Para que un día de 1911, Francisco Antonio Cano resultara con una pintura de carácter religioso, El Cristo del Perdón, primero tuvo que aprender de su padre, José María y, después, en Francia, en el arte de James Tissot.
Reproducciones fotográficas de los bocetos que condujeron a pintar este cuadro de tamaño monumental que está en la Catedral Metropolitana, se exhiben en la Biblioteca Central de la Universidad Pontificia Bolivariana. Los originales están en el Museo de Antioquia.
Con José María, en su natal Yarumal, aprendió de pintura y de casi todas las cosas del mundo, porque él sabía un poco de todo.
Citado por Tulia Ramírez de Cárdenas y Jorge Cárdenas en el libro Francisco Antonio Cano 1865-1935, editado por Elio Sala Cerioni a final del siglo veinte, el artista dice:
“Él era mi maestro y mi diccionario universal y todo pretendía yo saberlo de sus labios. Esas conversaciones con el autor de mis días son la base de cuanto he hecho en el cultivo de las artes a que me he dedicado”.
El curador Alberto Sierra es quien cuenta la otra parte. Total, él participó en una muestra en torno a esa obra que representa la octava estación del Vía Crucis, en la cual Jesucristo consuela a las mujeres de Jerusalén.
Cano estuvo mirando y estudiando la plástica de James Jacques-Joseph Tissot (1836-1902), quien era especialista en temas bíblicos. “Sabía bien cómo hacer esas calles, esos vestidos, de mujer, de hombre, las telas”, dice Sierra.
Historiadores cuentan que el artista comenzó la obra en Europa, pero el viaje en barco deterioró lo que llevaba y, en Medellín, debió reiniciarla.
Hay varios bocetos. Uno de ellos fue exhibido a principios del siglo veinte en el templo de La Candelaria, para recoger fondos para seguir la obra. “Dos de ellos, de fariseos, con chorriones; una cara de Cristo perfecta”... El curador y los estudiosos del arte en general admiran la calidad de esos estudios, tanto que los consideran otras obras de arte, con un valor y una significación propios.
Tulia y Jorge expresan en ese libro que El Cristo del Perdón tiene una fuerza jamás repetida por el artista. Y que los bocetos de estudio para la misma obra son verdaderos aciertos de carácter y tratamiento.
En el cuadro definitivo y también en alguno de los bocetos, el artista incluyó su autorretrato, como solían hacer los maestros renacentistas.
Cano, el maestro del arte moderno antioqueño, antes de tener el nombre que alcanzó, sobrevivió dictando clases y vendiendo muñecos de greda y lápidas de mármol.
Cada año, la Sala de Arte de la Biblioteca presenta una muestra para conmemorar la Pascua. En esta ocasión, hace la fiesta alrededor de este proceso artístico.