El rosario de errores de las zonas veredales es largo y de todos los colores. El Gobierno cedió ante las presiones de la oposición para establecer veredas tan remotas a las que nunca había llegado el Estado, como sitios donde las Farc dejarían las armas; de esa manera quiso borrar el fantasma del Caguán, aseguran los expertos.
También se equivocó al ceder a las presiones de la oposición y de los medios de comunicación sobre el Día D: las Farc insistieron en que el conteo iniciara después de aprobada la ley de amnistía, pero el Gobierno “se ranchó”, en palabras de Ariel Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, en decir que fuera inmediatamente después de la refrendación.
“El Día D fue la primera equivocación. El Gobierno parece amarrarse por miedo a la oposición, el Día D debió ser el 1 de enero para que el desarme fuera hasta fines de junio. Han debido tomarse unas semanas y de común acuerdo definir cuándo se podía poner el Día D. Estamos viendo la crisis de esa definición apresurada”, señala Alejo Vargas, director del Centro de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Paz de la Universidad Nacional.
Y ahí están los resultados: las zonas veredales no están listas y, por determinación del Gobierno y en cumplimiento del acuerdo, el 1 de marzo las Farc deberán entregar el 30 % de sus armas. Para la ONU eso no es posible. En una comunicación aseguraron que no existían listas de guerrilleros y mucho menos del armamento. ¿Cómo se va a saber cuál es el 30 % de las armas?, pregunta el componente internacional del mecanismo de monitoreo.
Y las Farc responden, a su vez, con que la ONU ni siquiera tiene los contenedores para depositar las armas, ¿dónde las van a dejar?
Uno tras otro se “tiran la pelota” y lo cierto es que en la mayoría de las zonas veredales no hay alojamientos, no tienen agua potable, no hay energía, pero se mantiene la exigencia de cumplir con el plan acordado. Ávila anota que el cronograma de los 180 días no tiene que moverse si se logran terminar con prontitud las zonas veredales, lo que se correría sería la dejación de las primeras armas y se comprimiría la agenda para que al 1 de junio se entreguen todas.
Lo que sí es cierto es que las Farc temen que todo el proceso de paz sea solo para desarmarlos. EL COLOMBIANO habló en oportunidades diferentes con alias Alberto Cancharina, comandante del Bloque Magdalena Medio, y con alias Fabián Ramírez, líder histórico de la guerrilla y comandante del Bloque Sur, y ambos coinciden en que sería inconcebible que el único objetivo fuera la dejación de armas y que el Gobierno olvidara su compromiso con la implementación de todo el acuerdo.