Para el presidente Juan Manuel Santos, lo que ha faltado en la lucha contra el narcotráfico es innovación, por eso el país debe apuntar a nuevas estrategias ayudado por el resto del mundo, sobre todo de países consumidores.
Para ello, hoy el Ministerio de Defensa entregará al Consejo Nacional de Estupefacientes un proyecto que permitirá fumigar con glifosato a través de drones, y ya no de aviones como se hacía antes de 2015, cuando fue prohibido por sus efectos nocivos en la salud.
“Esa tecnología está madura. Se puede hacer con facilidad, tiene la duración necesaria en el aire, capacidad de carga para hacer las aplicaciones, y la mitad de la concentración del veneno”, explicó el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas.
Todo esto porque, a pesar del Acuerdo de Paz y de los programas de sustitución voluntaria de cultivos, a los que se han inscrito 77.659 familias según el Plan Integral Nacional de Sustitución, PNIS, las hectáreas sembradas aumentaron, alcanzando, según la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas de la Casa Blanca (Ondcp, por sus siglas en inglés) 209.000, 11 % más que el año anterior, datos que para el gobierno norteamericano son inaceptables.
“El mensaje del presidente Donald Trump a Colombia es claro: debe dar marcha atrás al crecimiento en la producción de cocaína”, dijo el subdirector de la Ondcp, Jim Carroll. Al respecto, el presidente Santos señaló que el aumento fue menor al que se esperaba que era, según reveló la semana pasada, del 30 %.
En ello coincidió Juan Carlos Garzón, investigador de la Fundación Ideas para la Paz, quien al analizar las cifras dijo que: “el alza más fuerte en el número de hectáreas cultivadas en Colombia fue en 2014 (antes de la suspensión de la aspersión) y en 2015. Desde 2016, ha sido menos intenso”.
Ante la inminencia del regreso del glifosato, la politóloga experta en temas de cultivos de uso ilícito, María Isabel Loaiza, afirma que “si bien disminuye de manera efectiva el cultivo, no acaba el problema de raíz, porque eso obliga a que quienes lo hacen, desplacen las plantaciones y las dividan en pequeños grupos”.
La experta agrega que “podrán usar glifosato, pero no tienen alternativas. El problema no acabará. Hay que darles opciones en mercados lícitos para que, a quienes les resulta rentable la coca, deje de ser una tentación”.