla marxista de la isla de Aceh hicieron un alto al fuego pero la población civil seguía sufriendo los efectos de la ocupación militar y la guerrilla involucrada en crímenes, algo que podría pasar en el caso colombiano sino se toman medidas de acantonamiento, verificación e incentivos económicos a los excombatientes.

“No puedes llegar a un proceso de desarme con una guerrilla dispersa e indeterminada. Segundo, es muy importante la presencia internacional. En Colombia si no tienes un tercero que te proporcione información objetiva sobre quién está cumpliendo y quien no, todo queda a la discreción y opinión subjetiva de las partes y la confianza nunca termina de construirse. Tercero en el acantonamiento es muy importante ubicarlos en los lugares donde va a haber proyectos de empleo productivo, donde se van a reinsertar y donde ocurrirá el proceso de justicia transicional, por ejemplo, la Comisión de la Verdad. Ahí va a poder funcionar mejor todo esto, por ejemplo, podrán acceder a información sobre los desaparecidos y entrevistar a los presuntos perpetuadores”, explica Ciurlizza.

El otro tema son los incentivos económicos. Cuando un grupo armado se desmoviliza, una de sus principales preocupaciones es cómo le da de comer a las tropas, quién paga sus gastos, en qué va a trabajar la gente, qué van a hacer con las familias que dependen de ellos, sostiene Ciurlizza. Por eso es importante que el Estado articule incentivos económicos que atraigan a la mayor cantidad de combatientes, al respeto del cese el fuego y hacia la transición al desarme, la desmovilización y reinserción.

“Hay que pagar la supervivencia básica en los lugares de concentración, el Estado o la comunidad internacional se deben encargar de suministrar la alimentación y garantizar la salud. Segundo que haya oportunidades de formación profesional o información adecuada sobre oportunidades después de la reinserción, para que la gente sienta que hay incentivos para continuar el cese. Porque no es simplemente dejar de disparar, es una actitud colectiva individual de ya no vamos más a la guerra. Y eso solo lo puede garantizar un incentivo claro a nivel colectivo e individual”, sostiene Ciurlizza.

Para el experto hay que acordar ya una línea de tiempo: “Un cese el fuego no puede ser algo que dura un año, dos años, ni siquiera seis meses. Un cese tiene que ser breve y traducirse rápidamente en el resultado del proceso de paz. Lo primero es un cronograma con fechas claras. Por ejemplo el 2 de enero comienza el cese el fuego, el 26 de marzo firmamos la paz, el 30 de abril se entregan las armas y el 15 de junio comenzamos la reinserción”, reitera.

Según el experto, Colombia a diferencia de los otros países que pasaron por procesos tiene muchas ventajas para llegar a la paz. “Colombia tiene un Estado democrático, un Gobierno que más o menos funciona, una sociedad civil interesante, medios de comunicación libres. Nada de eso existía en Macedonia, Sudán, Liberia, eso era un caos absoluto y había que construir todo desde cero. Sin embargo, acá la gente cree menos en la paz que allá”, concluye el experto.

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