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Vuelve el dilema: ¿los grafitis de la ciudad son arte o vandalismo?

La muerte de tres grafiteros atropellados por el metro invita a reflexionar sobre esta manifestación artística urbana.

  • Los grafiteros han intervenido las grises columnas del viaducto del metro. En la estación Universidad de Antioquia hay varios murales hechos por ellos. Foto Archivo Donaldo Zuluaga
    Los grafiteros han intervenido las grises columnas del viaducto del metro. En la estación Universidad de Antioquia hay varios murales hechos por ellos. Foto Archivo Donaldo Zuluaga
23 de julio de 2018
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El grafiti, la expresión gráfica del Hip Hop, tiene un espíritu rebelde y clandestino. Históricamente ha servido para expresar inconformidad, pero con el paso del tiempo ha ido cambiando y existe un grafiti legalizado. No todo.

Sin embargo, “aunque sabemos de ese espíritu rebelde y la naturaleza transgresora del grafiti, nada justifica poner en riesgo la vida”, como les ocurrió a los grafiteros que perecieron atropellados por el metro, dice Lina Botero, secretaria de Cultura Ciudadana, quien asegura que lo más importante es preservar la vida.

Luego de expresar la profunda tristeza por la muerte de los artistas, Lina explica que en la Alcaldía de Medellín hay varias instituciones que tienen que ver con el tema: las Secretarías de Juventud, Cultura y Gobierno, y Espacio Público y que ellas hacen parte de la Mesa de Grafiti (Mesagraf), en la cual también participan artistas. Cree que los grafiteros deben acudir a ese espacio para expresar sus posiciones y gestionar permisos para intervenir sitios de la ciudad.

Pino El Bardo, artista e integrante del colectivo Pictus, de grafiteros de Moravia, explica que esa expresión estética nació en comunidades afroamericanas en Nueva York desde los años 60, como un mecanismo de expresión de inconformidades e injusticias; reclamo de participación o inclusión social. E indica que las firmas, que a veces aparecen solitarias en las paredes, son otras formas de expresión de los grafiteros. “Entre las primeras que se conocen está Taki 183, que aparecía en muros de la Capital del Mundo a principios de los años setenta. Y en Medellín hay incontables”.

Este arte evolucionó, añade Pino, y además de mensajes, con tipos de letras propios, incluyó imágenes. Y, con el tiempo, adoptó técnicas de las artes plásticas, como manejo de luces y de sombras y, además de expresar mensajes, sirve para embellecer la ciudad, especialmente en muros grises o abandonados.

En cuanto al accidente en la línea del metro, en el que perecieron los artistas urbanos, Pino El Bardo dice que pertenecían a un colectivo de grafiteros llamado NSK, de Bogotá, donde el movimiento artístico es fuerte. La característica de este colectivo es que su meta es llegar a intervenir superficies de la ciudad de difícil acceso o lugares prohibidos. “Esa es como su forma de retarse y salirse del sistema”.

¿Es eso arte o vandalismo?

El Diccionario de la Lengua Española, de la RAE, define vandalismo como el “espíritu de destrucción que no respeta cosa alguna, sagrada ni profana”.

A pesar de que no utiliza este calificativo, Lina Botero señala que en la ciudad hay ciertas normas que deben cumplirse. Cree que en el caso de los grafiteros muertos, hecho que califica de absurdo, ellos entraron ilegalmente a un espacio, cuyo acceso está prohibido al público en general, no por capricho sino por el riesgo que conlleva estar en él, aclara. Observa que el Metro de Medellín se ha acercado a los grafiteros y les ha cedido espacios para sus intervenciones, como los bajos del viaducto.

Pino El Bardo indica que vandalismo le parece una palabra muy fuerte para designar las acciones de estos artistas urbanos. Y además, porque es peligroso generalizar así a una comunidad artística.

“Si alguien pasa por tu casa y te quiebra un vidrio o te daña la estética de tu vivienda, sería vandalismo. Pero lo que hacen los grafiteros tiene un argumento que lo respalda, un por qué. Los muchachos que murieron por intentar pintar un vagón del metro, no deben haber dicho: ‘metámonos aquí a rayarlo’, como si fuera un asunto que les surgió de un momento a otro, sino que por ser grafiteros, intentaron expresar sus ideas”, asegura.

También cree que el resto de la gente tiene derecho a enojarse por la acción de los grafiteros, y expresarlo.

Por su parte, Henry Arteaga, director artístico y social de Crew Peligrosos, siente vergüenza de los comentarios de muchas personas en redes sociales, que no lamentan la muerte de los muchachos, sino que la justifican diciendo que se la buscaron.

“En una sociedad tan conservadora, como la nuestra, no es conveniente exponer la cabeza opinando si hay un límite entre arte y vandalismo”, dice el Director de Crew Peligrosos. Aunque recuerda que las artes en general han sido siempre señaladas y no pocas veces prohibidas.

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