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El Salón Málaga es la radiola del Centro

Tango, bolero y música antigua tienen su lugar en este lugar que ya celebra 60 años.

  • El Salón Málaga fue fundado por Gustavo Arteaga en 1957. Él sigue atendiendo. FOTO Donaldo Zuluaga
    El Salón Málaga fue fundado por Gustavo Arteaga en 1957. Él sigue atendiendo. FOTO Donaldo Zuluaga
  • Un disco de la guerra con perú
    Un disco de la guerra con perú
  • Un radio Philips antiguo
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  • El cuadro de los amigos
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  • Tres pianos traganíqueles
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  • Un disco es una de las joyas
    Un disco es una de las joyas
16 de noviembre de 2017
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La primera canción que sonó en el Salón Málaga fue Sueño y Dicha, de Briceño y Áñez. Sucedió el último sábado de septiembre de 1957, a las 10:00 de la mañana, cuando Gustavo Arteaga, su propietario, abrió las puertas de este negocio.

¿Por qué lo tienen tan claro? Porque Pedro León Patiño, el primer cliente del Málaga, es un sujeto memorioso. Estuvo allí ese día y lo dejó consignado en el cuaderno de comentarios de los visitantes.

En ese mensaje, que le tomó dos páginas, Patiño agrega que había conocido a Gustavo en julio de 1955, en el Café Cisneros que este tenía, y se hicieron amigos. Por ese tiempo, Arteaga le decía reiteradamente que quería conseguir un negocio en el Centro para escuchar una música antigua menos arrabalera que la que podía poner en ese lugar.

“El sueño se ha realizado y la dicha aún permanece por siempre”, añade el primer cliente en el comentario.

Hay dos cosas que deben quedar claras antes de continuar: una, que cuando Gustavo Arteaga le compró el Málaga a Carlos Sánchez —“él pidió 10.000 pesos y cuadramos en 7.000”—, ya el establecimiento tenía unos tres años.

“Hablamos de 60 años de fundación, porque desde ese momento lo puso Salón y le imprimí el sello y la identidad que hoy tiene”, aclara Gustavo.

Lo segundo es que no comenzó donde está desde hace 45 años, en Bolívar entre Maturín y Amador. Estaba en Maturín con Abejorral, es decir, un sitio cercano al actual Éxito de San Antonio. Y tenía solo seis mesas.

Puede decirse que a partir de ese último sábado de septiembre de 1957, Gustavo Arteaga, ese hombre nacido en Caramanta el 30 de noviembre de 1933, fue feliz.

“Su vida es sobar los discos y hacerlos sonar”, según dice su hijo César, y desde entonces no ha hecho otra cosa. Sigue siendo el programador musical de ese recinto que se ha vuelto emblemático en Medellín.

“Mis artistas favoritos son Valente y Cáceres. Tengo 90 discos de este dueto que me ha gustado desde que me vine de Caramanta”.

Con diez veces más mesas que el negocio inicial, un escenario para presentación de artistas en la mitad y decenas de fotografías de artistas y clientes que han hecho grande el Málaga, este sitio es una caja de música durante 17 horas, comenzando desde las ocho de la mañana.

Belisario Betancur, Jaime Jaramillo Panesso, Darío Ruiz Gómez, Víctor Gaviria, Cochice, Jaime Llano González, Fernando Botero han estado en en Salón. Muchos de los clientes están en las fotografías.

También lo están numerosos artistas como Enrique Santos Discépolo, Pepe Aguirre, las Hermanitas Calle y decenas más. Las paredes están llenas de imágenes.

Siete pianos traganíqueles están sonando siempre y si alguien quiere programar un tema, bien puede hacerlo. Boleros, tangos, música antigua... En ellos hay unas 500 canciones, aunque la discoteca completa es de unas 7.000 piezas musicales en discos de 78 revoluciones por minuto. Y hasta discos de cartón, como venían antes de los años 50 del siglo pasado.

Mujeres y hombres

“Cuando vino Pepe Aguirre por primera vez —cuenta Gustavo—, era 1972. Estábamos recién pasados para esta sede. Subió al escenario y, como era tan alto y el techo tan bajito, cantó con la cabeza un poco agachada”.

Después de eso, añade, decidió bajar el nivel del suelo de madera del escenario para evitar este inconveniente.

Coleccionistas de Envigado hacen allí reuniones. Conversadores de música, como Honorio Rúa, Mauricio Burgos, y otros tantos han estado y siguen yendo al Salón para hacer sus tertulias.

Gustavo dice que entre los actos más hermosos que ha realizado en el Málaga está el que le rindieron a José Barros, el compositor colombiano.

Viajó a El Banco, Magdalena, para decirle: “Maestro, le rendiremos un homenaje en el Málaga”. El compositor se comprometió a acudir. Llegó con una hija. Hicieron un programa tan emocionante, con canciones y palabras del banqueño, con tal cantidad de público, que fue preciso cerrar las puertas. El maestro le dijo que era el mejor homenaje que había recibido en la vida, porque él estaba entre la gente, mientras que en otros, realizados en teatros, no había ese contacto.

También recuerda el tributo que le rindieron en el Salón a Estercita Forero, la novia de Barranquilla.

“Desde que abrimos las puertas han venido muchas mujeres al Málaga. No es cosa de ahora. Han notado siempre que es un salón elegante, sin vulgaridades, y se han sentido a gusto. Ellas, por lo general, piden muchos tangos; más que boleros y otros géneros”.

Hoy es jueves de boleros. Estricto, Gustavo ha entrado al Salón diciendo: ¡Por Dios, por qué está sonando Yira yira hoy, si es jueves. El tango es el lunes”. Para oír Yira yira también están los otros días, cuando la música es variada.

7.000 temas musicales hay en este famoso lugar de Medellín que se abre por 17 horas diarias.

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