Todos los días decenas de personas se apostan a la orilla de la carretera para intentar ver, así sea desde lejos, algún jugador verde. Añoran pisar y recorrer ese lugar que se anuncia desde lejos con una valla gigante: “Fábrica de la pasión”.
Y mientras tantos esperan conocer la sede de Nacional en Guarne, Jesús Alberto Muñoz la convirtió en su hogar desde hace más de cinco años. Él es el encargado de pulir el césped que pisa el equipo en sus entrenos.
“Cuando la sede quedaba en San Cristóbal estaban buscando un trabajador que supiera de gramas y canchas. Entré el 17 de noviembre de 1995, me ensayaron quince días y me afiliaron el 1 de diciembre; acabo de cumplir 23 años en Nacional”, cuenta y sonríe.
Alberto, su esposa Lucely y sus dos hijas, Alejandra y Jhoana, viven en la sede del elenco verdolaga. Alberto, además de mantener como un fino tapete las tres canchas de grama y la sintética del predio, le ha tocado incluso levantarse en medio del frío nocturno de Guarne a solucionar problemas imprevistos que puedan aparecer en la sede.
Es vital para la labor que cumplen los técnicos a lo largo de la semana. “Lo primero que hago, cuando llega un técnico nuevo, es preguntarle cómo le gusta la grama. En este momento la tengo en trece milímetros, y claro, bien motilada, fertilizada y cuidada en detalle. Cada hueco que deja el guayo hay que resanarlo. Esto es de mucho amor, porque el césped es un ser vivo”, explica animado.
Y el amor no es solo por el césped, pues asegura que casi no hay semana en estos 23 años que no recuerde cuando, con 17 años, lloró arrodillado frente al televisor luego de que Nacional perdiera la opción del bicampeonato de Libertadores por penaltis, en 1990. Hoy se ve como parte de la institución que amó desde niño y que le ha dejado amigos como Reinaldo Rueda. “Conversaba conmigo como si fuera un papá. Siempre me decía las cosas con cariño y respeto. Incluso me regaló el programa de mantenimiento de canchas del Barcelona”, recuerda. Desde su casa, la fábrica de los títulos verdes, Alberto tiene el rito cada madrugada previa a una final de recorrer el predio mientras piensa que en su hogar, el que él y su esposa ayudan a mantener impecable, se gesta la gloria que ocurrirá más tarde ese día, como la Libertadores en 2016 y otras tantas alegrías que están por venir.