La espera por ver a Débora Arango, esos cuadros suyos llenos de fuerza y vitalidad, terminó.
Con la construcción de nuevos espacios que complementan los de Talleres Robledo, el Museo de Arte Moderno ya cuenta con salas para mostrar las colecciones propias.
En el caso de la gran artista colombiana, una cuarta parte de las piezas que ella donó al Museo en 1987 estará dispuesta para el disfrute del público a partir de pasado mañana y por transcurso de un año. En cifras, digamos que se exhibirán 63 de las 243 piezas que constituyen esta colección, agrupadas con el título La vida con toda su fuerza admirable.
¿Cómo seleccionó estas 63 piezas del conjunto?, le preguntamos a Emiliano Valdés, el curador del Museo.
“Tratando de abarcar los temas que interesaron a la artista: la religión, la política, la familia, los desnudos, el placer, la mujer, la sociedad y los retratos”. También tuvo en cuenta que los cuadros fueran buenos representantes de su técnica.
¿Cómo mostrar esta colección, de manera diferente? Era una inquietud recurrente del curador, en la etapa de preparación. Una noche despertó a las tres de la madrugada con la respuesta: Si en Débora Arango la vida y la obra fueron un continuo, es decir, no estaban separadas, “no debemos bloquear la sala, sino hacer de ella un espacio traslúcido”. En vez de paredes, los cuadros están colgados en mallas metálicas, para que, cuando el espectador observe uno en especial, a su vista llegué la imagen de los otros.
La muestra de Débora Arango ocupa la más grande de las nuevas salas del Museo.