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La política sí puede ser un juego infantil

Que ellos participen en decisiones de la vida del hogar y el colegio es una forma de mostrarles que la política es del interés de todos.

  • ilustración ELENA OSPINA
    ilustración ELENA OSPINA
31 de julio de 2016
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La política no es solo un asunto de adultos. Por lo menos la política como ese ejercicio de derechos y deberes para buscar un bien común.

Prácticas y esquemas como el denominado gobierno escolar basado en la ley 115 de 1994, son un mecanismo para incentivar a niños y jóvenes a tomar parte en decisiones que afectan su vida académica.

Sin embargo, esta no es una tarea que solo se circunscriba a las aulas. Desde la casa es posible motivar a los pequeños a participar, tomar decisiones y también a hacer parte de procesos de deliberación, debate y discusión, que hacen parte de una práctica política, que no es solo buscar un puesto mediante el voto.

Hoy, explica César Darío Guisao, educador, abogado y experto en políticas de juventud, los jóvenes son apáticos en torno a este asunto frente a lo que sucedía hace diez años, por ejemplo.

Esta apatía puede estar explicada, según Carlos Barrios, experto del Laboratorio de Pedagogía Social de la Universidad Nacional de Colombia, porque los jóvenes no tienen claro el concepto de política, y casi siempre lo confunden con politiquería o proselitismo electoral.

Mientras la política, argumenta, se basa en el uso y distribución del poder para un interés general; la politiquería lo que hace es encubrir intereses particulares y el proselitismo solo hace referencia a la necesidad de obtener el poder por el poder.

Una confusión que César Darío Guisao ejemplifica a partir de la experiencia propia con jóvenes en un colegio de la región de Urabá que se postulaban para el gobierno escolar. Estos señalaban que su labor estaba orientada a obtener, uno la adecuación de las vías de acceso al colegio; y el otro ofrecía la construcción de una cancha de baloncesto.

Una práctica que replica lo que cientos de muchachos ven en los procesos electorales nacionales pero que a juicio de este especialista no ahonda en “el concepto de participación, de bienestar que debe ser un derecho y no una oferta de unos miembros de ese cuerpo escolar a cambio de unos votos”.

Políticos desde chiquitos

De acuerdo con la sicóloga Lina María Saldarriaga, directora de contenidos e investigación de Redpapaz, una de las primeras estrategias que desde la casa se pueden implementar para involucrar a los menores en estos temas es brindarles la posibilidad de participar en la toma de algunas decisiones cotidianas como, por ejemplo, qué comer un día. “Esto hace que los niños sientan que su voz es tenida en cuenta, es escuchada”.

Otra forma en la que es posible mostrar a los niños cómo los fenómenos políticos, de formación de ciudadanía y participación, hacen parte de la vida común es estableciendo en el hogar mecanismos democráticos para el establecimiento de algunas de las normas que rijan la vida doméstica.

La idea es llegar a acuerdos a partir de las distintas visiones que cada uno de los integrantes de la familia pueda tener en torno a una situación o un problema que deba resolverse para propiciar el bienestar común de todos.

Participar según la edad

Explica que de acuerdo con sus niveles de edad el nivel de participación se hace más complejo. Así en las edades preescolares lo principal es que puedan expresar sus ideas de manera adecuada. Ya cuando se encuentran en niveles de educación primaria, tienen la capacidad de participar y proponer cambios de normas. Y más grandes se fortalece su capacidad de reflexión y cuestionamiento.

Sin polarización

El ejemplo actual que niños y jóvenes ven hoy en torno a la política está marcado por un ambiente de polarización en el que los argumentos no se debaten, e impera la confrontación.

Por eso desde Redpapaz, su directora de contenido e investigación plantea tres habilidades que deben desarrollarse con los muchachos para evitar en el futuro situaciones similares a esta. Que exista el debate y la confrontación de ideas sí, pero que no por ello se tengan que dar rupturas, incluso al interior del hogar, o de las diferentes instancias en las que niños y jóvenes tienen participación

Estas habilidades son:

Empatía: explicada como la capacidad de entender los sentimientos de la otra persona, “ser capaz de sentir con el otro”.

Escucha activa: que no es otra cosa que escuchar los argumentos del otro, sin juzgar y sin tener conclusiones o juicios preconcebidos.

Toma de perspectiva: que significa ya ponerse en los zapatos del otro para tratar de entender cuál es su punto de vista. A diferencia de la empatía, que apela a las sensaciones, esta habilidad es más racional. Las tres se complementan.

Motivar a los niños y jóvenes a interesarse en los temas de la política y el ejercicio de los derechos y deberes como ciudadanos no significa que todos deban buscar el poder, pero sí es ayudarlos a entender que ese poder debe servir para lograr una meta común y un beneficio para todos.

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