“Pon tu vida en manos del Señor, confíe en Él y Él vendrá en tu ayuda. Todo lo puedo en Dios que me fortalece ¡Te amamos!”, son las palabras que todos los días lee Juan Pablo Suárez sobre la barra de su bicicleta. Es su frase de batalla cuando compite y la repite sin parar en la línea de salida.
El texto está acompañado de una foto de su esposa, Carolina Bernal, y sus hijos Jerónimo (7 años) y Julieta (2), fue la forma que encontró para tenerlos cerca mientras pedalea.
“Las imágenes son recuerdos de momentos bonitos que uno inmortaliza, pero además un aliciente en etapas difíciles y por eso la llevo en mi bici, porque la motivación de verlos, así sea en una postal te ayuda a dar un poco más de lo que puedes”, afirma Suárez, campeón del Clásico RCN.
A esa fuerza extra, mientras compite, es a la que Juan Pablo le atribuye todos sus éxitos, como el del año pasado, cuando se coronó campeón de esta carrera en la última etapa -contrarreloj-, al superar, por tres segundos en la general a Óscar Sevilla.
“Ellos me dieron el último empujón en Buga, para ganarle a un capo en la crono como lo es Óscar”, comenta el corredor del EPM-Scott.
Por eso, tener una foto de su familia en la bicicleta se le convirtió en una tradición. Lleva más de cinco años haciéndolo y la cambia cada temporada “para renovar los recuerdos”, afirma.
Además de portarla en la bici, Juan Pablo carga fotos de sus hijos en la billetera y la maleta y cada vez que puede, en las habitaciones de los hoteles, las pone en un lugar visible para sentirlos de cerca.
Pero el vigente campeón no es el único que acude a esta motivación extra.
El patrullero Miguel Andrés Mendoza, del equipo de las Fuerzas Armadas, siempre pedalea acompañado de su novia, la también policía Luz Dary Sierra, de quien porta siempre una imagen en la barra de su bicicleta.
“Cada vez que voy sufriendo, veo la foto y me digo ‘tengo que dar más por ella’, porque es mi motor, la que siempre ha creído en mi y no me deja bajar los brazos en esta profesión”, comenta el patrullero de 26 años.
La imagen de su novia, dándole un beso, nunca lo desampara, “aunque a ella no le gusta”, dice Mendoza mientras sonríe de manera jocosa.
Incluso, confiesa, ha tenido que luchar para que le permitan pegar la foto en la barra.
“El sargento Gustavo Ramírez siempre trata de despegarla, pero yo le digo que la arranque, que yo tengo duplicados en la maleta y más se demora él en quitarla que yo en volverla a poner (risas)” .