La cuota de asombro en los cuartos de final en la Champions League parecía cumplida con la eliminación del Barcelona a manos de la Roma.
Sin embargo, ayer Real Madrid y Juventus firmaron un capítulo aparte en la historia de la competencia europea.
80.000 aficionados madridistas asistieron al Santiago Bernabéu a presenciar una película cuyo final creían conocido. Se equivocaban.
Al primer minuto de juego Mario Mandzukic abrió el camino de la esperanza para los italianos, que habían hecho una pobre presentación en su feudo, cayendo 0-3 ante un Real Madrid imponente.
Zinedine Zidane, avezado en las lides de la Champions League, intentó recomponer anímicamente al equipo para no perder las riendas de la serie, que aún era favorable por dos goles.
Sin embargo, el mismo Mandzukic se encargó de sembrar las dudas definitivas al minuto 36 para convertir la remontada en una posibilidad palpable.
La debacle se asomó a los 67´ con el gol de Matuidi que igualaba la serie y forzaba al alargue, que estuvo a 34 segundos de materializarse hasta la jugada que cambió la historia de la serie.
El defensor Benatia entró desde atrás a quitarle un balón a Lucas Vásquez, que quedaba frente a frente a Gianluigi Buffon. El árbitro no dudó, mucho menos Cristiano Ronaldo, quien no tuvo reparos para convertirlo en gol y poner al Real en semifinales del torneo por octava vez consecutiva, algo que ningún club había logrado.
“Es un árbitro incapaz, un humano que en vez de tener un corazón, tiene una lata de basura por haberse atrevido a querer ser protagonista y arruinar el trabajo de un grupo”, expresó Buffon.
Real Madrid completó su octava clasificación a semifinales del máximo torneo europeo, una marca que ningún equipo había logrado hasta ahora.
El máximo ganador del certamen avanza rumbo al tricampeonato. Solo Bayern de Múnich, Liverpool o Roma pueden impedirlo.