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Los ratones de biblioteca celebran 60 años en la U

La Escuela Interamericana de Bibliotecología de U. de A. cumple 60 años. Más que libros, administran información para que dure y esté disponible.

  • La celebración de los sesenta años incluye actividades académicas. FOTO Donaldo Zuluaga
    La celebración de los sesenta años incluye actividades académicas. FOTO Donaldo Zuluaga
  • La sede administrativa de la escuela ocupa el tercer piso del bloque 12. Por ahí rondan los estudiantes. FOTO Donaldo Zuluaga
    La sede administrativa de la escuela ocupa el tercer piso del bloque 12. Por ahí rondan los estudiantes. FOTO Donaldo Zuluaga
  • Doris Henao, jefa de Investigaciones, entró a estudiarla como segunda opción y se enamoró de la carrera. FOTO Donaldo Zuluaga
    Doris Henao, jefa de Investigaciones, entró a estudiarla como segunda opción y se enamoró de la carrera. FOTO Donaldo Zuluaga
  • Además de Bibliotecología, la Escuela brinca tecnología y profesionalización en Archivística. FOTO Donaldo Zuluaga
    Además de Bibliotecología, la Escuela brinca tecnología y profesionalización en Archivística. FOTO Donaldo Zuluaga
  • Bibliotecología y la profesional en Archivística son de 8 semestres. FOTO Donaldo Zuluaga
    Bibliotecología y la profesional en Archivística son de 8 semestres. FOTO Donaldo Zuluaga
  • El campo de acción de los egresados es amplio. Empresas, bibliotecas, colegios. Foto Donaldo Zuluaga
    El campo de acción de los egresados es amplio. Empresas, bibliotecas, colegios. Foto Donaldo Zuluaga
16 de octubre de 2016
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Muchas personas se dejan seducir por la belleza del libro. Lo toman entre sus manos con la delicadeza con la que recogerían un ave. Lo miran detalladamente. Se dejan sorprender por las bellas letras, comenzando por las del título. Lo abren y si encuentran que tiene capitulares, que por sí mismas constituyen un paisaje, mejor. Se detienen en una magnífica ilustración y después en otra.

Todo eso no es difícil admirarlo. Son menos, sin embargo, quienes aman todo del libro y también se dejan cautivar por otros elementos menos invisibles, menos palpables: los de la encuadernación. Pasan sus dedos por las hojas para sentir la calidad del papel, grueso casi como cartulina o delgado como la seda; la cintilla que sirve para señalar la página al leerlo...

Un amor así, que raye en la idealización del objeto amado, tiene que haber sido el que embriagaba a Mónica María Arango Zapata, administradora de Información Periodística de El Colombiano, cuando decidió que lo suyo era la bibliotecología.

“Yo no sabía que eso se podía estudiar. Me enteré en la biblioteca Héctor González Mejía, de Comfenalco La Playa, donde iba a diario”.

Ese afecto por los libros lo aprendió de su madre, Luz Elena, maestra de escuela del corregimiento El Granero, de Toledo, donde Mónica vivió los primeros nueve años. De niña le ayudaba a organizar los libros de la biblioteca y a clasificar los que llegaban. Y leía los cuentos.

Por eso, cuando se dio cuenta de que existía la carrera de bibliotecología, no lo dudó: estudiaría la ciencia de las bibliotecas y en ellas, a los libros. Se presentó a la Escuela Interamericana de Bibliotecología de la Universidad de Antioquia, la misma que ahora está cumpliendo 60 años.

Allí entendió que, si bien ella llegó atraída por el libro, había ingresado a un universo muy amplio donde este elemento, el libro, es apenas uno de los que lo comprenden. Solamente que se trata de un elemento muy conocido y con gran prestigio.

La Interamericana

Dirigida actualmente por Margarita Gaviria, la Escuela Interamericana de Bibliotecología de la Universidad de Antioquia fue fundada en 1956.

Doris Henao, jefa del Centro de Investigación de la Escuela —y egresada de esta— tiene en la pantalla de su computador fotografías del archivo de uno de los profesores de esta Escuela, Uriel Lozano, ya retirado, en las que ve con emoción los registros de aquellos años iniciales. Con ellas prepara la presentación de la historia de la Escuela, que hará el miércoles próximo, en el Paraninfo, en el acto de celebración del aniversario.

Se detiene en el carné de una de las estudiantes de la primera promoción, Luz Posada de Greiff, firmado por uno de los primeros directores, el español Luis Florén Lozano — el primero fue Gastón Litton, de origen norteamericano.

¿Y por qué el nombre de la Escuela tiene la palabra Interamericana?

“Porque al principio —contesta Doris Henao detrás de su escritorio en la oficina 306 del tercer piso del bloque 12 de la Ciudad Universitaria, donde funciona Bibliotecología—, así lo fue. Era de las tres Américas. Mantenía intercambios permanente con instituciones del continente. Hasta recibía recursos del la Fundación Rockefeller”.

En escritos de la profesora B. Cardona de Gil, citados en la Revista de la Escuela Interamericana de Bibliotecología de septiembre-diciembre de 2016, es decir, la más reciente, dice que “el espíritu de la creación de la Escuela fue un espíritu americanista. La influencia académica y técnica fue la predominante en los Estados Unidos y se tenía un interés primordial por formar bibliotecólogos de alto nivel para los países latinoamericanos. Es esta la razón por la cual la Escuela recibió la denominación de Interamericana, carácter que primó por muchos años, pues por ellas pasaron profesores y becarios de casi todos los países de América Latina y el Caribe”.

Doris Henao, al igual que Hernando Lopera, jefe de Formación Académica, coinciden en que esta relación debería fortalecerse de nuevo.

Reformas

Cuenta Hernando que, después de haber cursado siete semestres de Biología, entró a trabajar a la Biblioteca Central de la Universidad de Antioquia y, en el ejercicio de contacto permanente con materiales informativos, entendió que ese era su lugar y decidió trasladarse a Bibliotecología.

Egresado de esta Escuela, Hernando recuerda el cambio curricular de 1997. A su modo de ver es el más profundo que cualquier otro de los que ha sido testigo. Porque esa transformación fue producto de la aparición de los medios electrónicos, del surgimiento de la Internet y, con ellos, de un auténtico cambio de paradigmas en la información que debían administrar.

Para decirlo gráficamente, si los bibliotecólogos, antes de ese momento, debían administrar —conservar, clasificar y facilitar a otros— libros, revistas, documentos, periódicos, desde entonces tuvieron que enfrentarse a medios electrónicos que surgieron con la revolución tecnológica. Y las formas de ordenación y clasificación, también electrónicas.

“Primero se archivaba en bodegas; a partir de eso, en plataformas digitales o en la nube”, comenta Doris Henao.

“¿Resistencia al cambio? Por supuesto que la hubo. Yo misma me oponía a implementar algunos procesos, cuando trabajaba en la Biblioteca. Sin embargo, con el tiempo me di cuenta de las ventajas de ponerlos en práctica”.

Como la Bibliotecología no tiene que ver solamente con libros —a pesar de la etimología de la palabra biblioteca, que procede del griego biblion (libro), y thekes (caja), de modo que biblioteca es el lugar donde se guardan libros y bibliotecología, el estudio de esos lugares—, en la Escuela crearon hace once años la tecnología en Archivística y, hace cinco, la profesionalización en esta misma competencia.

En la sede central de la institución brindan estos programas de manera permanente. En las sedes subregionales han brindado la tecnología en algunos momentos. Ya lo han hecho en Yarumal, Sonsón, El Carmen de Viboral, Caucasia, Andes y Turbo.

¿Qué tienen que archivar los archivistas? Le pregunto a Doris y a Hernando, imaginando que han de referirse a los documentos que pueblan los archivos históricos, eclesiásticos o de cualquier tipo, que suelen visitar historiadores, antropólogos, sociólogos y otros investigadores.

Sin embargo, si bien tiene que ver con estos, también tienen relación con la información documental que van generando las empresas. Todas ellas. Los contratos laborales, los informes contables, las cartas de despido de los trabajadores y un largo etcétera.

“Se supone que, en el futuro, estos documentos constituirán un archivo”, dice Doris.

Ahí están, pues, la Bibliotecología y la Archivística como opciones de estudio para quienes egresan de bachillerato. Con campos laborales amplios que incluyen, además de los tradicionales —bibliotecas y centros de documentación—, las empresas comerciales...

“Los bibliotecólogos y archivistas debemos estar preparados para administrar la información, independientemente del soporte en el que ella esté contenida”, puntualiza Doris.

Y en cuanto a la primera persona mencionada en este relato, Mónica María Arango Zapata, un libro que guarda con cariño desde esos tiempos de la biblioteca escolar rural junto a la cual creció es una Biblia que le dio su abuela. La conserva por afecto.

La sede administrativa de la escuela ocupa el tercer piso del bloque 12. Por ahí rondan los estudiantes. FOTO Donaldo Zuluaga
La sede administrativa de la escuela ocupa el tercer piso del bloque 12. Por ahí rondan los estudiantes. FOTO Donaldo Zuluaga
Doris Henao, jefa de Investigaciones, entró a estudiarla como segunda opción y se enamoró de la carrera. FOTO Donaldo Zuluaga
Doris Henao, jefa de Investigaciones, entró a estudiarla como segunda opción y se enamoró de la carrera. FOTO Donaldo Zuluaga
Además de Bibliotecología, la Escuela brinca tecnología y profesionalización en Archivística. FOTO Donaldo Zuluaga
Además de Bibliotecología, la Escuela brinca tecnología y profesionalización en Archivística. FOTO Donaldo Zuluaga
Bibliotecología y la profesional en Archivística son de 8 semestres. FOTO Donaldo Zuluaga
Bibliotecología y la profesional en Archivística son de 8 semestres. FOTO Donaldo Zuluaga
El campo de acción de los egresados es amplio. Empresas, bibliotecas, colegios. Foto Donaldo Zuluaga
El campo de acción de los egresados es amplio. Empresas, bibliotecas, colegios. Foto Donaldo Zuluaga
503
Estudiantes tiene la Escuela. El 51 por ciento de ellos, en Bibliotecología. Los de Archivística van en aumento.
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